CÁPITULO 41.2

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Apreté el timbre tantas veces, caminando de un lado a otro. Nuevamente presioné el timbre y de aquel portón apareció Gina.

-¿Charles? Pero que... ¿estás bien? –cuestionó sin entender nada.

-No –dije adentrándome a su casa.- ¿Ivy me engañó con alguien? Eres su amiga, tienes que saberlo.

Sus ojos se abrieron grande y entreabriendo sus labios.

-¿Pero qué estás diciendo?

-Me lo acaba de confesar, dímelo Gina por favor.

-Leclerc, no tiene absoluto sentido lo que me estás diciendo, ella jamás haría eso –me dejé caer sobre los escalones de allí, llevando mis manos a mi cabello, negando- Ayer estuvimos juntas en el centro comercial hasta la noche, estaba feliz por la casa, de que quizás vivirían juntos, estaba realmente emocionada por lo del trabajo en Ferrari.

-No entiendo nada Gina, juro que estoy tan confundido –murmuré en un sollozo- acaba de romperme todo diciéndome eso, me dijo que ya no me amaba, me dijo que todo había sido una mentira. Tenemos una hija Gina, maldita sea.

-¿Qué? –dijo ella sentándose a mi lado, se quedó en silencio pensando.- Jamás te pondría los cuernos, está cuidando de Maisy y realmente está enamorada de ti. Dios, debió haber pasado algo más. Anoche no respondió mis mensajes.

-Los de nadie en realidad.

Ambos nos quedamos en silencio un momento, creo que ambos pensábamos muchas cosas, pero no sabíamos al final qué podría haber pasado.

-Algo debió haber pasado Charles, ambos sabemos cómo es ella.

-¿Y si realmente es así como ella me lo dijo?

-No –me cortó Gina, de forma seria.- Ni lo pienses Leclerc, esa mujer realmente daría la vida por ti, ella no te engañó de ninguna forma.

Me quedo sin decir nada, observando hacia un punto fijo en el piso, apoyando mi mantón sobre mis brazos que estaban apoyados en mis rodillas. No sabía que pensar ni como sentirme. Todo era extraño pero el dolor seguía ahí. Dolía mucho pensar en la idea de que ella pudo haberme hecho eso. Tal vez al final de todo lo mejor era alejarme por ahora, después de todo ella tampoco quería verme o eso parecía.

. . .

Ivy.

Había podido dormir como mucho dos horas en la tarde ese día y ni siquiera porque quería, el cansancio físico, mental y emocional que tenía era muchísimo más que todo.

Me sobresalto al escuchar el timbre, camino rápidamente hasta la pequeña pantalla a un costado de la puerta principal, observando a Gina del otro lado del portón. Suelto un suspiro de alivio, presionando el botón que le permitía abrir el portón para que pudiera adentrarse a casa.

-¿Pero qué carajos te pasa Laurent? –Fue lo primero que dijo Gina al entrar a casa.- ¿Dónde está Maisy?

-En su cuna –dije dándome la vuelta y caminando otra vez hasta el sofá, acostándome en él.

-¿Qué haces metida en el sofá? Tienes una entrevista laboral con Ferrari, levántate.

-No iré –murmuro, eso también me dolía, estaba demasiado emocionada por ese trabajo y era algo bueno para mi vida profesional como personal.

-Oh no, claro que irás –Gina desapareció de mi vista en cuestión de segundos volvió con ropa en su mano, conjuntos elegantes.- Dime, ¿verde o negro?

-¡No puedo ir! –dije exasperada, llevando mis manos a mi rostro, cubriéndolo.

Escuché a Gina suspirar y sentarse en la orilla del sofá.

Si vuelvo a verte │Charles Leclerc│Where stories live. Discover now