CÁPITULO 45

1.3K 73 4
                                    


Finalmente salimos a una de las tantas rutas de Mónaco, empezando a conducir por la misma y ni siquiera me daba cuenta cuando subía la velocidad cada vez más.

-¿Esta emoción sientes tú al conducir? –cuestiono soltando una carcajada, sin dejar de ver al frente. El atardecer estaba cayendo y las carreteras no estaban tan transitadas.

-No sé qué estas sintiendo ahora mismo, pero necesito mantenerme vivo Ivy, tenemos una hija, por dios –dijo agarrándose de cualquier lugar exageradamente.

Reí fuerte observando hacia el tablero frente a mí, marcaba 150km/h, jamás había conducido a tal velocidad, pero se sentía bien, me sentía con adrenalina y emoción.

-Ya, no quiero que el piloto más codiciado de Ferrari muera de un infarto –digo descendiendo la velocidad poco a poco, hasta estar a una normal y de paseo.

Charles rió y apoyó su mano sobre mi muslo golpeando allí.

-Conduces muy bien, mi amor –dijo haciéndome sonreír y no exactamente por haber halagado mi forma de conducir.- además te ves muy sexy conduciendo.

Voltee a verlo un momento, alzando una de mis cejas.

-¿Si, Leclerc?

-Sí, Laurent. Me dan muchísimas ganas de cosa para nada decentes.

Entreabro mis labios volteando hacia el nuevamente. Sintiendo un cosquilleo en mí estómago.

-Mira Charles Leclerc, diciéndome esas cosas sí harás que no lleguemos a casa, me desconcentras.

Ambos reímos y me desvié a un camino que llevaba hasta una playa, por lo general siempre estaba vacía. Estaciono el auto viendo hacia allí, efectivamente no había nadie. Aún hacia algo de frio y el atardecer estaba allí aun, pronto se haría de noche.

Bajo del coche junto a Charles y pareciera que por inercia ambos queríamos hacer lo mismo.

Subí mi pantalón hasta donde podía, quitándome los zapatos y dejándolos todos a un lado, finalmente bajando a la arena junto a Charles quien observaba hacia el atardecer.

Su mano tomó la mía entrelazando nuestros dedos y voltee la mirada a él. Sonreí observando cómo los últimos rayos de sol golpeaban contra su rostro y lo bien que se veía.

Volteo a verme y también sonrió.

-¿Algún día te dije que jamás había amado a alguien como te amo a ti? –preguntó, poniéndose de frente a mí, llevando su mano libre hasta mi mejilla, acariciando tan suave que aquella caricia llegó a mi alma.

Una ola en mis pies me hizo volver a la realidad, mi corazón latía con fuerza pero estaba segura que tenía una enorme sonrisa de tonta sobre mi rostro.

-Nunca me lo habías dicho –dije sonriendo acercándome a su rostro, acariciando su nariz con la mía.

-Ahora ya lo sabes, te prometo que nada va a distanciarnos y todo esto tendrá solución, estaremos juntos.

Y le creí, porque sus ojos me observaban de una forma en que nunca lo habían hecho y sus manos me acariciaban transmitiéndome cada palabra que acababa de decir.

-Te amo –susurré justo casi que encima de sus labios, pasando mis brazos alrededor de su cuello.

-Te amo –dijo de igual forma hasta que mis labios y los suyos se besaron de forma delicada y suave, moviéndolos de una forma que me erizaba la piel y me enamoraba cada vez más.

Me separé abrazando su cuerpo con el mío y apoyé mi rostro sobre su hombro, observando hacia el atardecer. Sentía su mejilla sobre mi cabello, sus manos trazar caricias en mi espalda y las olas que llegaban de vez en cuando hasta nuestros pies.

Si vuelvo a verte │Charles Leclerc│Where stories live. Discover now