Hasta Que La Muerte Nos Una [Mensajeros De La Muerte I] (LGBT+)

Capitulo Dieciséis

(Narrado por Félix)

Hoy es 11 de agosto. ¿Qué hice los días anteriores? Nada, existir.

Las semanas siguen pasando demasiado rápido, cosa que para mí es horrible, cada día que pasa es un día menos de mi vida. La cuenta regresiva hacia mi inminente muerte va demasiado rápido, y poco a poco me siento menos listo para dejarlo todo. Una vez que te das cuenta de lo que tienes alrededores difícil dejarlo ir.

Los sucesos del lunes siguen en boca de todos. Ross sigue siendo una polémica viviente, y los hechos con Angie siguen siendo el chisme del momento. Claramente eso hace que todo mundo me mire como "El chico que se atrevió a hacerle frente a Ross". No es algo para festejar. Siento que, en cualquier momento, él vendrá por detrás y me encajará un cuchillo con demasiado filo en la espalda. Tal vez el sea la persona que me asesine en mi último día.

Tantas posibilidades, pero aun sigue siendo todo un misterio la manera en la que moriré, eso me perturba horriblemente. Mi mente quiere saberlo, pero mi corazón prefiere no enterarse.

No me siento listo para irme. Aún no.

Me encuentro de camino a la casa de Luca, cuando veo que en la carretera hay un pequeño cachorro atropellado. Siento tanta tristeza por él. No tuvo la oportunidad de saber que sería su ultimo día. Sus dueños han de estar tristes. Estoy seguro de que, si ellos hubieran sabido sobre la muerte de su perro, lo hubieran disfrutado mucho más antes de su muerte.

¿Debería estar agradecido por el hecho de saber cuándo moriré?

Muchas personas lo darían todo por saber cuándo serán sus últimos días de vida. Mientras yo malgasto cada día que pasa pensando en que jamás disfrute mi vida.

Me retiro del cuerpo de aquel cachorro y sigo mi camino.

Al llegar a casa de Luca, toco la puerta. Me abre Barbara, la madre de Luca. Tiene una linda sonrisa. La madre de Luca es una hermosa persona, lo que me inspira a sentir confianza cada que estoy dentro de su hogar. Aunque Barbara cambió después de la desaparición de su hija, aun sigue siendo un sol de persona, y estoy seguro de que es un amor de madre.

—Vamos Félix, entra. Luca está en su habitación, estaba esperándote, pero se cansó y subió.

—Gracias, señora Rodríguez. —Digo mientras me dirijo a subirlas escaleras. Ella me sonríe.

—Luca, Félix llegó. —Avisa ella con la sonrisa aun en su rostro.

Al terminar de subir las escaleras me encuentro frente a la puerta de la habitación de Luca. Una puerta color blanco. La parte de arriba de esta está pintada. Tiene un dibujo con colores neón que simulan ser pintura chorreando en grandes gotas hacia abajo. Es creativo, le da un buen toque.

Mi puño golpea la puerta, la cual se abre inmediatamente. Puedo verlo a él, Luca, abriéndome con una sonrisa y dándome el pase hacia el interior de su habitación.