CÁPITULO 33

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Sentía algunas voces a lo lejos pero aun no podía despertarme, me remuevo un poco intentando hablar pero tampoco podía. Sentía bastante dolor entre mis piernas, me sentía cansada, con sed y con algo de hambre.

-¿Ivy? –dijo una voz que yo conocía, entreabro mis ojos observando allí a mi mejor amiga.- Dios, al fin despiertas.

-Cielo, ¿cómo te sientes? –dice mi mamá del otro lado, abro mis ojos por completo, mirando a mi alrededor.- Te desmayaste, se te bajó la presión. Nos asustaste demasiado.

Habían luces tenues, había mucho blanco y un rotundo silencio.

Mi bebé.

-¿Dónde está mi hija? –cuestiono algo nerviosa, intentando incorporarme, pero los brazos de mi amiga y mi mamá me detuvieron.- ¿Está bien? ¿Dónde está?

-Sí, amor, ella está muy bien.

Solté un suspiro, recostándome otra vez en la camilla. Observo a mi alrededor, mi hija no estaba en ningún lugar.

-La tiene la doctora, la están revisando, limpiando y ahora te la traen. Pero está en perfecto estado, lloró bastante –sonrío de lado asintiendo.- ¿Quieres agua?

-Sí por favor, me muero de sed –digo incorporándome un poco en la camilla, sentándome levemente porque realmente no podía hacerlo- Carajo, me duele demasiado.

-Uy si, la doctora dijo que tienes aproximadamente tres o cuatro semanas de recuperación total –dijo Gina, sentándose en una silla a un lado.

Agarro el vaso de agua, bebiendo de la misma con bastantes ganas, dejando el vaso a un lado sobre la mesita. La puerta de la habitación se abre, y una enferma entra, no venía sola. Una gran sonrisa se apodera de mi rostro, al igual que en el de Gina y en el de mi mamá.

-Buenas noches, aquí vengo con la pequeña –dijo la enfermera con una sonrisa, acercándose a mí. Me explicó cómo poner los brazos y finalmente la colocó allí, no podía evitar llorar otra vez.- ¿Ya tiene nombre? –cuestiona arreglando la aguja en mi brazo y observando el suero.

-Sí –digo con una sonrisa, pasando mi mano por mis mejillas y luego acercándome a mi bebé dándole un suave beso en su frente.- Maisy es su nombre.

-¿Maisy? –cuestiona Gina, alzando sus cejas con una gran sonrisa en su rostro. Se acerca a mí y observa a Maisy.- Es hermosa. –le da un pequeño beso en la frente y le acaricia una de sus pequeñas manos, que estaba en puños.

-Podrías intentar darle leche a Maisy, poco a poco, eso también te costará –me indicó la enfermera.- debes dejar que ella busque sola el pecho, ayúdala pero ella también lo buscará por si misma.

Finalmente llegó el momento de darle leche a Maisy. Era difícil y eso también dolía bastante, cada vez que intentaba succionar el pezón.

-Acomoda tu brazo por aquí –dijo mi mamá ayudándome a apoyarle la cabeza sobre mi antebrazo para que le quedara mejor.

Realmente no sabría que hubiera hecho sin ellas, ambas me habían ayudado tanto y tener a mi mamá significaba tener la experiencia de alguien que ya había tenido un bebé, ya que Gina y yo no teníamos idea de eso. Me sentía agradecida de tener a Vittoria, la perdonaba, la perdonaba desde lo más sincero de mi corazón. Ahora que tenía mi hija en brazos también sabía que haría cualquier cosa por ella y porque estuviera bien.

-Tengo que decirlo –dijo Gina, observando hacia Maisy que tomaba leche poco a poco y de vez en cuando lloraba.- Esta niña es igualita a Leclerc.

-Ay Gina, no colaboras –dice mi mamá, rodando sus ojos con diversión. Yo simplemente reí y la observé más detenidamente.

Si vuelvo a verte │Charles Leclerc│Where stories live. Discover now