CÁPITULO 17

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Los días habían pasado y era viernes. La vida era cruel y el dolor no me abandonaba. Había intentado hacer un contacto cero con todo lo que tenía que ver con Charles, pero era tan difícil cuando mi tío hablaba mucho de Ferrari y me preguntaba sobre ciertas cosas o me pedía opiniones.

Tenía a mi prima presumiendo de él siempre y a mi tía apoyándolo. Mi mejor amiga hablando de su chico que cada vez eran más novios que otra cosa y yo me preguntaba por qué conmigo no pudo ser así. Aunque claramente me ponía muy feliz por mi mejor amiga.

-No iré a Australia, Gina. Sería una maldita patada en los huevos para mí –digo mientras caminábamos a casa, había un atardecer hermoso y habíamos decidido salir a caminar y a trotar por la costa de Mónaco.

-No tienes que irte a boxes de los rojitos.

-Aunque no vaya al boxes de los rojitos, sabes bien cómo funciona todo eso. Ellos andan allí todo el tiempo y por todo el paddock. No puedo.

-O sea que te quedaras toda tu vida lejos de absolutamente todo lo que tenga que ver con Ferrari por ese tonto –solté un suspiro y asentí.- Ivy, tienes que seguir con tu vida.

-Dices eso Gina pero es que no tienes idea de lo que se siente, me siento rota, no puedo ver nada que lo relacione porque me duele. Se me quedó en todo en mí. Lo odio tanto, Gina. –dejo caer mi cuerpo en el muro, sí, aquel muro.

-Lo siento, quizás no puedo entender tu sentimiento. Solo quiero que estés mejor y seas feliz.

Me acerco a ella dándole un corto abrazo y dejando un beso sobre su mejilla.

-Aunque de todas formas tienes tiempo en decidirte. Nos iríamos el miércoles.

Asiento sonriéndole y finalmente nos despedimos. Ella toma camino a su casa y yo a la mía. Decido trotar las pocas cuadras que me faltaban, deteniéndome en el portón de la entrada, estaba casi oscuro ya cuando escucho un chistido.

Miro a mí alrededor, pero no había nadie asi que me decido a seguir abriendo el portón de mi casa, colocando la numeración en el teclado. Pero antes de acabar, nuevamente. Esta vez más cerca.

-Hola –dijo una voz gruesa a unos metros de mí. Admito que me había asustado un poco.

-¿Hola? –digo algo dudosa, viendo al chico que me encontré en la fiesta de la amiga de Magdalena- ya no trabajo para el local de servicios.

-Lo se, venía a buscarte a ti en realidad –se acerca más, hasta tenderme la mano- Soy Matteo, hermano de la dueña de la fiesta aquel día.

Tomo su mano algo dudosa, asintiendo.

-¿Por qué vienes a buscarme a mi casa? De todas formas, es un gusto.

-Porque tengo algo que puede interesarte, Ivy.

-¿A qué te refieres?

-Tengo la grabación de las cámaras del apartamento de mi hermana.

Me quedo en silencio sin saber si confiar en su palabra o no. Saca su celular y voltea la pantalla hacia mí. Era la grabación y se veía perfectamente como allí estaban las dos. Ella ponía las joyas en mi bolsa mientras que Magdalena miraba a todas partes, suponía que cuidando de que nadie les arruinara el plan.

-No puede ser –susurro y veo como rápido guarda su celular.- Soy inocente, ¿me darías ese video?

-Claro, si aceptas salir conmigo.

-¿Qué? –me estaba chantajeando, claramente y yo no tenía idea de que decir, necesitaba ese video para poder comprobar mi inocencia.

-Pero bueno, simplemente venía a eso. Es como decidas. Buenas noches Ivy.

Si vuelvo a verte │Charles Leclerc│Where stories live. Discover now