Ya no me interesas

Capitulo 36

En los últimos días, el palacio no había estado en paz. Aparte del caso de fraude, las intrigas del harén tampoco le ahorraron muchos problemas al emperador.

Fu Zhiyu escuchó los chismes de Caimei de que Momo Gui de la Torre Linyue tuvo un conflicto con Hua Ruixuan en algún momento. Momo Gui estaba acostumbrada a ser un tirano en palacio. Aunque su maestro le había dicho que no causara problemas por el momento, no podía tragarse su ira. Sintió que alguna concubina impopular en el palacio no podía permitirse el lujo de causar problemas, por lo que aún así encontró una oportunidad y se enfrentó a Ah Ye, la doncella del Decimotercer Príncipe, esta vez apuntando a la madre biológica del Decimotercer Príncipe.

La madre biológica del decimotercer príncipe Fu Yanran era simplemente una meiren1. Fu Zhiyu recordó que parecía ser una dama de palacio que accidentalmente fue favorecida por Fu Qingyan. El emperador Qingyuan la había olvidado después de acostarse con ella una vez. Aunque dio a luz a un príncipe, no la recordaron. Ella ni siquiera era la maestra de Hua Ruixuan. Era tímida por naturaleza y servía a la gente desde que tenía memoria. Después de convertirse en madre de un príncipe, todavía no tenía aire de autoridad. Cuando se enfrentaba a Momo Gui, ella sólo lloraba. Tanto ella como Ah Ye estaban completamente controladas por Momo Gui y no se atrevieron a resistir. Esta vez Momo Gui fue inteligente. Ella no eligió el jardín imperial, fue directamente al salón lateral de Hua Ruixuan, el lugar que apenas se diferenciaba del frío palacio. Allí no tenía sentido gritar pidiendo ayuda, nadie escucharía.

Pero justo cuando Ah Ye casi fue torturada hasta la muerte, Fu Yanran regresó.

Tan pronto como entró, vio a su madre en un estado extremadamente miserable. Ese día llovió un poco y su ropa estaba desordenada. Tenía ronchas en el cuerpo, como si la hubieran golpeado con un látigo. Se arrodilló en el suelo con este clima, temblando de frío, y no se atrevió a levantarse. Ah Ye yacía inconsciente, casi muerto, y todo el lugar estaba sumido en el caos, el escenario de una verdadera tragedia.

Este niño, Fu Yanran, fue inesperadamente inteligente y reaccionó mucho más rápido que la última vez. Gritó en el acto, agarró desesperadamente la mano de Momo Gui para evitar que se fuera y luego comenzó a gritar. De hecho, la maestra de Hua Ruixuan, Consort Jun, había escuchado el ruido hace mucho tiempo y sabía lo que estaba pasando, pero no se atrevió a interferir. Sin embargo, Fu Yanran gritó que iba a golpear el pilar y suicidarse, y que todos pagarían por ello.

El impopular príncipe también era príncipe. Si realmente moría, entraría al mausoleo imperial. Habría una investigación. El Tribunal Imperial de Revisión Judicial trabajaría duro para compensar el hecho de que no habían encontrado nada en el incidente de Wang Zhao la última vez. Entonces sería imposible que el emperador no supiera sobre este asunto.

El príncipe en el salón lateral de Hua Ruixuan fue asesinado. La madre biológica del príncipe obviamente resultó herida. La sirvienta casi fue torturada hasta la muerte. Toda la habitación parecía haber sido barrida por un tornado. No fue necesario investigar, el problema era evidente a primera vista. En ese momento, la Torre Linyue no estaría en problemas, sería Consort Jun, el maestro de Hua Ruixuan, quien naturalmente tendría que cargar con la culpa de este crimen.

Ya no podía quedarse quieta, así que inmediatamente tomó a los eunucos y a las doncellas del palacio y salió.

Pero si un Consort Jun no fuera suficiente, el Príncipe Heredero Fu Lingxiao, ya sea que realmente pasara y escuchara el ruido o lo hubiera planeado hace mucho tiempo, entró con un grupo de guardias y eunucos en el momento más caótico.

Fu Yanran, este pequeño, era realmente una persona cruel. Claramente sabía que el Príncipe Heredero estaba aquí y Momo Gui no podía escapar ante las narices de tanta gente. Le soltaron la mano, pero en cambio, como si hubiera sufrido un gran agravio, Fu Yanran gritó y literalmente golpeó el pilar a la vista de todos, rompiéndose la cabeza, sangrando y desmayándose en el acto.