Capítulo 9: "El principio del fin"

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Los cascotes del barco naufragado flotaban por la bahía a merced de la marea. Drev estaba agarrado a una tabla de madera que se mecía con el subir y bajar de las olas. La brisa fresca consiguió reanimarlo. Aún aturdido, lo que vió hizo que su estómago se revolviera:

Cadáveres chamuscados flotaban boca abajo sobre la superficie del agua. Esta se había tornado de un color rojizo. Se distinguían pequeñas formas que trataban de aferrarse a los cascotes para poder sobrevivir. Un hombre agonizaba sin brazo no muy lejos de Drev ¿Cómo había podido pasar esto?.

Le habían tendido una trampa, Lival sabía de la debilidad que sufría Drev, sabía que la bestia de su interior lo estaba consumiendo y se aprovechó de eso para poder utilizarlo, pero... ¿Con qué propósito?, Lival sabía que Drev era inmune a sus propias llamas, entonces... ¿Qué pretendía hacer con volar un barco por los aires?. Los recuerdos acudieron a la mente de Drev como un relámpago:

-¡Kaedra! -.

Aún le zumbaban los oidos por el ruido de la explosión. Estaba mareado y la boca le sabía a sangre:

-¡Kaedra! -.

Se separó de los cascotes y empezó a nadar entre los restos quemados del barco. El olor a muerte se cernía sobre la zona. Buceó para pasar debajo de un trozo del casco. Vió personas atrapadas dentro del barco, los cadáveres con los ojos abiertos parecían mirarlo y culparlo. Salió a la superficie y dió otra bocanada de aire. Siguió buscando entre los trozos naufragados:

-¡Kaedra! -.

El atarceder estaba bañando el mar con un manto dorado que cubría todo de sombras alargadas. El frío penetró en sus huesos. Ahi estaba Kaedra, tendida sobre unos tablones húmedos. Su cuerpo yacía casi sin vida y el frío del mar parecía estar robando lo poco que le quedaba de ella. Drev se aproximó a duras penas cuando el último rayo de sol se apagaba en el horizonte. El frío hizo tiritar a Drev:

-Kaedra... Lo siento -.

La culpa cayó sobre Drev como un mazo de acero. Su ansia de conocimiento lo había llevado a poner a su gente cercana en peligro. Drev quería a aquella chica como su fuera su hermana, y el solo poder verla en aquel estado hacía que todo lo que giraba entorno a él no existiera:

-Lo siento... Lo siento... -.

La oscuridad era total. Ya no se escuchaba el grito agonizante de las personas, tan solo el ruido de las olas al pegar contra los trozos del barco. Drev se estaba quedando sin fuerzas, pero allí continuaba, aferrado al tablón donde se encontraba Kaedra:

-No te voy a soltar... -. 

Pero las fuerzas de Drev lo abandonaron. El tablón se volvió oscuridad ante sus ojos y la última imagen que tuvo fue la de Kaedra tendida con los brazos cruzados sobre el pecho, tan hermosa como siempre, aún con sus ojos cerrados, sentía como lo miraban. El mar se tragó a Drev... 

"Este es mi castigo... "

Un brazo fuerte cogió a Drev por la muñeca y lo sacó a flote. Drev tosió para escupir el agua que se había tragado:

-Es culpa mía, muchacho -.

Apenas tuvo tiempo de incorporarse cuando una arcada acudió a él:

-Con calma, Drev, tienes los primeros síntomas de hipotermia -.

Áin estaba allí, con una pequeña barca de remos. Silencioso como siempre, con una gabardina negra y un sombrero ancho:

-Te seguí todo el camino hasta el puerto y presencié el accidente. En un principio no iba a intervenir y dejarlo en manos de las autoridades... Pero Lival tiene comprado al alcalde del pueblo, quería acabar con ambos -.

Drev se retiró de la borda del barco:

-Kaedra... Sácala de ahí... -.

-Ella está bien, pero ahora no podemos volver -.

-De... de que coño estás hablando -.

Drev jadeaba fuertemente con la respiración entrecortada:

-Lival te persigue Drev, y no solo a tí, también a mi y a Kaedra -.

Drev se incorporó y agarró a Áin de la gabardina:

-Explícate... -.

Áin se quitó la mano de Drev:

-Tiempo después de que abandonaras Kelga decidí seguirte, pero Lival me estaba esperando. Me atacó personalmente y trató de matarme. Luchamos durante largo rato pero al final conseguí escaparme. Me escondí al tiempo que te seguía y ahora... No podemos volver -.

Drev se dió cuenta de que la manga derecha de la gabardina de Áin colgaba sin vida del torso:

-No puede ser... Áin tu brazo está... -.

-Amputado... Lo sé. Las quemaduras pueden llegar a hacer un daño irreparable -.

Drev se recuperó y se sentó correctamente. Kaedra estaba tendida en el suelo de la pequeña barca. Débil, pero viva. Drev tenía muchas preguntas en su cabeza, pero pocas respuestas:

-Pero... ¿Por qué ahora?. Llevo varios años trabajando al servicio de Lival, por qué justo ahora tiene que... -.

Áin le puso una mano en el hombro:

-Es porque ya estás listo, cazador. Y tu presa más jugosa te está esperando -.

-No lo entiendo... -.

-No pretendo que lo entiendas ahora. Pero una cosa está clara, necesitamos los informes del profesor Martins Awlic -. 

"El profesor y yo trabajamos mutuamente para crear el artefacto capaz de acabar con las confrontaciones entre los distintos elementos. Un artefacto capaz de anular dichos elementos, lo bautizamos como El Origen. Trabajamos noche y día mano a mano junto con los investigadores más experimentados en cada elemento. Seguro que recuerdas el nombre de Delora. El profesor Martins completó El Origen con éxito, pero Delora lo robó y lo empleó para sus propios fines. Me vi en la obligación de perseguir a Delora y recuperar el artefacto. Me llevó varios años dar con su paradero, pero finalmente logré encontrarlo y matarlo. Pero en su muerte, Delora se llevó consigo El Origen, y se perdió la esperanza. En los informes del profesor Martins está la clave para crear otro Origen. Desgraciadamente fui capturado por Lival y no pude volver"

-Quieres decir que... -.

-Drev, necesitamos esos informes. Ahora estamos siendo buscados por uno de los hombres más fuertes del continente. Ellos o nosotros Drev -.

Drev parecía confuso. Áin continuó:

-Si podemos crear el segundo Origen podremos detener a Lival, si no... "Del cielo caerá una lluvia roja"... Nunca entedi esas palabras, pero espero no esperar para averiguarlo. Tú decides Drev, o estás conmigo, o estás muerto -.

Áin le tendió la mano a Drev. Drev la miró repasando cada momento de su vida. No le quedaba nada que perder. La única cosa que le quedaba era aquella chica, inconsciente a sus pies. Drev le dió la mano a Áin con firmeza.

Drev: El Cazador de Fuego.Where stories live. Discover now