Capítulo 48

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Llevamos ya casi un año y falta poco para que Jake se convierta en el jefe de la manada.

-Cuando yo sea jefe...¿dejarás a mi estúpido hermano por mí? Me guiña un ojo divertido.

-Claro y luego podemos bailar bajo la lluvia de palomitas de chocolate que habrá. Le digo con sarcasmo.

Su madre solo nos mira divertidos. Dylan llega de dar una vuelta.

-Jake, tus estupideces se escuchan desde fuera. Ven Lilith, tengo una sorpresa.

Sonrió de la emoción y me pongo en pié de un salto.
Dylan me agarra de la mano y me lleva afuera, después de un rato me tapa los ojos con sus manos y seguimos caminando como 100 metros hasta que se detiene.

-¿Ya? Pregunto impaciente.

-¿Estás lista?

-¡Que sí, venga! Me destapa los ojos dejándome ver una gran pared de piedra donde hay un montón de conchas y caracolas que están colocadas formando un retrato, el mío.

Me acerco al gran dibujo y lo toco.
-¿Lo has hecho tú?

-Pense que te gustaría. Observa mi reacción.

-Me encanta. Le miro, una gota de lluvia cae en mi nariz y mi lobo me la quita con su pulgar. Gracias.

-Bueno, quería darte dos sorpresas en realidad. Daleo la cabeza ante sus palabras para buscarle un sentido no sexual.

Dylan pasa su mano por mi cuello, hechándome el pelo hacia atrás para besarme. Su otra mano la lleva a mi cadera y me pega a su cuerpo.
Parece ser que sí tenía que pensar mal.
El agua comienza a caer lentamente sobre nuestros cuerpos que aumentan de temperatura con cada caricia.
Paso mis manos por su húmedo pelo y le tiro un poco. Él me muerde el labio y en pocos movimientos ya nos hemos desecho de nuestra ropa.
Sus caricias se vuelven insoportables y me hace gemir de placer.
Dylan me levanta, obligándome a enredar mis piernas entre su cintura y me coloca bruscamente contra un árbol.
Comienza a invadirme con fuerza, una y otra vez, acelerando el ritmo.
Le araño un poco la espalda y me llevo los dedos a la boca para lamer su sangre.
No aguanto más.
-Dylan. Suelto cuando alcanzo el climax y todo mi cuerpo se estremece.
Él se deja caer al suelo de rodillas, sin soltarme.
-Otra vez. Le pido con una sonrisa un tanto perversa.
Me mira fijamente y coge mi rostro entre sus manos.

-Eres insaciable, diablita mía.

¡Demonios! Se siente tan jodidamente bien que no se como he aguantado tanto sin esto.
Puede que sea insaciable pero después de siete veces me siento satisfecha, por ahora.
Volvemos a la cueva, empapados por la lluvia y nos colocamos muy cerca del fuego para secarnos.
Estoy tiritando y Dylan me abraza por detrás para darme su calor corporal.
Puede que sea una de las pocas cosas que envidio de los lobos.

-Ohh, vamos Cristine. Ha sido una broma. Dice Jake mientras corretea detrás de una chica rubia con ojos claros.

-Ni lo sueñes, eres un estúpido. Le responde ella.

-Yo les veo un gran futuro juntos. Se ríe mi lobo y no puedo evitar contagiarme de su risa.

Esta noche es luna llena y Dylan me ha dicho que puedo salir con ellos a vigilar.
El sol se oculta tras el horizonte y todos cambian de forma.
Cuando mi gran lobo alfa comienza a correr yo le sigo el ritmo y los demás van detrás.
Pasamos gran parte de la noche recorriendo los limites de la manada y por último subimos encima de la gran roca donde en su interior se oculta nuestro hogar.
Me siento en una rama baja de un árbol grueso mientras los lobos se sientan y aullan a la luna, que está tan grande y bonita que parece que con solo alargar la mano puedas acariciar su superficie.
La manada baja de vuelta a la cueva y Dylan se vuelve humano y se acerca a mí, despacio, con su enorme y perfecta sonrisa adornando su cara.
Sus ojos se ven mas intensos a la luz de la luna, quien creo que envidia nuestro amor por no poder estar con su amado sol.

-Cada día te quiero más. Le digo.

-Que bien que saques el tema porque quería preguntarte algo. Se pone serio y yo frunzo un poco el ceño.

A ver que estupidez me va a decir ahora...
Se coloca cerca de mí.
-¿Te gustaría casarte conmigo? Saca un anillo de plata y me lo ofrece.

Me quedo paralizada por la sorpresa.
-¿De donde lo has sacado? Le pregunto.

-Lo compré antes de irnos de Ontario, con lo que gané de camarero. Dice con una mezcla de orgullo y timidez.

-Bueno, si quieres puedes pensártelo. Ahora con un tono triste baja la cabeza.

-Eres un idiota. Le sonrío. ¿Cómo voy a pensármelo si quiera? Sería imbécil si no quisiera pasar el resto de mi vida a tu lado.

-No vuelvas a darme estos sustos y baja aquí. Se coloca las manos en la cadera y sonríe.

-¿No me vas a dar el anillo? Le reprocho haciéndole pucheros.

-Espera, estoy pensando si hago bien al elegirte a ti. No puede evitarlo y estalla a carcajadas.

Le pego un puñetazo en el hombro haciéndome la enfadada.
Dylan agarra la mano que le ofrezco y me coloca el anillo en el dedo anular.

-¿En la mano izquierda? Me pregunta extrañado.

-En el lado izquierdo es donde se encuentra el corazón. Le respondo y él me besa.

Pasamos toda la noche allí arriba, hablando sobre como sería, cuando y quienes vendrían.

Bienvenida Al InfiernoWhere stories live. Discover now