Capítulo 50:"Alma encadenada"

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Alio parpadeó sorprendido. Había estado más tiempo del esperado hundido en sus pensamientos. Drev había desaparecido en la lejanía, y el barco se acercaba a la costa:

-Tienes unos sueños realmente interesantes -. 

Lianne estaba junto a Alio, contemplando la sinuosa silueta de la isla cada vez más nítida:

-Lo que nos espera es aún más interesante, no hay por qué mirar al pasado -. 

Lianne asintió y miró a lo alto del mástil, donde Sirwell preparaba sus últimas palabras de despedida para la dama de viento que había hecho posible el viaje de la esperanza:

-Muy interesante... -.


Algo ardía dentro del pecho. Una sensación distinta a todas las demás. Se sentía liviano como una pluma volando sobre el aire. Como un pájaro de fuego, abrió sus alas para recibir una vista que llevaba diez años esperando. Tomó aire y gritó:

-¡He vuelto! -.

E impactó contra el suelo con fuerza, levantado una nube de polvo y humo. No podía contener ni esconder su sonrisa. Palpó la fresca hierba, inspiró para captar los olores y matices de las flores que crecían. Un olor familiar que lo acompañó en su niñez hasta que fue expulsado con violencia. La capa de polvo y humo poco a poco se fue disipando, creando tonalidades verdosas acompañadas de fuertes rojizas de amapolas y amarilla de los girasoles. Allí estaba, Dialda, la isla que vio nacer a Drev, el cazador de fuego. Una basta extensión de verdes praderas moteadas con el color vivo de las flores silvestres. En las laderas de los montes crecían frondosos bosques de abedules, y en la costa, las palmeras se mecían al son de una suave brisa que inspiraba tranquilidad. Y corrió, Drev corrió por las infinitas praderas, eufórico, desatado, abriendo los brazos y sintiendo el cosquilleo de la hierba en sus rodillas. Corrió acariciando el suave tapiz natural que se extendía hasta lo alto de las colinas. Y corrió, colina arriba, buscando una vista que le recordara la plenitud de la isla abandonada diez años atrás. Una voz lo aconsejó:

"No sigas por ahí, muchacho, no te gustará lo que verás"

Pero Drev no hizo caso de las palabras de Áin. Siguió corriendo colina arriba, persiguiendo su tan ansiada imagen. Antes de darse cuenta, el olor profundo y dulzón de las flores fue poco a poco sustituido por un olor nauseabundo y pegajoso. Un olor que exhalaba dolor y ceniza:

"No viste como quedó la isla, esta es una advertencia de amigo, no necesitas verlo"

Su trote enérgico se convirtió en una carrera ligera, y perdía energía a medida que subía la colina. Llegó a la cima para contemplar lo que antes era el poblado, lo que antes era una ciudad portuaria rica en comercio. Y ahora solo era un gigantesco cráter. Un cráter humeante tras tantos años que olía a carne quemada y muerte. Un gigantesco cráter que abarcaba un círculo que suponía un tercio de la isla. Allí abajo, el agua del mar se había mezclado con la roca quemada, formando una laguna de mareas oscuras y malolientes:

"El fuego azul lo devastó todo. Incluso hoy, después de tantos años, se siguen viendo las cicatrices frescas"

Drev se llevó una mano a la boca y se inclinó para reprimir una arcada. El peso de tantas vidas inocentes era duro, pero ahora, tras tanto tiempo, tenía la oportunidad de contemplar la creación de su odio:

-Soy un monstruo -. 

"Esto estuvo planeado por una mente retorcida desde un comienzo. Tú solo eras parte del plan de Lival desde el momento en que entraste en Kelga. No te dejes llevar por los recuerdos del pasado, tienes un pueblo que guiar"

Drev: El Cazador de Fuego.Where stories live. Discover now