PRÓLOGO.

6.9K 200 5
                                    

Finales de enero, 2021.

Suelto un suspiro frente al espejo, finalmente hoy era el último día de trabajo en el casino, finalmente mañana en la noche tendría mis maletas listas para poder hacer, hasta ahora, el viaje más largo de mi vida, sola. Admitía que estaba nerviosa y bastante, era una experiencia tan nueva que daba miedo pero tampoco tenía mucho para perder si salía mal. A pesar de todas las advertencias que había tenido y el hecho de haberlo dudado tanto, estaba emocionada y contenta por haberme decidido a esto: Irme de voluntariado al norte de Tailandia a cuidar elefantes.

Sí, a cuidar elefantes.

No sé si es muy absurdo así como lo ve mi prima Magdalena y mi tía Wanda, pero a mí me gustaba la idea. Una aldea alejada de todo, compartiendo con personas y culturas diferentes.

Termino de ordenar mi camisa blanca por dentro del pantalón negro cuando veo a mi prima parada en el marco de la puerta de mi habitación, viéndome con una expresión que no podía describir muy bien.

-¿Ya te vas a seguir juntando dinero para tus días de lavar animalitos, Ivy? –una risa burlona sale de sus labios y yo me limito a reír entre dientes aunque sinceramente no me daba nada de risa.

-Sí, ya tengo que irme a trabajar, Magda. –asiento, volteándome, colocándome mi abrigo, una bufanda y un gorro, casi que solamente se me veían los ojos, parte de los pómulos y la nariz.

-Mmh, esa camisa blanca te hace un poco...ancha. '

Me quedo en silencio pasando saliva por mi garganta ignorando la inseguridad que eso me provocaba, como siempre, sus comentarios así como los de mi tía.

-Es mi uniforme, no puedo cambiarlo. –encojo mis hombros fingiendo que le restaba importancia, me despido y simplemente salgo de mi habitación, bajando las escaleras encontrándome con mi tía viendo algo en la sala. Se voltea y me mira.

-Ay cariño, pareces un globo con tanta cosa –su risa me provocaba un poco de desagrado, no me gustaba decir estas cosas ni pensarlas, me sentía algo malagradecida.- aunque bueno, supongo yo que no es solo la ropa, ¿no pensaste ir al gimnasio?

-Gracias por la recomendación, tía Wanda. Estoy llegando tarde a mi trabajo, nos vemos luego. –salgo rápido de allí, soltando un suspiro cuando ya estoy afuera, estaba oscureciendo y el frio era cada vez más.

Mi tía Wanda había sido una modelo bastante reconocida en Francia y Mónaco, incluso en Italia y claramente, como no podía ser diferente, Magdalena siguió sus pasos y hoy en día era bastante reconocida en Mónaco y Francia, principalmente en redes sociales. Eran muy lindas, ambas, bastantes diferentes a mí en todos los aspectos. Yo era casi que el calco de mi tío Joyce y en muchos sentidos, era un ingeniero mecánico y yo estaba estudiando para ello, compartíamos la pasión, sin dudas. Él era un hombre de unos ojos verdosos hermosos, cabello castaño oscuro, como yo.

Intentando olvidar los desagradables comentarios de mi tía y mi prima, emprendo camino por las calles de Mónaco, entre subidas y bajadas, casas con sus luces encendidas y chimeneas con humo, era un barrio prestigioso, no mentía. El casino me quedaba cerca así que no tenía problema en ir caminando, me servía para entrar en calor y hacer ejercicio.

Pasando por un pequeño muro, había alguien sentado de espaldas y estaba todo silencioso allí se escuchaba un extraño sonido. ¿Acaso eran sollozos? Me quedé de pie a unos cuantos metros, ¿debía acercarme y preguntarle si necesitaba ayuda? No sabía que hacer al respecto, me daba algo de recelo acercarme a un desconocido en aquel lugar algo apartado y oscuro.

Inhalo aire y finalmente me acerco, por la contextura física pude saber que era un hombre. Veo que se remueve y sus manos se pasan rápido por su rostro. Tomo asiento en el muro a un metro de distancia más o menos.

Si vuelvo a verte │Charles Leclerc│Where stories live. Discover now