ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ ᴏɴᴇ ʜᴜɴᴅʀᴇᴅ ᴛᴡᴏ.

177 50 609
                                    

Koya se detuvo justo frente al despacho de Zael cuando, para su mala suerte, se terminó topando con GiYoon.

Los dos, de hecho, se detuvieron frente a las puertas del despacho de Zael cara a cara; Koya con su rifle en las manos y GiYoon con unas bolsas en las suyas que, por el olor, se sabía que era comida recién hecha.

—¿Qué vienes a hacer al despacho de mi hombre? —GiYoon interrogó sonando con recelo. Los ojos los tenía ensartados en Koya, enardecido—. Habla por las buenas o te hago hablar a punta de plomo.

—Te recuerdo que yo trabajo también para él —fue lo que Koya respondió, no apartando nunca la cabeza—, por lo tanto, siempre me verás cerca.

—Pues si valoras tu patética e insignificante vida, más te vale que no te acerques tanto —amenazó, espetando—, o puede que de pronto una mañana no amanezcas.

Koya se queda en completo silencio tras las claras amenazas a tan tempranas horas de la mañana. Aprieta la mandíbula con coraje en tanto observa a GiYoon y sus aires de grandeza, que portándose prepotente le ordena que abra las puertas.

Él al principio no quiere hacer caso, porque no es empleado ni mucho menos de ese mocoso engreído, pero recuerda de súbito que ese mismo mocoso engreído es un rango más alto que él, ya que Zael lo descendió de su puesto.

Por ende, decide seguir con la boca cerrada y acatar la orden sin chistar. Abre las puertas del despacho y permite que GiYoon sea quien entre antes que él.

—Alancito chiquito, oh, mi cielo —canturreó GiYoon mientras camina hacia Zael, que está sentado en el escritorio, con una gran sonrisa—. Te traje el desayuno.

—Ouh, qué lindo cachorro —halagó Zael, mostrando su perfecta dentadura blanca en todo su esplendor—. Ven aquí.

Koya se abstiene de retorcer los ojos así como por dentro se está retorciendo de los celos y la envidia, de ver por cuenta propia cómo aquel bastardito se sienta en las piernas de un encantado Zael, y esté lo abraza mientras lo besa.

Empuña las manos con tanta furia y su rostro se ensombrece, pues ese par parece que no lo ven y lo están ignorando simplemente por darse besitos como unos tortolitos enamorados.

Por favor, como si algo como eso siquiera podría llegar a ser formal. Él ríe para sus adentros, porque GiYoon está ilusionado con un tipo que sólo toma a los demás como piezas de ajedrez y, una vez no le sirven más, los deshecha.

—Deja de maldecir para tus adentros, controla tu coraje y dime qué quieres —Zael habló una vez lo volteó a ver teniendo a GiYoon preso sobre su regazo—. Dudo mucho que estés aquí parado solamente para admirar mi cara.

—Lo siento —se disculpó haciendo una reverencia—. Hay alguien que te busca.

—¿Quién? No tengo reunión con nadie hoy y menos aquí —espetó Zael, de mala manera—. ¡Por tu madre, habla, imbécil!

—Es Choi ZuHi —dijo finalmente, inmune al carácter de su jefe—. Ella está en la entrada de la residencia y me dijo que no quiere irse hasta hablar contigo.

—¡¿Qué?! —Zael exclamó mientras golpea el escritorio de cristal a mano abierta, incrédulo—... Esa zorra se atrevió a venir aquí —susurró entredientes.

—¿Quién es? —GiYoon se sintió curioso, admirando su rostro enojado y atractivo—. ¿Quieres que la saque a punta de plomo?

Él le niega a GiYoon. En cuestión de segundos recupera la compostura que perdió un poco por la sorpresiva noticia y, fingiendo que nada pasa, abulta sus delgados labios para presionarlos sobre la mejilla de GiYoon.

Mαη's Ƭσxıc ༝ 「ʏᴏᴏɴᴍɪn」Where stories live. Discover now