ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ sᴇᴠᴇɴᴛʏ sɪx.

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SuGein expulsó un suspiro mientras se hace un masaje en los hombros, tras una larga jornada laboral nocturna.

Su turno ya había terminado a esas meras seis de la mañana y ahora debía de volver a casa a desenvolver su papel como madre.

—Hoy son los ensayos de mi niña —murmuró viendo el recordatorio que le cayó al celular—. Lo había olvidado.

Bien. Entonces llegaría a casa, se daría un baño, conviviría con su nena un par de horas, después haría el almuerzo y en la tarde se tomaría un par de horas para dormir antes de llevar a su hija a la academia de ballet.

Se desalojó la bata médica y se quedó sólo con un uniforme similar al de las enfermeras. Cogió su maletín y su bolso, le dio una mirada a todo el consultorio para verificar que todo estuviese en orden y que no se le olvidaba nada.

A continuación, se encaminó hasta la puerta bostezando con el cuerpo totalmente exhausto. Le dolían las piernas de tanto haber estado de aquí para allá constantemente durante su turno.

Al abrir la puerta pretendiendo salir de su consultorio, se encontró con una mujer increíblemente bella y muy alta. A ella se le hizo conocida, con la sensación de que ya la había visto, mas no recuerda en dónde.

—¿Tienes una cita conmigo? —preguntó un tanto confundida—. Lo siento, no recuerdo que...

—Así que tú eres la famosa SuGein —la mujer frente a ella la interrumpió abruptamente—; la tipa que se está metiendo en mi matrimonio.

—¿Disculpa? —Su ceño se frunció en estado de entera consternación ante las palabras de aquella elegante mujer.

—Soy Kim HakYung, la esposa de Jorge; el hombre al que le estás coqueteando cínicamente —informó quien ahora se sabía era HakYung—. Vine aquí porque quería conocer a la mujer que pretende robarme a mi marido.

❛Oh, ¿el hermoso de Jorgito está casado con esta mujer tan grosera? Ya decía yo que la había visto en algún lado, y es que estuvo aquí cuando Jorge fue internado❜, SuGein pensó habiéndose perdido entre sus pensamientos con la mirada puesta en HakYung.

HakYung se dispuso a recorrerla con aquellos ojos sumamente maquillados, de pies a cabeza y con un gesto de aparente aberración que a ella le molestó bastante.

—Yo no pretendo quitarte a tu marido. Jorge y yo sólo somos amigos —ella aclaró con la cabeza en alto, firme—. No comprendo por qué nuestra amistad es malinterpretada.

—¿Te parece poco la cantidad de mensajes cuestionables que le envías a diario? —espetó HakYung—. Y no me digas que no sabías que él está casado.

—Por supuesto que lo sé, pero eso no tiene absolutamente nada que ver entre nuestra amistad. Es sana —explicó—. Aunque lo que no sabía es que su esposa se iba a molestar por eso. Discúlpame.

—¡A mí no me hables con ese tono, igualada! —masculló HakYung ante la forma en que ella le habló—. Y tampoco deberías tutearme sin mi permiso. Tú y yo no somos iguales.

El ceño de SuGein se frunció bastante, cuando vino HakYung y la agarró bruscamente del brazo para decirle que estaban en niveles muy diferentes.

Ella se molestó por los aires de grandeza de esa mujer y no permitiéndose pasar por alto tal agresión, se soltó del agarre de HakYung de la misma forma en que fue hecho; bruscamente.

Se puso firme después de esto. Todavía mantenía el ceño fruncido, pero por nada del mundo le bajó la mirada o la cabeza a esa mujer.

—Tú estás en mi consultorio, ¿y me vienes a hablar de permiso? —cuestionó—. Ya decía yo que bonita sólo tienes la cara.

Mαη's Ƭσxıc ༝ 「ʏᴏᴏɴᴍɪn」Where stories live. Discover now