69. Recuperación

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Draco estaba muerto y Hermione agonizaba.

Muerto. Muerto. Muerto.

¿Cómo es posible?

Flotó sobre el cuerpo destrozado en la extensión de hierba del campo de Quidditch como un espectro en el crepúsculo. Aunque era consciente de que sus mejillas estaban manchadas de lágrimas, no podía sentirlas rodar por su piel. Esas cosas no importaban, no cuando la vida de Draco se había apagado como la llama de una vela.

—¿Nadie puede ayudar?, —gritó llorosa. Pero mientras lo decía, sabía que las palabras eran inútiles. El montón roto que tenía delante apenas se parecía a su marido, y el charco de sangre que lo rodeaba crecía sin cesar.

Era una agonía respirar. Era una agonía moverse. Era una agonía existir.

—¡Señorita Granger! —llamó una voz lejana—. ¡Señorita Granger!

Ella lo ignoró con firmeza, alargando una mano para girar la cara de Draco. Sin embargo, debió de resbalar por el suelo donde había caído, porque sin darse cuenta dejó al descubierto una parte de la cuenca de su ojo, que había quedado visible sin su cubierta carnosa. Unos cuantos dientes, que aún estaban donde debían estar, brillaban en la sangre que antes había sido su cara. Estaba completamente inmóvil y ella se sintió aún más mareada que antes.

Muerto. Muerto. Muerto.

—¡Hermione!

¿Cómo podía preocuparse por quienquiera que intentara llamar su atención, cuando Draco estaba muerto y su propio cuerpo era sacudido por un dolor tan tremendo? Su entorno se volvió borroso y sus oídos se llenaron de estática.

—¡Que alguien la lleve al ala del hospital, se ha desmayado!

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Los ojos de Hermione se abrieron sombríamente ante unas paredes blancas y esterilizadas. Un alboroto procedente del otro lado de la habitación la había despertado. Vagamente consciente de encontrarse entumecida de cuello para abajo, le costó un gran esfuerzo levantar la cabeza.

—Quédese ahí quieta, señorita Granger, —ladró Madam Pomfrey. La atención de Hermione se dirigió inestablemente hacia la matrona, que se agitaba sobre un catre enfrente de ella—. Por lo que veo, no le pasa nada grave, y no puedo permitir que me distraiga en este momento, o me temo que perderemos al señor Malfoy.

Draco.

Se le llenaron los ojos de lágrimas.

Muerto. Muerto. Muerto.

...o me temo que perderemos al señor Malfoy...

Lo que implicaba que había algo que perder.

¿No ha muerto?

Un dolor punzante le atravesó el lóbulo frontal y, a pesar de sus esfuerzos, no pudo permanecer consciente.

Su entorno relampagueó extrañamente a su alrededor y, de repente, volvió a ser como un fantasma, revoloteando sobre el cuerpo destrozado del campo de Quidditch, observando cómo el alma de Draco luchaba con uñas y dientes por permanecer ligada a la tierra.

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—¿Qué pasará con la Srta. Gary, Minerva?

—Será expulsada, por supuesto, —dijo McGonagall—. Intentó asesinar a un compañero delante de un estadio lleno de testigos. No puede quedarse en Hogwarts.

Hermione abrió los ojos de golpe. Sentía todo el cuerpo embotado, como si hubiera permanecido tanto tiempo en una misma postura que todo su cuerpo se hubiera dormido y estuviera en proceso de recuperar la circulación. Cuando intentó incorporarse, pequeños pinchazos le recorrieron la piel. Apretando los dientes, hizo fuerza y consiguió levantar la cabeza. La directora hablaba con Madam Pomfrey en voz baja, pero como ambas brujas estaban de espaldas a ella, ninguna se dio cuenta de que Hermione la escuchaba.

The Eagle's Nest - Dramione (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora