Capítulo 58:"Corazón de bruja"

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"Kelga - Sala Penumbra"

Una basta sala circular de colores apagados tiene en su centro un asiento de mármol donde se refleja en único rayo de sol que entra por una abertura en la bóveda del techo. Sentado en el trono, un iluminado Lival  luce en su cuello el collar elemental con las cinco gemas de los elementos brillando. Tose agarrándose el estómago con el rostro torcido. Intenta tomar aire, pero la tos se agrava haciendo que Lival se doble de dolor y levanta la mano hablando con voz ahogada:

-Tú... Acércate... -. 

De entre las sombras, un hombre alto y fornido de expresión distante surge caminando hacia el trono. Al llegar a este, se arrodilla y agacha la cabeza:

-¿Qué desea mi señor?

Lival se tapa la boca ante un nuevo ataque de tos. Al mirarse la mano con la que se ha tapado la boca se da cuenta de que está manchada de sangre negra. Se toma unos segundos para coger aire y apartarse un mechón de pelo blanquecino de la frente:

-Tu nombre. 

El hombre respondió con voz grave y firme:

-Mi nombre, es el nombre que usted quiera darme, mi señor -. 

-Muy bien  sin nombre, quiero hacerte una pregunta. ¿Estarías dispuesto a oírme? -. 

-Sería todo un honor, señor -. 

Lival le apoyó una mano fría y pálida sobre la cabeza, acariciándole el pelo con suavidad:

-Tu señor se está muriendo. ¿Estarías dispuesto a dar tu miserable vida por alargar la mía? -. 

-Sin dudarlo un instante, mi señor -.

Lival apretó los dedos sobre la cabeza del hombre:

-Lo que suponía -.

La cabeza del hombre empezó a arder. Pese a su devoción, no pudo reprimir los gritos de dolor al sentir como todo su cuerpo se quemaba vivo. Finalmente se convirtió en ceniza flotó por el aire como si fuera una hoja sin rumbo. Lival aspiró la ceniza por la nariz y se acomodó en su asiento. Se miró las manos temblorosas:

-Armando, se que acabas de llegar. Entra -. 

El portón que Lival tenía delante se abrió con un estruendo. Un enorme portón de piedra tirado por dos enormes cadenas que se movían desde las sombras. La puerta de piedra por la que podría caber una casa de dos plantas se abrió, dejando entrar la esbelta silueta de Armando, ataviado en su túnica negra. Armando salvó la distancia que lo separaba de Lival con velocidad y se arrodilló frente a este:

-Te veo, Armando... Pero no veo a la bruja... -Dio un golpe en el posamanos del trono, haciendo temblar la piedra-... ¡Dónde está la bruja de la marca! -. 

Armando habló sin rodeos:

-La teníamos, pero hubo... Problemas -.

Lival se abrió de brazos:

-¿Y qué clase de problemas pueden molestar a dos de mis mejores hombres? -. 

-Sirwell Travis, señor. Nos engañó y escapó con la bruja. Mandé a un cuerpo de mutados con los fragmentos de los elementos para seguirles el rastro, pero los mató a todos -. 

A medida que Armando hablaba, el aire iba calentándose cada vez más. Cuando nombró la muerte de los mutados, Lival explotó. Una flamas negras envolvieron al emperador, que golpeó de nuevo la empuñadura del trono, haciéndola añicos:

-¿¡A todos!?... Travis no es tan poderoso. Me estoy muriendo, Armando, lo sabes bien. Si esta es una de tus bromas acaba con ella antes de que te mate -. 

Drev: El Cazador de Fuego.Where stories live. Discover now