Capítulo 40:"Seré tu otra mitad"

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Silencio. Oscuro y maldito silencio. No se detiene, no se termina, todo está en silencio. No cantan ya los pájaros, pues los árboles desaparecieron. No corre el río intrépido, pues el agua evaporó en el aire caliente. No crecerán las flores, pues la tierra antaño fértil ahora es un lienzo de ceniza y muerte. No queda vida. No queda nada:

-No respira... -. 

Drev yacía boca arriba con los ojos cerrados. La cara de alguien que duerme con inocencia, pero la cruda realidad es que Drev no respira, y su corazón no late. Tiene los brazos, las piernas y la espalda totalmente calcinados. Había protegido a Lianne con su cuerpo de la terrible explosión que Lival había provocado, abrazándola con todas sus fuerzas. Pero ni Drev podía soportar tal magnitud:

-Es mi culpa... -.

Lianne estaba arrodillada junto a Drev. Le aplicaba el masaje cardíaco, pero su corazón no latía. Uno... Dos... Tres... Insuflo aire. Pero no había respuesta por parte del cazador:

-Es mi culpa... -. 

Lianne, una pequeña bruja que había pasado la totalidad de su vida encerrada entre cuatro paredes. La persona quien le enseñó el mundo, la persona que le dio una razón para vivir, ahora estaba frente a ella sin poder hacer nada. Se maldijo a si misma y al mundo que se lo había arrebatado:

-No dejaré que te vayas ahora. Tú serás el rey, mi rey -. 

Lianne se subió las mangas de su chamuscado camisón de tela. Unas marcas negras surcaban sus brazos, similares a una serpiente que se enroscaba entorno a este. Lianne se hizo un corte en cada brazo con sus uñas, desde la muñeca hasta el codo, y dejó que la sangre corriera por ellos:

-No puede haber otro rey -.

Las serpientes entorno a sus brazos abrieron los ojos, unos ojos rojos como la sangre. Enseguida las venas se marcaron en el cuello de Lianne, que soportaba una presión impensable:

-Te daré la mitad de mi esperanza de vida, porque mi vida te pertenece -. 

Lianne posó sus labios suavemente sobre los de Drev. Unas finas arrugas se marcaron en el rostro infantil de la pequeña bruja mientras su hechizo se cobraba su precio. 


"¿Dónde estoy?¿Quién eres tú?... Recuerdo este sitio, ya he estado aquí antes. Lo recuerdo, pero... ¿Estoy muerto?:

-No estás muerto. Levántate, hijo mio -. 

Una figura se alza entre las tinieblas de un mundo oscuro donde no hay nada. Un hombre alto con el pelo corto. Unos ojos verdes y una sonrisa inconfundible:

-¿Padre? -. 

El científico, investigador y adepto del fuego, Martins Awlic, estaba en pié frente a Drev:

-¿Qué... Cómo has... ? -.

Martins señaló la marca del lobo que Drev lucía en su pecho:

-No tenemos mucho tiempo, y, desgraciadamente, hay muchas respuestas que quieres saber -. 

-Has tenido todo este tiempo para hablar conmigo y... -.

-Como ya te he dicho, no dispongo de mucho tiempo. Escúchame, hijo mio. Las disculpas que pueda darte ahora son insuficientes para sanar el daño que te he hecho. Por mi culpa sufriste un dolor indescriptible durante mucho tiempo. Esa marca... Es lo único que pude  hacer por ti. Estoy seguro de que algún día crearás el mundo justo que yo deseaba para ti, pero para eso antes tienes una importante tarea por delante... -.

Martins acarició el pelo de su hijo, como hiciera años atrás antes de morir. Y repitió la frase que su madre dijera en su lecho de muerte:

-El verdadero poder de un rey está en saber conmover el corazón de su pueblo. Tú tienes ese poder, hijo mio. Pero antes has de ayudar a tu hermano -. 

Drev: El Cazador de Fuego.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt