Capítulo 15:"Polvo sobre ceniza"

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El amanecer presagiaba un baño de sangre. La tensión estaba marcada en el aire, un aire que se enrarecía por segundos.

"Ciudad de Madel"

Áin cargaba con cuantiosa cantidad de madera, la casa había hecho grandes avances en pocos días. Pero en la última semana se había sentido extraño. Notaba que algo pasaba en su entorno y no podía describir el qué. Una fuerte corriente de monjes en peregrinación había llegado a Madel y habían impuesto una religión en contra de los adeptos. Esta corriente normalmente habría pasado desapercibida, pero tenía algo extraño. Adoraban a un nuevo dios, aquel al que llamaban "El Hacedor de Ceniza". En la puerta de la nueva catedral de Madel se habían reunido cientos de personas, ¿Pero para contemplar qué?. La congregación lo cogía de camino hacia la obra y se detuvo a mirar. Monjes discutían a voces con tres personas que estaban de rodillas:

-Esto no me gusta... -.

Se alzó de puntillas para observar mejor:

-... Y ensuciáis nuestra paz! -.

Áin conocía bien a uno de los hombres que estaba de rodillas. Había formado equipo con él en sus primeros años en Kelga. Krug, adepto de la naturaleza. Perdió a sus padres en un incidente en el desierto de Ashull:

-... Y en el nombre del gran hacedor ¡Yo te purifico! -.

El hombre proclamó estas últimas palabras en voz alta al tiempo que su espada bajaba sobre el cuello del pecador. La sangre brotó y se extendió por todo el recinto. Los otros dos hombres que quedaban con vida gritaron y se asustaron. Áin no podía seguir contemplando semejante matanza. Algo lo inquietaba profundamente. Dejó caer los troncos a un lado y se abrió paso entre la multitud:

-¿A qué se debe esta matanza? -.

Los monjes predicadores miraron a Áin con ojos abiertos:

-Tú... ¿Osas detener la palabra del hacedor? -.

Áin miró a ambos con indiferencia:

-¿A esto lo llamáis palabra?. Estáis matando a hombre inocentes sin ningún reducto de piedad -.

Se podían oír murmullos entre las personas. Murmullos que defendían a Áin. El murmullo de la muchedumbre se acrecentó y llegó hasta lo que se podría considerar gritos de protesta:

-¡Necios! ¡El hacedor de Ceniza os castigará a todos! -.

La muchedumbre ya estaba arrojando piedras y objetos pequeños a los monjes. El monje que todabía no había hablado miró a Áin:

-Tú... Te conozco... -.

Áin intentó ver bajo la capucha del monje. Había algo en ese hombre que lo hacía querer salir corriendo. Fué entonces cuando lo vió... Un rostro de ceniza:

-No puede ser... -.

El monje se llevó el dedo índice a los labios en señal de silencio:

-Las sombras se hacen más oscuras... -.

En mitad de estas palabras, Áin no pudo darse cuenta de que la muchedumbre se había echado encima de los monjes y los habían hecho huir. Los condenados se pusieron en pié y dieron las gracias al pueblo, pero la sangre ya se había derramado por primera vez, y no tardaría en caer más sangre. Áin seguía pensando en lo que acababa de ver. Con torpeza, recogió los troncos y se puso en marcha hacia la construcción.

De pronto el camino parecía mas sinuoso. Como si las casas tuvieran vida propia, y pudieran observarlo. Áin aceleró el paso inconscientemente hasta que llegó y soltó los troncos jadeante:

Drev: El Cazador de Fuego.Where stories live. Discover now