Capítulo 1:"El portador de la estrella"

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La llama bailaba delante de los ojos de Drev en la hoguera de leña. Unos ojos inocentes que no superarían los 8 años. Le resultaba algo casi mágico ver como de un trozo de leña podía surgir aquella cosa tan bonita y a la vez extraña. Levantó el brazo y alargó la mano para intentar cogerlo. Notaba el calor con la punta de los dedos, estiró un poco más la mano y... :

-"¡Ay!"-.

Drev rompió a llorar con una quemadura en el dedo.

-¿Otra vez has vuelto a tocar el fuego verdad?-.

Una mujer alta y de ropajes ataviados cogió a Drev en brazos y le miró el dedo quemado:

-Te he dicho mil veces que si tocas la llama, esta te quemará-. Dijo la mujer.

Drev sorbiéndose los mocos respondió:

-Ya no me quema tanto, si sigo así, algún día podré coger el fuego-.

Drev tenía el dedo rojo he hinchado, seguramente le saldría una ampolla. La mujer le dejó en el suelo y se fué a acabar de preparar la cena:

-Intenta no armar mucho jaléo, tu padre llegará pronto-.

Drev, entusiasmado, salió de la casa para esperarle sentado en alguna roca. Al abrir la puerta, un hermoso paisaje inundó los ojos del muchacho. La casa estaba situada en una colina desde la cual, se veia un grupo de luces de antorchas que bailaban en la oscuridad. Se trataba de la aldea de Dialda, situada a orillas del mar en una pequeña isla. Un pequeño grupo de luciérnagas en la lejanía, así se lo imaginaba él. La luna se reflejaba en el mar, situado a muchos metros por debajo de ellos. Y en ese reflejo se veían las olas, rompiendo la quietud de la superficie del agua. Una cálida brisa rozó la cara de Drev, que buscó una piedra para sentarse junto al camino que daba a su casa y esperó.

No tuvo que esperar mucho. Al poco tiempo, una silueta apareció en el camino. Poco a poco la silueta fué aclarándose hasta tomar la forma de un hombre alto, con porte elegante, aún con aspecto cansado. Llevaba un saco al hombro. De cerca se pudo reconocer una barba cuidadosamente recortada, y unos rizos que hacían tirabuzones en su frente, se trataba del doctor Martins Awlic, el padre de Drev.

-¡Papá!-.

Dijo Drev al tiempo que echaba a correr en su dirección. El hombre lo cogió en brazos con una sonrísa:

-¿Cómo está mi campeón?-.

Antes de que Drev respondiera, su padre se percató de la llaga en el dedo:

-¿Has vuelto a jugar con el fuego?-.

Drev bajó la cara arrepentido. El hombre le acarició la cabeza y no hizo más preguntas sobre aquello. Volvió a sonreír y preguntó:

-¿No tienes hambre?-.

-Un poco... -.

-!Pues a qué esperamos!-.

Entraron en la casa, donde se olía un delicioso aroma a pollo cocinado con especias varias. Después de los saludos, se sentaron a la mesa y rezaron para que todo siguiera como hasta ahora. Después de unos segundos de silencio, devoraron la comida con ganas hasta que solo quedaron tristes platos sin nada más sobre ellos. El padre se recostó sobre el respaldo de la silla complacido por la comida y una vez más, bendijo la mesa por la calidad de los alimentos.

Después de recoger los platos, Martins se acomodó en un sofá junto a la hoguera. ¿Todabía no he dicho el nombre de la madre? Un relato tiene tantas formas de empezar que es normal cometer errores. Anliane, en la lengua de los elementos, "Nieve pura". Encendió una pipa y empezó a fumar lentamente mientras dejaba que la voluta se escapara lentamente. Drev llegó corriendo y se acurrucó en sus piernas.

Drev: El Cazador de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora