Capitulo Treinta

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(Narrado Por Félix)

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(Narrado Por Félix)

—Hijo.

Di unos pasos hacia atrás. Ellos estaban frente a mí. Mi hermano, mi padre y yo, viéndonos cara a cara. Maldita sea, pasó un año entero desde la última vez que los vi. Ni siquiera una llamada nos hizo comunicarnos. Una mezcla de odio, tristeza y demasiado rencor se juntaron en mí en un suspiro.

Los recuerdos de aquel maldito suceso volvieron a mí como una cascada de duros pensamientos. 3 de junio del 2020, mis padres decidieron divorciarse después de varios escenarios de gritos y peleas. Entre tantos gritos solo recuerdo a mi padre gritarle a ella por no saberme educar, luego de haber reprobado una simple materia. Mi padre tomó a Bruno, mi hermano, y lo hizo ser el único que lo apoyaba, claramente Bruno no pretendía ponerse del lado de mi padre, pero no podía hacer nada más. Las peleas seguían día tras día hasta el momento en el que decidieron separarse completamente en junio del2020, en plena maldita pandemia. Entré en una crisis junto a Farah, me echaba la culpa de cada cosa que mi padre dijo antes de irse. ¿Fui yo la razón por laque se fue? No, pero yo no podía entender eso. Durante un año seguía teniendo comunicación con ellos, hasta que en el año pasado no volvieron a llamar.  Mi hermano a veces respondía a uno que otro estado de whatsapp, pero mi padre era un maldito fantasma que solo rondaba por mi mente en las noches más frías. Aquellas noches en las que necesitaba un solo abrazo de él, pero ya no estaba en casa. La luna miraba mis lágrimas mientras le contaba mis pensamientos más profundos.

Ahora los veo, frente a mí, y se siente tan mal, pero a la vez es tan aliviante.

— ¿Qué hacen aquí? —Dije mientras entraban a la casa y dejaban las maletas en el suelo.

—Antes que nada, ¿no piensas abrazarnos? —Se acercó y me dio un abrazo demasiado fuerte. Como si su propósito fuera apachurrarme hasta dejarme sin aire.

—Ahora sí, quiero saber qué hacen aquí. —Dije mientras mi hermano se acercaba a mí y me daba un fuerte abrazo. A diferencia de mi padre, Bruno me dio un abrazo que se notaba que estaba lleno de cariño, no fue con tanta fuerza, pero fue caluroso y simbólico, haciéndome pensar que todo este tiempo lo había extrañado tanto. —Te extrañé. —Dije mientras el aún no me dejaba de rodear con sus brazos.

—Yo también lo hice, Donita.

En mi infancia, una de tantas navidades, me regalaron un peluche. Recuerdo perfectamente aquel momento en que abrí ese regalo. Al abrirlo pude ver una pequeña bolita de algodón con forma de dona, era un peluche de donita glaseada que amé desde el primer momento en que lo vi. Bruno me lo dio y jamás lo solté. Le puse de nombre "Donita", y lo llevaba hacia todos lados. Si yo estaba en el parque, Donita estaba conmigo. Si estaba en el jardín, Donita me acompañaba. Bruno siempre se burlaba de mí por llevar ese peluche a todos lados, hasta llegar al punto en el que Bruno se refería a mí como "Donita". Una noche un perro callejero despedazó a Donita mientras caminaba con ella, y esa fue la peor noche de mi infancia. Ese peluche se había convertido en algo más que un juguete, y Bruno lo sabía perfectamente. Él estaba conmigo, aún recuerdo cuando él se acercó a abrazarme y consolarme por la muerte de Donita. Fue un acto lindo. Bruno siempre estaba para mí. Volver a verlo es como sentir un abrazo directo al corazón.

Hasta Que La Muerte Nos Una [Mensajeros De La Muerte I] (LGBT+)Where stories live. Discover now