CÁPITULO 26

1.6K 114 6
                                    


Habían pasado exactamente cinco días y lo único que había hecho era llorar, llorar a todas horas, preguntarme por qué pasan las cosas y realmente detestar cada decisión de mierda que tomé algún día y que me llevó a esto.

Mi mejor amiga me había dicho que me podía quedar a dormir con ella pero yo no quería, tampoco quería ver a Pierre ni nada que se acercara a Charles. Me había enterado que había estado en Maranello estos días, que había estado algo distraído y me dolía saber que quizás por mi culpa ya no le fuera tan bien. Me sentía extremadamente una mierda.

Lia me había dicho que fuera a su casa hoy en la tarde, tenía noticias y obviamente en cuanto llegó la hora acordada, yo estaba en la puerta de su casa.

-Hola cariño –me dio un corto abrazo que yo devolví. Lia se había vuelto un pilar estos días, estaba siempre que la necesitaba, estaba siempre sin mentir.

-Hola Lia, ¿qué averiguaste? –cuestiono soltando un suspiro, bloqueo mi celular sentándome en uno de los pequeños sofá.

-Ya sé dónde está la nonna, cielo –dijo con una sonrisa, tomando un papel con algo escrito, entregándomelo.

-La Spezia...-murmuro mordiendo mi labio inferior, al fin había encontrado donde estaba y agradecía con mi vida que eso no fuera tan lejos de Mónaco.- es su ciudad de siempre, incluso yo viví ahí con mi madre, mi padre y hasta mis tíos.

-Yo viví ahí un tiempo, tengo contactos y también tengo un apartamento, Ivy.

Me quedo en silencio levantando la mirada hacia ella, lo de irme a Italia se estaba convirtiendo en una realidad. Me daba muchísimo miedo porque sabía que estaría sola, aunque tendría a mi abuela pero en este caso, era ella la que dependía de mí, yo ya no podría contar con nadie porque todos estarían lejos.

-Realmente si tú crees que lo mejor para ti es irte a Italia, yo puedo entregarte mi apartamento y ayudarte en lo que sea, al menos sabes que jamás tendrás que pagar por una casa. Es bastante sencillo, quizás como este pero...

Me tiré encima de ella a abrazarla con fuerza y poco a poco sentí como me devolvía el abrazo.

-Te convertiste en mi ángel estos días Lia, nunca tendré como agradecerte.

-No tienes que agradecerme jamás Ivy, créeme. –sentí como me daba un beso en mi mejilla y finalmente me separé de ella, sus ojos estaban algo brillosos.

-Tal vez acepte tu apartamento por el momento, pero créeme que quisiera pagarte algo cuando encuentre un trabajo allí.

Niega rápidamente, alzando las cejas.

-Ya te dije que no, ni siquiera uso ese apartamento por ahora, lo que si quiero es que me recibas como tu invitada cuando vaya a visitarte.

Suelto una risa asintiendo.

-Por supuesto que si Lia, podrás ir todas las veces que desees.

Esa tarde llamé a mi amiga para decirle que estaba decidida a irme a Italia, sabía que estaba casi que llorando por el otro lado del teléfono y sabía que ella deseaba que yo me quedara. Claramente escucharla así, me había hecho romperme a mi, no quería irme de Mónaco, pero quizás también necesitaba irme para crecer y para sanar.

Aunque sabía que habían cosas que eran insanables y sabía que habían cosas que jamás recuperaría.

Al día siguiente me dediqué a buscar vuelos baratos a La Spezia, finalmente compré el vuelo y cerré la laptop. Estaba hecho y en dos días estaría en Italia. El corazón se me oprimía, me dolía el alma, me dolía dejar todo aquí pero aún más saber que las posibilidades de encontrarme con quien yo amaba eran pequeñas. De que me perdonara y que la posibilidad de volver y ser un nosotros ya no existía pero cuánto lo soñaba.

Si vuelvo a verte │Charles Leclerc│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora