Hasta Que La Muerte Nos Una [Mensajeros De La Muerte I] (LGBT+)

Capitulo Cuarenta Y Seis

Este probablemente sea el ultimo día que pasare viviendo completamente, ya no hay más 24 horas para mí. 30 de agosto, todo puede ocurrir.

Llego a la escuela y me quedo parado observando a tantos alumnos caminar por los pasillos. Muchos conocidos que ahora ni siquiera me miran. Tantas historias que ocurrieron en cada paso por este pasillo. No se si lo extrañaré, digo, nadie extraña la escuela, pero todos extrañamos las historias que ahí se forjaron.

De pronto siento unos brazos fuertes y hermosos rodearme desde la espalda. Luego con sus manos me gira hacia él, y Luca me besa.

-Buenos días, mi niño. -Me recibe él.

Actos como estos me enloquecen, el corazón me palpita fuerte y no dejo de desearlo, él logra enamorarme cada nuevo día. Pero tranquilizo mi corazón y le devuelvo los buenos días.

-Buenos días, pequeño.

Me toma de la mano y me acompaña hasta mi casillero, donde mientras dejo mis libros dentro me hace una propuesta.

-Te tengo una propuesta. -Me dice. Esperaba que fuera una de matrimonio, digo, me queda un día de vida, me vendría bien estar casado con él mínimo por unas cuantas horas. Lamentablemente no me pide casarnos, que lastima.

-¿Qué propuesta? -Le pregunto intrigado.

-Esta tarde harán una pequeña conmemoración en honor a varios desaparecidos por el 30 de agosto. Será en el lago de la esperanza.

El 30 de agosto es el día de los desaparecidos en Hopecity, es un día donde se conmemora y se recuerda a quienes han desaparecido injustamente.

-¿Iras?

-Iremos. -Dijo convencido. -Quiero que no solo estemos mi madre y yo recordando a Alya, quiero que estén todos, desde ti hasta nuestros amigos. Además, es el ultimo día que te queda, no lo perderé por nada del mundo. Aun no te quiero perder.

Pareciera que Luca ya ha aceptado que me iré, y está bien para mí, porque no tendré que preocuparme si ya lo hemos hablado. Pero el problema es que trata de tomarlo como una separación, y parece querer olvidar que moriré. No está listo para dejarme volar. Yo tampoco estoy listo para dejarlo solo.

-Bien. -Le tomé la mano y la acaricié. -Estaré ahí, no te abandonaré, no ahora.

Las clases transcurren normales, pero mi mente divaga en imaginarme enterrado en el ataúd mientras veo la tierra caer sobre mí. Pero vuelvo a la vida real cuando Luca me besa en la cafetería mientras les avisa a todos los planes de esta noche. Luca no menciona nada sobre mi muerte mañana, pero miro a Farah y siento que debo hacérselo saber, ella debe saberlo. Pero cada que me acerco a ella a contarle aquello, hay algo que me detiene y me hace arrepentirme de siquiera llegar a pensar que ella debe saberlo. Pero todos parecen tan felices, espero que lo olviden, espero que no me detengan, el destino de todos es morir, y mi destino llega mañana. Es el ciclo de la vida que no se detendrá simplemente por las lagrimas que una persona derrama. De nada servirá que Farah me llore, de alguna o de otra manera, mañana moriré.