ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴇɪɢʜᴛʏ ᴛʜʀᴇᴇ.

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—Hoy es un buen día para no hacer nada.

GiYoon suspiró gustoso, decidió tomarse un descanso. Se sentó en el filo de una fuente cubierta por plantas enredaderas.

Pensó que estar despierto desde las tres de la mañana por estar revisando la mercancía que se iba a exportar en camiones, le ameritaba un receso a esas diez de la mañana.

Se puso un cigarrillo entre los labios y lo encendió con ayuda de un, valga la redundancia, encendedor.

Se dedicó a fumar observando y curioseando los alrededores de uno de los tantos jardines que posee la residencia de Zael.

Al parecer, a ese blanquito le gusta mucho la naturaleza.

—¿Qué están viendo mis virginales ojos? —murmuró con el cigarrillo entre los labios mientras se baja sus gafas de sol—. Dios mío, ¿y ese chocolate blanco?

A unos metros tan sólo de la fuente en la que él está fumando a gusto, un chico como de su edad hizo acto de aparición; hablando o, más bien, discutiendo por celular.

No obstante, ése no es el punto, el punto es que aquel chico tiene un tremendo parecido con Zael. ¡Era casi su copia! Solamente que Zael era más alto, más blanco y con facciones más marcadas.

¿Ese precioso sería su hijo? Porque él, de hecho, nunca le ha preguntado a Zael si tiene hijos.

Es que a ese guapote gruñón hay que sacarle las palabras con una cuchara. El jodido nada más no busca hacer conversaciones. Ahora comprende por qué no tiene amigos.

—Bueno, si no se da con el papá, se dará con el hijo —decretó luego de ponerse de pie y botar el cigarro al suelo empedrado—. Pero de que me quedo en la familia, me quedo.

Preparado, bonito y dispuesto se dirigió hasta aquel chocolatito blanco tan guapo que sacó todos los genes del papá.

A medida en que se iba acercando, alcanza a escucharlo hablar con alguien y pedirle con desespero sobre una oportunidad y otras estupideces a las que él no presta mucha atención.

¿Cómo hacerlo si está más enfocado en lo guapote que era ese chico?

—No me cortes, no me cortes... ¡Aaaaaah! Me cortó, maldita sea con ese cachetón necio.

—¡Hola!

YoonGi pegó un brinquito ante una voz desconocida hablándole alegremente al oído.

Guardándose el celular en el bolsillo del pantalón se fue volteando, encontrando a un chico bonito con una sonrisa bonita.

—Hola —sonrió amable, pues pensó que ese chico debía ser un nuevo trabajador porque nunca antes lo había visto ahí.

—¿Estás bien? Te escuché discutir por celular —comentó el chico de atractivo físico—. ¿A quién hay que meterle plomo?

—Pero —calló y soltó una carcajada en cuanto el chico extrajo de su riñonera de pierna una pistola calibre veintidós—... No hay que matar a nadie —dijo aún entre risotadas, poniendo la mano sobre la pistola para bajarla.

—¿Seguro? —el chico se alzó de cejas accediendo a guardar su pistola—. Yo le puedo meter quinientos tiros a quien sea.

—No te preocupes, estoy bien —negó cuando sus risas cesaron y en su lugar quedó una sonrisa—. ¿Cómo te llamas?

—GiYoon —le respondió el chico—, pero me puedes decir el amor de tu vida.

Ante lo último, YoonGi negó sin llegar a perder su sonrisa. El chico le cae muy bien.

Mαη's Ƭσxıc ༝ 「ʏᴏᴏɴᴍɪn」Where stories live. Discover now