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—¿Cómo te sientes? —TaeHyung quiso saber una vez se puso al lado de su tío menor y elevó la cabeza para verlo.

—Más vivo que nunca, cariño —respondió Zael al deslizar la puerta de su despacho—. Los nenes primero.

Esa curva embrujadora que en sus rosáceos labios se encendió hizo a TaeHyung explotar en timidez, cuando él se puso a un lado de la puerta y con su mano extendida lo invitó a que fuese el primero en entrar.

Él puso luego sus mordaces y destellantes ojos sobre TaeHyung. Mientras éste se iba adentrando a su despacho, él lo estaba recorriendo de cuerpo completo, acechándolo como un lobo feroz a su adorable presa.

Y aquella embrujadora curva aún se mantenía en sus labios, ahora un poco ladeada, pero siempre mostrando las mismas perversas intenciones para con ese chico dentro de su despacho.

TaeHyung lo había defendido y estaba de su lado. ¿No era eso magnífico?
No sería su aliado, eso sí. Sería una pieza más en el tablero; un juego de ajedrez en el que la reina no existe y en el que cada pieza se mueve con un propósito.
Él era quien jugaba frente al espejo.

—Si hubieras escuchado todo lo que dijeron sobre ti, tío bonito —dijo TaeHyung desde el sofá.

—Me lo imagino, cariño, pero quien habla de mí en mi ausencia es porque respeta mi presencia —comentó mientras cierra la puerta poniendo el seguro—. Al final todos van a pagar el sólo hecho de alzarme la cabeza.

Se desplazó hacia su escritorio, tomó asiento frente a este mueble de cristal y encendió la lámpara ubicada en una esquina, pues el despacho estaba a oscuras; a duras penas iluminado por los rayos de la luna que se colaban por los rincones de los ventanales.

De una de las gabetas del escritorio extrajo una libreta con un forro de color negro, dicho forro estaba cubierto con algunas manchas de sangre ya seca y, al ser abierta, el forro no era lo único manchado. El ir pasando de las páginas se alcazaba a notar que la mayoría estaban cubiertas de sangre.

De la misma gabeta cogió un pequeño cutter.
Sobre el escritorio dejó la libreta abierta, en páginas que no han sido manchadas con alguna tinta. Posteriormente, acercó una pluma de caligrafía de mano hacia él. Ésta era de ganso y de color rojo.

Acercó también el tintero que permanecía vacío, pero que, al igual que toda la libreta en sí, se podía notar algunas manchas de sangre alrededor. Manchas ya secas y antiguas.

—¿Tío?

Elevó la mirada hacia el frente, hacia en donde la luz de la lámpara no alcanzaba a iluminar.
Divisó a TaeHyung entre la oscuridad, su presencia y su sombra. Lo escuchó hablar con una voz susurrante y ciertamente abrumada.

Desde ahí supo que se encontraba inquieto, indeciso en si acercarse o no a él por miedo a interrumpirlo y salir regañado. Él se llevó el dedo índice a los labios, lo presionó contra ellos como una orden a mantener silencio.

TaeHyung movió la cabeza entre la oscuridad y él, que sin importar si tenía un joven y asustadizo espectador, abrió por completo la palma de su mano izquierda y con la otra mano cogido bien el cutter.

Aproximó la punta extremadamente filosa a la palma abierta de su mano izquierda. Primero hizo sólo presión y después pasó a ir rajando todo lo largo de ella mientras observa cómo de inmediato, apenas y la punta pasa, comienza a salir grandes hilos de sangre.

Y cuando terminó de cortar hasta donde debía dejar de cortar, cerró la mano. Cubrió la palma con su puño dejando el cutter a un lado para acercar el tintero y ubicarlo por debajo de su mano hecha puño.

Mαη's Ƭσxıc ༝ 「ʏᴏᴏɴᴍɪn」Where stories live. Discover now