Capítulo 5: "Mesa para tres"

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Drev caminaba ya junto a Kaedra por el paso medio en las montañas. Drev le estaba contando lo ocurrido mientras caminaban en dirección a Kelga, sede de los Sombreros Negros:

-Me sorprende que sigas con vida, mirando tu estado cualquiera dudaría que estés vivo -.

Drev lucía un cuerpo lleno de vendas. Solo la cara y algunas extremidades se libraban de no estar magulladas:

-Las heridas no me importan, el caso es que no encontré lo que estaba buscando, y eso lo hace todo inútil -. 

Kaedra se quedó pensativa:

-Dime Drev, ¿Qué crees que era aquella catedral?-.

Drev miró algún punto en la lejanía y respondió sin girarse:

-Era un santuario -.

-Explícate -.

-No hay mucho que explicar. Estaban adorando a Delora -.

Kaedra recordó un viejo relato sobre Delora:

-¿No fue aquel hombre que intentó juntar los cinco elementos?-.

-El mismo -.

-¿Por qué los asesinos adorarían a alguien así? -.

Drev miró a Kaedra:

-No... Los asesinos no creen en nada, solo siguen órdenes. Esto es obra de alguien más -.

-Pero tú mataste a su lider... Erik -.

Un conejo corrió delante del sendero y se metió en la maleza, Drev respondió:

-Eso me lleva a pensar que tienen un lider, y, por lo visto, tiene bastante interés en los cinco elementos -.

El paso medio entre las montañas era un sendero sinuoso que atravesaba toda la cordillera hasta llegar a un frondoso valle. Al final de ese valle se encontraba Kelga, su base principal. Drev y Kaedra tenían la intención de reportar el trabajo que Kaedra había cumplido, y contraer otro trabajo. El jefe de los Sombreros Negros era un poderoso adepto del fuego, tanto que los relatos cuentan que ni el mismísimo maestro Flam podía vencerlo. Esa era la causa por la cual ambos mataban a gente, les habían robado la libertad y amenazado con despojarles de sus bienes más queridos, en el caso de Drev, su querida isla natal.

Esa  noche acamparon junto a un arrollo y durmieron al raso. No encendieron un fuego, lo último que queria Drev es que encontraran la entrada a Kelga y decapitasen a Kaedra por su falta de sensated. Se tumbaron sobre la vegetación y miraron el cielo, bastante despejado.

-Quiero escapar de aquí, Drev... -.

-Escapa cuando quieras, tú no tienes nada que perder -.

-¿Y tú que piensas hacer? -.

Drev dejó escapar una risa irónica y levantó los brazos hacia el cielo nocturno al tiempo que se miraba las manos:

-No pienso parar hasta ver a ese capullo ahogándose entre mis manos -.

La noche cayó sobre ellos tan pronto como llegó la mañana. Y con ella, una vista más despejada del valle. Allí estaba Kelga. Una enorme edificación oscura entre los árboles con enormes arcos de media punta. La decoración era un poco lúgubre pero imponía respeto. Tres grandes torres sobresalían del resto de la edificación. Se trataban de las prisiones para los diferentes rehenes. Un guardia salió a la puerta:

-Alto, ¿Quién va? -.

La mirada penetrante de Drev hacia el hombre fue suficiente como para este lo entendiera y se apartara. El portón cayó y pasaron al interior. La verdad, no sé que imágen tiene la gente de una organización criminal, pero los aposentos de esta lucían bastante ornamentados. Los pasillos estaban labrados en cuarzo blanco, bastante bien iluminados con la luz de grandes ventalanes y algunas antorchas para las zonas más penumbrosas. Enormes pasillos recorrían Kelga de arriba a abajo como los nervios de una columna vertebral. Kelga no era una ciudad, si no un edificio. La gente se amontonaba el los pasillos, viajando de unas salas a otras, bien para contraer trabajos o recibirlos. 

Drev: El Cazador de Fuego.Where stories live. Discover now