CÁPITULO 16

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La estadía en Jeddah había acabado y finalmente me encontraba en Mónaco, nuevamente en mi país y en mis calles.

Era martes y tenía un evento. Nada más y nada menos que en el apartamento de una de las increíbles amigas de Magdalena. Era tan desagradable tener que trabajar aquí, me sentía totalmente incomoda y podía sentir como se comentaban sobre mí.

-¿Deseas algo? –cuestiono al chico que se paraba frente a mí. Estaba bien vestido, tenía algunos tatuajes que sobresalían del cuello de su camisa y de las mangas de la misma.

-Una novia, pero creo que no la encontraré por aquí, ¿o sí?

-No lo sé, chico, ¿deseas algo? –insisto mientras le entregaba una copa de champagne a una chica que pasaba por allí.

-¿Cómo te llamas? –cuestiona, con una sonrisa bastante coqueta.

-Ivy, a las órdenes. –me doy la vuelta caminando hacia la cocina donde estábamos con Bianca y el resto de las chicas. Suelto un suspiro, agarrando mi botella de agua que estaba en mi bolsa, bebiendo de la misma y guardándola nuevamente.

La jornada continuaba y estaba bastante cansada. No había podido dormir bien desde que llegue de Jeddah.

-¡Atención! –la música se silenció y todos prestamos atención a la amiga de Magdalena que había llamado la atención- Ha ocurrido algo bastante desagradable, me di cuenta que faltan unas cuantas joyas de mi cuarto y ahora todo el que salga será revisada por el guardia de la puerta.

Veo hacia Bianca encogiendo mis hombros y continuando con mi trabajo.

Al final de la jornada, habíamos empezado a ordenar las cosas y trasladarlas a la camioneta que nos esperaba afuera.

Agarro mis cosas para ya dejarlo todo afuera y me detengo en la puerta, abriendo mi bolsa para que la viera el guardia.

-¡Señorita! –lo veo extrañado y mis ojos se hacen grande en cuanto saca de mi bolsa un par de aretes de oro, un collar que brillaba con unas piedras verdes y uno de perlas.

-¡No, eso no es mío. No lo puse ahí! –exclamo negando rápidamente, agarrando las joyas en mis manos, sin dejar de negar. Bianca se acerca a mí, mirándome bastante confundida.

Se había hecho un pequeño círculo de personas observando la situación.

-Eso es lo que diría cualquiera –dice la amiga de Magdalena, arrancándome las joyas de mis manos.

-Juro que esto es injusto –digo mirando a Bianca, ella no decía nada, solo pasó por mi lado y continuó su camino.

-Será mejor que te vayas, prima, antes de que sea peor –la mueca totalmente fingida de Magdalena, era un completo asco. Hipócrita, sentía que tenía que ver en esto, ella y sus amigas.

-Si vete, sinceramente no llamaré a la policía porque me das bastante pena.

Agarro mi bolsa con fuerza, saliendo de aquel lugar con las lágrimas que se me salían de los ojos. Era tan injusto, perdería mi trabajo por algo que yo no hice.

-Mañana ve a hablar con Pascale en la tarde.

Me quedo en silencio observando hacia ella, pero al final no tenía nada por hacer. Sabía que era el fin de mi trabajo.

Odiaba que Magdalena siempre se quedara como la buena. Como si jamás hubiera hecho nada, lo detestaba. Pero qué podía hacer. Absolutamente nada.

. . .

-Juro por mi vida que cuando saqué mi botella de agua, nada de eso estaba ahí –le digo a mi tío, eran las dos de la mañana y sabía que estaba cansado, pero sin embargo estaba consolándome en la sala de casa.

Si vuelvo a verte │Charles Leclerc│Where stories live. Discover now