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—¿Y si no te quiere ver, bebé?

—¿Tú crees?

—Sí.

JungKook suspiró en medio de esa fría noche gélida, envolviéndose mejor con su chaqueta de ante con borrego mientras observa, con sus ojos saltones y brillsosos, hacia adentro de la residencia en donde JiMin vive.

Se encontraba de pie frente a los grandes portones pivotantes automáticos de color blanco hueso con cientos de detalles en dorado y cientos de hombres armados vestidos de negro, custodiando cada rincón del lugar. Había muchos ahí afuera y la mayoría tenía los ojos puestos sobre él; intimidándolo.

Su novio esperaba fuera del auto, a un par de metros detrás de él. Apoyado de brazos cruzados contra la puerta del piloto para cuidarlo, tanto porque era su novio como porque era su mayor. Él entonces tenía escondidas las manos en su chaqueta de borrego para minimizar el viento frío.

Estaba intentando e intentando agudizar los ojos para encontrar alguna señal por parte de JiMin, para seguir esperando a que quisiera salir y verse con él.

Había llegado con la intención de disculparse personalmente en vista de que su Hyung bonito no quiso responder sus miles de mensajes y sus miles de llamadas. Se lo pensó mucho antes de pedirle a su novio que lo llevara a la residencia de uno de los narcos más temidos y respetados del país, en donde también vivía Min YoonGi.

Por supuesto, se sintió asustado de salir del auto y encontrarse con dos hombres grandotes y musculosotes, con el gesto neutro y una gran arma que, por no conocer nada de ellas, no sabía ni qué tipo era. Lo que sí conocía era lo muy capaz que esos hombres serían de usar la violencia con ellos.

Esas fueron las intenciones que mostraron al acercarse a él y a su novio, preguntándoles qué se les había perdido en ese lugar en el que nunca se les ha visto. Fue entonces cuando él cogió valor para hablar (luego de mentalizarse mucho para no escucharse asustado), mencionando que él era amigo y compañero de clases de JiMin, y que si podía verlo.

Evidentemente, no le dieron permiso de entrar a esperar a JiMin porque esa autoridad no la tenía nadie más que el jefe, Min Zael, así sean los mismísimos padres de JiMin. Es por eso que le tocó esperar afuera y ser atacado por el salvaje frío que ya le estaba comenzando a calar todos los huesos.

Hasta el peroné, que era el hueso más insignificante del cuerpo humano.

—Bebé, quizá no quiere verte —su novio le habló desde el auto—. Yo no querría verte, así que...

—No me estás ayudando a sentirme mejor, Sunbae —comentó con la voz átona; sin fuerza.

—No quiero hacerte sentir mejor a base de mentiras que quieres escuchar —le dijo su novio aclarando—. Debes entender que él está dolido contigo, después de todo, dijiste cosas que no tenías el derecho de mencionar.

—Lo sé —murmuró al final con la vista puesta en el suelo—. Fui muy cruel.

Tomó la decisión de expulsar un último suspiro antes de darse la vuelta para dirigirse hacia en donde su novio se encontraba, para no dudar en metérsele entre los brazos y aceptar ese abrazo que su novio con una sonrisa le ofreció.

Y nunca se había sentido tan bien el hecho de que su novio fuese más alto que él, aunque sólo eran cuatro centímetros, pero eran los suficientes para ser envuelto entre una calidez y un olor que ama y que lo hace sentir siempre mejor. Además, justo ahora, más que nunca, realmente necesita tenerlo de esa forma.

Se sentía culpable, claro que sí. Tenía la sensación de haber arruinado una amistad que pudo haber sido la mejor de su vida sólo porque decidió atacar de manera más personal, dejándose influenciar por el tremendo odio que le tiene a Min YoonGi.

Mαη's Ƭσxıc ༝ 「ʏᴏᴏɴᴍɪn」Where stories live. Discover now