Capítulo 29:"El regreso del rey"

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El tercer día casi estaba amaneciendo a espaldas de Drev cuando Lianne alzó la cabeza:

-Drev, los siento -.

Drev había corrido durante dos noches seguidas y sus piernas gritaban de dolor. Al fin, y después de seguir un fino rastro de hogueras, campamentos y pisadas, la avanzadilla de los ejecutores estaba más cerca que nunca:

-Distancia -.

-Diez kilómetros, quizá más -.

La cosa no pintaba bien. Casi habían llegado a Kramos, y si Drev no reducía la distancia más rápidamente llegarían antes que ellos:

-Lianne, voy a coger un atajo. No será agradable -.

Lianne se aferró con fuerza al cuello de Drev al tiempo que este salía del camino y se internaba entre la espesura de la maleza. Al haber vuelto por un camino distinto, el paisaje llano y libre de obstáculos por el que habían viajado hasta Kelga quedaba muy al oeste. Ahora corrían por un camino pedregoso y lleno de desniveles. Drev pretendía avanzar en linea recta hasta Kramos atajando por el valle rocoso, un abrupto paisaje lleno de profundas grietas y plagada de insectos venenosos. De un salto, voló una gran distancia y cayó encima de una roca. Un basto paisaje de rocas puntiagudas formaban un laberinto de piedras utilizado hace siglos por los viajeros para resguardarse del viento. Pero ahora solo era un nido de escorpiones que buscaban la sombra de los afilados pináculos para protegerse del sol. Drev saltaba de piedra en piedra con maestría, pero las piernas empezaban a traicionarle:

-Después de correr durante tres días no se si me quedarán fuerzas para matar a los ejecutores -.

-Yo me encargo. Sujeta mi cuerpo -.

De pronto el cuerpo de Lianne se desplomó sobre la espalda de Drev, que se aferró a ella para no perderla. No aminoró la marcha pese a que las piernas gritaban de dolor. Como un saltamontes, eludió veloz el valle rocoso y se internó en la espesura del bosque. Las ramas azotaban la cara de Drev mientras que la hierva alta se chamuscaba a su paso. Se agarró el sombrero con una mano y saltó para elevarse sobre los árboles. Un mar infinito de hojas verdes donde podía verse a lo lejos una columna de humo. Era Kramos, pero tenía que ir más rápido. Como un bailarín, danzó sobre las copas de los árboles a velocidad vertiginosa. Drev saltó aún más alto y se impulsó con una llamarada, haciéndole parecer un ave fénix. Y voló, sintiendo el zumbido del aire en sus oído y con su ropa zarandeándose violentamente, voló. Pudo ver Kramos, y unos caballos en el camino principal. Eran cinco, la batalla sería dura. Pero no podía luchar con Lianne inconsciente en la espalda. Drev aterrizó en picado delante del escuadrón, levantando una nube de polvo y humo. Jadeante, alzó la mirada y observó a los cinco mientras el polvo se asentaba:

-Aquí no está lo que buscáis, cesad la marcha -.

El hombre que iba a la cabeza se tapó la boca para no aspirar polvo:

-¿¡Quién está ahí!?-.

Aprovechando la confusión, Drev dejó a Lianne al borde del camino y andó cojeando hasta los hombres, mientras la última cortina de polvo se disipaba:

-No soy nadie que os importe -.

Ahora podía ver claramente. El hombre de delante tenía una horrenda cicatriz en el ojo derecho y una barba cuidadosamente recortada. Ojos verdes como lo profundo del bosque, y una melena cobriza que salpicaba sus hombros. Su rostro parecía sorprendido, y no era de extrañar:

-¿Drev?¿Eres tú? -.

-Ha pasado mucho tiempo, Sirwell Travis -.

Sirwell Travis. Era un miembro de rango S y uno de los hombres de confianza de Lival hasta el estallido de la guerra. Con los años su rostro se había llenado de arrugas, y de cicatrices  nuevas:

Drev: El Cazador de Fuego.Where stories live. Discover now