ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ɴɪɴᴇᴛʏ sᴇᴠᴇɴ.

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Jorge negó con la cabeza en repetidas ocasiones, observando con un nudo en la garganta cómo HakYung saca casi toda su ropa del armario; visiblemente enojada.

—Ya no hablaré más con ella, te lo juro —aseguró siguiéndola, cuando ella salió del armario con una bola de ropa—... Espera...

—¡Te lo advertí, Jorge! —ella explotó una vez dejó la ropa sobre la cama y le hizo frente—. ¡Te dije que si seguías hablando con ella, esta mierda entre tú y yo iba a terminar!

—Es que no creí que estuviera mal —dijo sinceramente en un simple murmullo. Su ojo café caramelo estaba húmedo y se notaba triste.

—¡¿No?! ¡La puta aquella se quiere meter entre tus piernas y tú no haces nada para ponerle un alto! —HakYung espetó mientras le mete un empujón para que se aleje—. ¡Ahora espera pacientemente el puto divorcio!

Él guardó silencio. Sujetó su bastón con la mirada puesta en la ventana de la habitación, para admirar la dulce mañana que apenas está arribando mientras piensa que no debería echarse la culpa del divorcio..., pero lo está haciendo.

Las cosas con HakYung no han estado bien durante mucho tiempo, honestamente; siempre había peleas, gritos y agresiones físicas por parte de los dos, ella por impulsiva y él por defenderse.

Entonces suponía que un divorcio era lo más sano, ¿no? Sin embargo, eso no quita que quiera morir de depresión amorosa, porque al final ama a HakYung con todas sus fuerzas. Desearía poder hacer algo para remediar sus errores.

—Dicen que amar también es dejar ir, ¿verdad? —susurró antes de voltear a ver a HakYung.

Ella se inmoviliza, deja de hacer sus maletas para enderezarse y girarse a su dirección. Se queda pasmada cuando él la toma del rostro y le planta un beso en la frente con lágrimas cayendo por su ojo.

Más tarde decide unir sus frentes, pero no suelta aquel fino y hermoso rostro que muchas veces sujetó cegado de amor. HakYung jadea y él cierra el ojo, suspirando en un beso esquimal.

—Perdón por amarte como si fueras la última persona en el mundo —se disculpó hablando en voz bajita—. Gracias por darle una vida a mi hijo.

—Jorge —ella suelta al viento, jadeando ciertamente asustada sin motivo—, yo...

—Nunca fui lo que querías y no sabes cuánto me esforcé —volvió a susurrar—. Lamento no haber sido lo suficiente para ti..., pero, de haberlo sido, ¿me habrías amado de verdad?

Para ser honestos, Jorge no quería saberlo, y porque no quería saberlo es que tomó la dolorosa decisión de aceptar la realidad de su matrimonio, aunque le doliese mil vidas.

En silencio se separó de HakYung, soltó su bello rostro y dejó caer sus manos a los costados. Un minuto más se quedó a admirar la dulce belleza de ella con una sonrisa pequeña, acariciándole su largo cabello negro.

La veía con amor, con cariño, pero también con melancolía y nostalgia. Su mirada podía decir tantas cosas, todas aquellas que su boca no podía; entre ellas, lo mucho que HakYung era el amor de su vida.

—Habla con nuestro hermoso hijo, él entenderá —aconsejó, para después darse la vuelta en busca de salir de la habitación que durante años compartió con HakYung.

Al poner pie fuera de la habitación, se llevó la mano al corazón y soltó cada suspiro que se le había quedado atorado en los pulmones. Derramó lágrimas sin parar y sufrió de un corazón roto que jamás iba a poder ser reparado.

No se sentía bien, había algo atrevesado en su pecho que lo asfixia y lo pone ansioso. El sentimiento de no ser lo suficiente le provoca una enorme e irreparable tristeza que lo hace desear haber dado más para ser amado correctamente.

Mαη's Ƭσxıc ༝ 「ʏᴏᴏɴᴍɪn」Where stories live. Discover now