cнapтer fσυrтy sєѵєη.

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—¡Por tu puta madre que te parió, bájame! ¡Bájame, maldita sea! ¡Bájame! —Zael exigió a punta de gritos ensordecedores y golpes violentos.

Su hermano mayor, Jorge, accedió a sus exigencias. Al entrar al despacho lo dejó en libertad bajándolo de sobre el hombro y se quedó al as de la puerta para poner el seguro solamente, incluso, Jorge llegó a ponerse adelante de ella ante su clara intención de buscar cómo salir de ahí.

Él le hizo frente a su hermano estando lo enteramente cabreado para apartarlo de la puerta de la manera más brusca con la que nunca lo ha tratado. Se le paró apretando sus puños con ira e impotencia y le dio una mirada cargada de odio, viendo a su hermano como si hubiese sido el culpable de toda esa mierda que acaba de ocurrir.

Jorge quiso hacer el intento de calmarlo, mostrándole una expresión comprensiva en lo que alza la mano pretendiendo acariciar su mejilla. Sin embargo, él le metió un hostil manotazo apartando de su rostro cualquier contacto hipócrita.

—¡Eres un jodido traidor hijo de puta! ¿¡Cómo te atreviste a invitar a ese maldito anciano de mierda!? —Reclamó rebosante de cólera.

—¡¿Traidor?! —Jorge exclamó indignado por sus acusaciones—. ¿Tú de verdad piensas que yo lo invité a esta fiesta, a tu casa?

—¡Efectivamente! ¿Sabes por qué? ¡Porque siempre lo has puesto por encima de todo simplemente porque fue el mejor padre contigo! —espetó lanzando sapos y culebras por la boca—. ¡Me cuesta creer que me hayas traicionado de esta forma tan baja! ¡Ahora tú y él se pueden ir a comer mierda!

—¡Respétame, Zael! ¡Aquí tú no estás hablando con cualquier persona, estás hablando conmigo! —le dijo Jorge con la voz elevada, señalándolo con el dedo—. ¡Y si no me vas a respetar por las buenas, yo tendré que enseñarte a respetarme por las malas!

—¿¡Sabes qué, Jorge!? ¡Aquí el único que piensa que está hablando con cualquier persona eres tú! ¡No pretendas imponer un poder sobre mí que no tienes! —masculló enardecido, con la sangre subida hasta la cabeza—. ¡A ti te faltaría morir, nacer y renacer en tres mil vidas para hacer que yo te respete, estúpido traidor!

¡Zas! El sonido de un golpe a mano abierta en la cara se hizo escuchar por todo el despacho, resonando por el simple hecho de que con esto él fue callado de parte de Jorge.

Soltó un jadeo de ira manteniendo la cara a la misma dirección en que la bofetada de Jorge la dejó. Tenía la cabeza gacha, mas no la mirada; aquella mirada de ojos grisáceos en los que ahora se podía ver claramente las llamas del infierno.

La sensación de quemazón en su cara se hizo presente en fracción de segundos, posiblemente debía de estar plasmada en su blanquecina piel una gran marca roja, pues Jorge se había retirado el guante antes de alzarle la mano.

Levantó finalmente la cabeza echando el aire por sus fosas nasales. De hecho, comenzó a respirar únicamente por la nariz porque estaba empezando a sentir un líquido metálico y espeso cayendo a su boca y resbalando por su garganta.

Se estaban reventando los vasos sanguíneos situados en la parte posterior de sus fosas nasales, esos que son más grandes que los de una simple hemorragia nasal anterior.

Observó a Jorge a duras penas unos segundos; sólo fueron minisegundos quizá. Jorge le había vuelto a dar otra bofetada, esta vez, en su otra mejilla. Pero con la misma fuerza que la primera y a mano limpia, sin guantes que hicieran del golpe algo más suave.

—Te exijo todo el puto respeto que a nadie más le has dado en tu vida, Zael —Jorge le habló haciéndose escuchar enojado—. Te lo exijo como tu hermano mayor, como tu padre y como tu jefe.

Mαη's Ƭσxıc ༝ 「ʏᴏᴏɴᴍɪn」Where stories live. Discover now