Capítulo 54

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La vista que me recibió al entrar a mi apartamento solo me hizo pensar en huir de ahí. La soledad no es algo que deseo en este momento, todo está en completo silencio y oscuro por las cortinas cerradas. Dejo mi chaqueta en la silla junto con las pastillas en la bolsa. Todo es un desastre tanto como lo es mi vida en este momento. Me puse arreglar el departamento para distraer a mi mente, pero me siento como si fuera una niña aprendiendo a caminar.

En cada momento se me resbalaban las cosas de las manos y dolía el tener que agacharme para recogerlo cada tantos segundos. El corte de mi ceja me causa una picazón que me dan ganas de pasar mis uñas con fuerza para lograr quitar esa sensación. Al ver que son las ocho de la noche de un día sábado ya había arreglado mi habitación.

Entonces un toque en la puerta me hace saltar y aunque no lo quiera sentir, me da un poco de pánico. Me quedo inmóvil mientras un frio recorre mi columna y no pienso salir a abrir. Otro suave toque me hace tragar saliva para caminar lento hacia la puerta. Mi mano se queda en el aire para escuchar otra vez la puerta y mi corazón late como loco.

― ¿Quién? ―sale tan bajo que lo vuelvo a repetir con un poco de confianza.

«Marley, nadie puede subir sin permiso.»

Signorina, soy Carlo el chofer de Miss Black ―me relajo un poco pero no tanto porque, que hace el aquí.

― ¿Pasa algo? ―suelto ni bien abro la puerta para verlo con una caja en sus manos lo veo con una ceja alzada.

― Traje la cena ―me dedica una sonrisa y puedo decir que es la primera vez que lo veo sonreír.

― ¿Okey? ―lo veo con una ceja alzada ― Yo no pedí nada.

― Miss Black dejo por escrito que tenía que traer su comida para que no le resultara tedioso que cocinar y pudiera descansar.

Esa simple petición envía un calor a mi pecho. Me hago a un lado para dejarlo pasar y ver a una trigueña con pelo rizado con un traje igual que Carlo. No aparta la mirada de enfrente y parece estatua. Carraspeo pero no me hace caso, salgo de mi departamento y levanto la mano para hacerle una seña y eso es suficiente para llamar su atención.

― ¿Todo bien señorita? ―tiene un acento lindo.

― Pasa, debe ser cansado estar parado.

Abre la boca pero le muestro la puerta, asiente y entra para ver a Carlo parado en medio de la sala con la caja aun en manos. Cuando trato de tomarla niega entonces señalo la encimera y la deja ahí. Se dispone abrirla para ver demasiada comida para mi sola. Los veo a los dos parados viendo la pared como la cosa más interesante, o puede que vean donde hay una mancha de pintura negra. Tomo tres platos para ponerlos en la encimera y tomar cubiertos. Tomo dos vasos y un tercero pero está muy lejos y termino golpeándome con la perilla del cajón al estirarme.

― ¡Joder! ―en un segundo tengo a los dos están a mi lado ― Estoy bien, solo que no alcanzo ese vaso.

― Lo tomo yo señorita.

Me alejo para respirar profundo ignorando el dolor. Dejo un vaso al lado de cada plato y sirvo un poco para mí. Les señalo para que tomen asiento pero no me miran, se miran entre ellos como si tuvieran una conversación solo ellos dos con solo la mirada. Sirvo un poco de fideos con pollo que por arte de magia viene en pedazos pequeños, lo cual agradezco.

― Por favor, cenen. Es demasiada comida para mi sola.

― No creo que sea correcto, Signorina.

― Carlo mírame ―me señalo ― ¿Me crees capaz de comerme toda esa comida?

― No ―dice la trigueña con un atisbo de sonrisa que se le borra al ver que la vi.

A Sky Full Of Stars | +18 | L1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora