Capítulo 5

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Segunda semana de vampira.

Hoy hace un buen día, así que voy a lavar mi ropa al lago donde Damián tiene una pila para lavar a mano.
Los vampiros no sudamos pero con tanto entrenamiento se me ensucia de tierra, plantas, musgos, etc.

Mientras se seca en una rama aprovecho para nadar.
Salem está en la orilla, en una zona en la que se forman charcas y entran peces pequeñitos de colores, intentando cazarlos.

No lo había mencionado antes, pero los vampiros no respiramos, así que podemos estar sumergidos durante el tiempo que sea preciso.
De vez en cuando se nos escapa algún resoplido o suspiro, pero solo por costumbre de nuestro pasado humano, ese aire no llega a entrar más lejos de nuestra boca.

Me gusta observar a los animales del lago, ajenos a lo que pasa fuera de su zona.

Cuando salgo, el gato está empapado y hambriento, no ha debido de ser muy buena la cacería.
Me visto despacio, porque puedo permitírmelo, tengo toda una eternidad para vivir.

Cuando llegamos a la cabaña Damián está esperándonos al lado de las escaleras.

-Péinate. Vamos de compras.

¿De compras?
Yo nunca he ido de compras. Mi madre y mi tía me compraban lo que querían y nunca me daban dinero.
Me hacía mucha ilusión.
Me peiné el cabello, me puse los zapatos, le solté un ratón a Salem y esperé fuera a Damián.

Él bajo con una mochila donde tenía bastantes billetes y también se calzó.
A los dos nos gusta andar descalzos por la selva, sintiendo la tierra entre nuestros dedos de los pies.

-De vez en cuando me aburro y busco un trabajo entre los humanos durante un tiempo. Como no gasto dinero tengo buenos ahorros. Acuérdate de lo que te acabo de decir para un futuro.

Estoy pensando en empezar a llamarlo "papá" pero suena muy raro incluso dentro de mi cabeza.

Hechamos a correr hasta el final del Amazonas, donde se detiene y, de entre los matorrales, saca una camioneta roja algo oxidada pero que funcionaba todavía. Nos montamos y nos dirigimos hacia una ciudad cercana donde había un centro comercial.

-Entraremos donde quieras y compraremos lo que quieras. Y me guiñó un ojo sonriéndome.

¡El mejor padre del mundo!
Entramos en muchísimas tiendas pero yo me compraba lo preciso, recuerdo su última frase "hay que ahorrar" y no quiero gastar todo su dinero que le ha costado conseguir.
Me compré diez camisas de manga corta y de tirantas, tres pares de zapatos (aunque me los pondré solo cuando salgamos de la selva), tres pantalones vaqueros (rosa claro, azul y verde), dos shorts, un par de calcetines, bragas y sugetadores.
También me compré gomas para el pelo y orquillas.

Damián ha comprado un collar para Salem, creo que empiezan a llevarse bien. También lleva un par de películas y un par de libros.

Volvemos a la selva y escondemos el coche en el mismo sitio de donde lo sacamos.
Llegamos, subo a la casa de un salto y coloco todo lo que compré en mi cuarto: la ropa al armario y las cosas para el pelo al cajón de mi tocador.

Damián le pone el collar al gato y entra en mi cuarto para darme un maletín.

-¿Qué es esto? Pregunté curiosa.

-Pensé que querrías tenerlo por si tenemos una ocasión especial para salir o lo que sea.

Estaba lleno de maquillaje, sombras de ojos, coloretes y labiales. Y tenía una parte debajo donde encontré esmalte de uñas de muchos colores.

-Muchas gracias. Me levanté de mi silla y le dí una abrazo muy grande que lo tomó por sorpresa, pero tras unos segundos también me abrazaba.

Como todas las noches, fuimos a pasear, pero esta vez nos montamos en una canoa que habíamos construido la semana pasada.

-Una noche como esta fue cuando despertaste vampira.

Hace una noche muy oscura, de luna nueva. Nuestros ojos nos permiten ver perfetamente.
Él me mordió una tarde en la que empezaba la luna nueva y a los tres días, cuando desperté, todavía duraba.

-La noche anterior me senté en tu ventana mientras dormías para ver la luna y algo dentro de mí me avisó de que había llegado el momento.

Le sonrío y veo muchos ojos en un lado del lago por donde pasamos, observándonos. Ya los había sentido llegar hace rato.
Desde que estoy aquí me he tropezado con muchos.
Me ponen algo nerviosa pero yo voy a mi bola.

-Los indígenas de la zona se han percatado de tu presencia. Solo sienten curiosidad. Están acostumbrados a verme solo.

Asiento y me despreocupo.
Mientras remamos al unísono siento los latidos de esas personas, normales. No tienen miedo porque están acostumbrados a vivir con él aquí.
Me pregunto si le tendrán miedo por ser un demonio o le benerarán por ser un dios superior...

Llegamos a casa después de un largo rato, debe faltar poco para que amanezca. Hace mucho que no sé qué hora es.

Nuestra casa está construida alrededor de un árbol a unos diez metros del suelo. Tenemos unas escaleras replegables para subir, pero las utilizamos de vez en cuando.
Solemos subir de un salto.

Al entrar, encuentras a la derecha el cuarto de Damián y de forma contigua el mío, el resto de la cabaña es un rectángulo donde hay un par de sofás rellenos de algodón, una pequeña mesa con una televisión a pilas y un lector de películas, una radio y una gran estantería donde la parte baja es para los DVDs y la alta para los libros.

Aquí me siento en paz.
Nos sentamos en los sofás y nos ponemos a leer cada uno un libro.
Él está leyendo un libro sobre el comportamiento de los gatos (parece que Salem le ha dado fuerte) y yo poemas de un tal Machado.

"Caminante, no hay camino
Se hace camino al andar.
Yo voy cantando viajero
A lo largo del sendero,
La tarde cayendo está [...]"

Gran poeta este Machado.
Me siento muy identificada, yo también voy caminando, creando mi camino.
Me pregunto ¿Qué me deparará el futuro?

Bienvenida Al InfiernoWhere stories live. Discover now