cнapтer тнırтy eıgнт.

430 64 393
                                    

—Qué perra tan apretada eres.

—Mgh~, Zael~.

Zael ladeó su cabeza para ver la otra perspectiva o el otro ángulo de ZuHi, que yacía debajo suyo, con las piernas abiertas y gelationosas, cuerpo bañado en sudor y una que otra lágrima loca que dejó el rastro por la esquina de los ojos.

Él la observó fijo y en completo silencio; le clavó sus ojos grisáceos mientras sus pupilas volvían a su tamaño normal luego de haberse pasado todo ese tiempo dilatadas por el extasis que ella le hizo pasar al ser tan estrecha y bonita.

El sentirse tenso lo llevó a meterse el cigarro de menta a la boca para extraer el humo de una sola calada y al segundo expulsarlo, esparciéndose sobre ZuHi, una mujer agotada que no tenía ni la energía para acomodarse un poco tan alborotado cabello.

Había estado fumando un poco antes de correrse dentro de ella, pues el momento previo al orgasmo siempre le pone rígido los hombros de la tensión. Solo puede resolverlo fumando, esté arriba o abajo.

—Eres una zorrita muy bonita. ¿Lo sabías? —dijo en tanto acaricia el monte de Venus perfectamente bien depilado de ella—. A veces logro entender a mi marido.

—Tú también eres muy guapo, Zael —ella murmuró con la piel de gallina, viéndolo—. A pesar de todo, nunca he dejado de amarte.

—¿Sí? —él inquirió tras darle una calada a su cigarro—. ¿Qué tanto me amas?

ZuHi suspiró cerrando poco a poco sus ojos de tonalidad oscura para sentir más a fondo el tacto dulce y venenoso de él, que le puso la mano en la mejilla y con el dedo pulgar rozó su pómulo. Fue un gesto tan tierno que ella, acostumbrada al desinterés amoroso de su marido, no pudo evitar dejarse envolver por él.

Incluso sabiendo que Zael envuelve como una serpiente envuelve a su víctima para asesinarla.

Enrolló sus delicadas manos alrededor de la muñeca de Zael, frotó su mejilla constantemente para tener más de su tacto y que ésto pudiera quedarse grabado en su memoria para cuando se sintiera sola. Sin tener una mínima idea de que Zael la observaba satisfecho y sombrío, pues estaba obteniendo lo que tanto quería de ella.

Él era malo y ella lo sabía. Sin embargo, ya era costumbre de él hechizar a los demás para que estén bajo su poder y así poder controlarlas a su favor, para obtener cualquier cosa que quiera. Era un don natural; idiotizar a alguien con su sola belleza y una personalidad encantadora tan fingida.

Era como una manzana envenenada. Esta fruta se podía ver tan jugosa y roja por fuera, pero era tan podrida y verde por dentro. Bastaba con una mordida para morir. Así exactamente era Zael: se podía ver tan dulce y encantador por fuera, pero por dentro estaba totalmente podrido e intoxicado.

—Tanto que me haces sentir que no tengo sangre en las venas, porque te amo con locura. Te amo a pesar de todo el daño que me has hecho y que me sigues haciendo. —ZuHi confesó hipnotizada por aquel tacto dulce que emerge paz en ella.

—Yo no te he hecho daño, cariño —alegó él con una voz aterciopelada—, sólo te he enseñado a portarte bien conmigo.

—Sí..., eso —ella susurró asintiendo—. ¿Puedo decirte que te amo?

—Adelante. —Sonrió fascinado, tan malvado.

—Te amo, Zael. Te amo mucho más de lo que pude llegar a amar a YajaTzael. —Le aseguró ella.

—Ouh, qué conmovedora confesión —él dijo con una sonrisa, la que de golpe se borró—. Es lamentable para ti que yo no sienta lo mismo.

Todo tacto que había tenido en ZuHi llegó a esfumarse en un dos por tres. Provocó que ella abriera los ojos al chocar la cabeza repentinamente contra la almohada y que se encontrara con un rostro serio y ensombrecido.

Mαη's Ƭσxıc ༝ 「ʏᴏᴏɴᴍɪn」Where stories live. Discover now