cнapтer seѵeηтeeη.

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¡Vooooy!

Una vez tocó el timbre por tercera vez consecutiva en una fracción de diez segundos, Zael accedió a esperar muy pacientemente en ese pasillo de ese edificio con un olor invasivo a pobreza.

Mientras esperaba a que la maldita puerta fuese abierta, él se puso a pensar en que, si hubiera sabido más antes que acabaría poniendo sus caros zapatos de Chelsea sobre ese lugar, habría intentado vestirse menos caro. Aunque, a decir verdad, tampoco era su culpa tener tanto glamour.

Tenía puesto un traje cruzado de color azul noche, que le quedaba ciertamente ajustado debido a sus múltiples atributos grandes y gruesos, como sus muslos, sus glúteos y, por supuesto, sus pectorales. Por encima del traje llevaba una gabardina en negro carbón y, asimismo, unos guantes de piel del mismo color que la gabardina.

Su loción de ❛1 Million Elexir❜ de Paco Rabanne, se encontraba esparcido por casi todo el pasillo de ese piso, lo que resultaba algo bueno para él. De esta forma, el olor a pobreza, al menos, no iba a molestar sus fosas nasales.

—Bueno, ¿y es que esta zorra cree que yo tengo todo el tiempo del mundo para esperar a que abra? —gruñó impaciente.

Por suerte, el universo hoy parecía ir a su favor y no en su contra, como en acostumbradas ocasiones en que todo le sale mal. Esta vez, luego de esperar por largos minutos a que esa puerta se abriera, al fin se abrió, y fue abierta precisamente por la persona que él quería que lo hiciera.

Choi ZuHi, la ex esposa de su marido.

Ella pareció haber entrado en cierto pánico al abrir un poco la puerta y encontrarse con él y su sonrisa; una sonrisa algo cínica y muy maliciosa. La mismo que se borró de golpe de sus atractivos labios cuando ella tuvo el atrevimiento de intentar cerrar la puerta así como la abrió, en cuestión de segundos.

Era evidente que ella sabía a qué él había llegado hasta su..., ¿debería llamarlo hogar?

—¿Quién te crees que eres para cerrarme la puerta en la cara, perra? —espetó furioso tras meter la punta de su zapato entre la puerta y el marco—. Mírate, a parte de zorra, maleducada.

Él sostuvo el filo de la puerta con su mano izquierda entre una expresión fuertemente ceñuda, aunque al cabo de unos segundos terminó echándose a reír gracias a lo ridícula que se veía ZuHi mientras intenta cerrarle la puerta con toda la fuerza que tiene.

Ella estaba echando todo su peso contra la puerta de madera y, al mismo tiempo, trataba de sacarle el pie de donde lo tenía metido para así poder cerrar la puerta de una jodida vez, como si no se ha dado cuenta todavía de que él tenía la suficiente fuerza para mandarla a volar lejos; cosa que hizo.

Había perdido toda su paciencia y su buen humor al verse esperando un buen rato por que ZuHi le dio la cara y saliera, así que ya no estaba dispuesto a hablar pacíficamente ni actuar sensato como lo planeó antes de llegar a ese lugar.

Por ende, con la mano con la que había estado sosteniendo la puerta para que no fuera cerrada, mandó la puerta a chocar de un sólo empujón con la mesa que se encontraba al lado, lo que generó un ensordecedor ruido. A continuación, se dispuso a entrar a ese departamento con esos brillantes ojos grisáceos puestos sobre ZuHi, acechándola con la mirada.

Una sonrisa lasciva plasmada en su rostro iba en el paquete mientras daba paso por paso hacia ella, que había llegado a retroceder bastante cuando él abrió la puerta por completo de un sólo empujón. Él entonces caminaba lento y seguro, como un lobo queriendo arrinconar a un pequeño e inofensivo conejito solamente para divertirse.

—Sal de mi casa, Min Zael —ZuHi se tomó el valor de exigirle en lo que retrocedía a cada paso suyo—. Sal o llamo a la policía, infeliz.

—Oh, a la policía —él dijo sin perder su sonrisa lasciva—. ¿Te refieres a la que yo tengo comprada?

Mαη's Ƭσxıc ༝ 「ʏᴏᴏɴᴍɪn」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora