CÁPITULO 48: Decir adiós.

1.2K 76 4
                                    


p.o.v Charles.

Me sentía tan molesto con todo lo que estaba pasando, Ivy y yo jamás merecíamos todo lo que nos había pasado al final. Me sentía culpable por Giada pero al final y pesándolo bien, jamás había creído que podía pasar algo de esto. Quizás me confié demasiado en sus intenciones y quizás ese siempre era mi problema: pensar que todos tenían buenas intenciones, pensar que todos harían lo que yo hubiera hecho. 

Manejé casi que por inercia hacia la casa de los papás de Giada, sabía que ellos estaban ahí aún. Era un edificio sencillo, a pesar de que antes eran una familia adinerada,  se habían arruinado con todo lo que pasó con su hija.

Estaciono de golpe frente al edificio y si no mal veía, Giada iba entrando al edificio. Ella se volteó en cuanto escuchó el coche, a lo cual sonrió. Tan hipócrita podía ser. Mi rabia creció aún más, no sabía que le diría pero estaba seguro de que no me quedaría callado.

Me bajo rápidamente acercándome a ella.

-¿Charles, todo bien?

-Te tuve mucho cariño Giada, pero jamás te perdonaré que le hagas daño a mi familia.

-¿De qué hablas Charles?

Solté una risa irónica, dejando de verla un momento pero rápidamente me acerco más.

-Estabas amenazando a la madre de mi hija junto a Magdalena, ¿cómo pudiste? Te atreviste a que la golpearan, te atreviste a amenazarla con hacerle daño a una bebé de tres meses –dije negando, soltando un suspiro lleno de rabia, apretando mi mandíbula. Su rostro ahora era serio, tenía la respiración agitada.

-Es porque te amo y tú no amas a esa tonta...

-No te atrevas a insultarla –dije cortándola de una. Mi celular sonó en mi bolsillo y lo saqué de allí. Joyce.

-Joyce –dije al atender sin dejar de mirar a Giada.

-¿Puedes venir a la clínica de Monte Carlo?

-¿Qué pasó? –Cuestiono rápidamente.- ¿Estás bien?

-Si...solo que Ivy...

-¿Qué pasó con ella? –pregunto sin dejar que acabara la frase. Los labios de Giada se curvaron en una leve sonrisa y justo ahora presentía que ella sabía de qué se trataba aquella llamada.

Mi corazón empezó a latir con fuerza y era ese tipo de latido que no te dejaba respirar.

-¿Qué le hiciste? –pregunto guardando mi celular, ella no respondió.- Juro que vas a arrepentirte de lo que sea que hayas hecho, te lo juro.

Pero no tenía que perder tiempo allí, rápidamente subo una vez más a mi coche y en cuestión de minutos me encuentro en la clínica.

Sentía un miedo que me ahogaba y me negaba a perder a otra persona que amaba tanto. Sentía el miedo que había sentido hace tanto tiempo, el miedo a quedarme con un vacío por siempre. No quería vivir sin ella, no podía hacerlo. No quería aprender a hacerlo.

-¿Dónde está? –pregunto en cuanto veo a Joyce parado de espaldas. En cuanto se da la vuelta, estaba llorando y parte de su camisa se encontraba manchada de sangre.

Pasé saliva viendo aquello casi que sin poder pestañear.

-¡Joyce habla, por favor! –exclamé acercándome a él, tomándolo del cuello de su camisa con desesperación y una angustia subiendo por mi garganta.

. . .

Mi mirada estaba en un punto fijo de aquella sala de espera. No tenía idea de que horas eran, me ardían los ojos, estaba tan ido en mis pensamientos y la sonrisa de Ivy se me aparecía a cada segundo que pasaba en mi frente.

Si vuelvo a verte │Charles Leclerc│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora