Capítulo 16

3.2K 331 7
                                    

Segundo día de la luna de sangre.

Damián y yo hemos estado nadando y hemos cojido un par de peces para Salem.
Soy más rápida que él nadando.
El gato, que se había quedado en la orilla, huyó cuando esmpezamos a salpicarnos agua.
El día ha transcurrido con normalidad.

Ya son las 8:00 p.m. Y empieza a anochecer así que nos metemos los tres en la casa.
Damián ha cerrado las cortinas y hemos puesto la película "Drácula".
La opinión que los humanos tienen de nosotros no se acerca a la realidad excepto por los colmillos, la alimentación y algo más.

Escucho las tripas de Salem rugir.
Me acerco a la cajita y a suelto un ratón en el suelo. Vuelvo a sentarme a ver la película.
De pronto ya no escucho al gato correr por la casa y me asusto.
-¿Salem? Lo llamo.

Y entonces descubro una ventana entreabierta por la que habrá escapado el ratón, y Salem sigue persiguiéndolo.
Sin dudarlo un segundo, salto por la ventana y empiezo a seguir su rastro.
Escucho pasos más pesados que los de mi gato, y un maullido que me pone los pelos de punta. Vuelo hasta el lugar y me encuentro a un jaguar que ha atrapado entre sus dientes al gato y sangra mucho.
¡Demonios Salem! Mis ojos se abren como platos.
Rápidamente ordeno al animal que lo suelte y se vaya muy lejos. No quiero matarlo por seguir su instinto depredador.
Salem cae al suelo malherido y yo me acerco y caigo al suelo de rodillas.
Lo cojo en brazos y lo acuno.

-No te mueras peludito mío, te necesito. Le beso, pero la sangre sale muy rápido y ha formado un charco en el que se refleja la luna roja.

Salem todavía respira difícilmente y maulla de dolor. Siento una presión muy fuerte en el pecho.
No soporto más verle así y empiezo a pomerme nerviosa. Se le acaba el tiempo.
Entonces acaricio su suave pelaje y en ese instante él...deja de respirar.
Mi tristeza se ve colapsada al momento y vuelvo a tener una sensación que me resulta conocida.
Mi segunda lágrima de sangre, esta vez producida por la tristeza, sale de mi lagrimal y recorre mi mejilla para caer encima de mi hermoso gato, ya sin vida.
Lo abrazo con fuerza, quiero que vuelva.

De pronto, siento una sombra que me oculta de la luz de la luna y alzo la vista.
Había olvidado la luna de sangre.
Un ser desconocido a lo que supongo que le llaman "demonio" se acerca a mí.

-¡Lilith! Me llama Damián a gritos.

-Bonito nombre... Comenta el monstruo.

Me fijo mejor en él. Lleva el torso descubierto y fornido y unos pantalones rasgados y sucios que le arrastran por el suelo. Se podría pensar que es humano excepto por el rojizo de su piel y su horrible rostro.
Su cara es huesuda como sus manos y posee dos bultos dentro de la piel de la frente que parecen cuernos, pero no son puntiagudos.
Con su mano de garras largas acaricia su barbilla peluda y me mira con esos ojos grandes y totalmente negros, sin pupilas, de una forma deseosa y muy lujuriosa que haría vomitar hasta a la mejor actriz porno.
Este ser me repugna, por ello le quito la vista de encima y vuelvo a mirar a mi pobre gato.

-Ya veo que te interesa más ese cadáver, te complaceré, bello ser. Me dice.

¿Qué complacer ni qué sangre frita?
No le entiendo ni una palabra.
Él comienza a levantar las manos lentamente mientras formula una frase muchas veces y, cuando sus manos sobrepasan su cabeza, pone los ojos en blanco y baja las manos abiertas hacia donde estoy.
Entonces siento algo que fluye en mis manos, la sangre de Salem comienza a desaparecer y ya no tiene heridas.
Me quedo boquiabierta al ver que abre sus adorables ojitos y me lame la mano.
¡Esto no puede ser! Está vivo, y soy muy feliz de tenerle de nuevo conmigo.

-Ahora es inmortal, y tú a cambio de este regalo vendrás conmigo. Me informa como si no tuviera otra opción.

-Gracias por devolverme a mi gato, pero creo que los bultos de la cabeza te están dañando el cerebro.

Muestra su enfado y me golpea la cara dejándome las marcas de sus garras en la mejilla izquierda.

-Harás lo que te ordene, ahora me perteneces. Frunce el seño y yo le sonrío malvada. Por dentro tengo mucha ira.

-No debiste haberme tocado.

Estoy muy enfadada. Nadie me toca sin permiso y mucho menos me ordena tonterías.
-¡No te muevas Salem! Le ordeno dejándolo en el suelo.

Me acerco al demonio tanto que huelo su mal aliento a ácido y le pego con todas mis fuerzas en la cara.
Escucho su mandíbula crujir, eso nunca podría haberlo hecho un humano.
Él mueve la mandíbula para recolocársela. Obviamente no tengo muchas posibilidades de vencerle así que intento convencerlo. No se si funcionará, pero por intentarlo...
-Vuelve a tu maldito infierno y no regreses. Le ordeno.

Como pensaba, no funciona.

-Eres inferior a mí. Me insulta.

Entonces llega Damián y lo manda lejos de mí con un puñetazo.

-¿Estás bien Lilith? Asiento com la cabeza.

-Este bicho a resusitado a Salem y quiere llevarme con él.

Damián me limpia con el pulgar la marca de sangre que mi lágrima dejo en mi rostro, la había olvidado.

-No permitiré que eso pase. Me dice y se pone delante mía, protegiéndome.

El demonio se pone de pié y corre hacia nosotros levantando sus garras afiladas, pero Damián es más rápido y le esquiva.
Mi padre consigue atravesarle el cuerpo con la mano, pero ni siquiera muestra signos de dolor.
El demonio aprovecha para introducir sus dedos en la barriga de mi padre, sacando las garras por la espalda y lo deja dolorido en el suelo.

-¡Padre! Grito y corro furiosa a atacar mientras él recupera fuerzas unos minutos.
Me subo a caballito encima de su espalda y le retuerzo la cabeza hasta darle tres vueltas respecto de su cuerpo.
Veo que no le afecta y uso mis uñas para cortárlsela.
Su cabeza cae al suelo pero su cuerpo sigue moviéndose.
¿Cómo es posible?
Tengo que pensar. Me aparto un poco de él y entonces lo escucho.
¡Latidos!
Esta cosa tiene corazón.
Sigo el sonido que me conduce hasta su garganta, justo entre sus dos hombros de forma equidistante.
Me acerco a él que, sin sus ojos, intenta encontrarme. Esquivo sus torpes brazos, lo agarro y lo saco del interior de esa masa de carne repugnante que es su cuerpo. Increíblemente sigue latiendo, así que agarro mi daga que guardaba en el pantalón y lo apuñalo una, otra, y otra vez hasta que deja de latir.
Damián se levanta, ya repuesto del ataque casi completamente, y me ordena juntar la cabeza, el cuerpo y el corazón para quemarlos.
Lo hacemos y se reducen a cenizas en menos de cinco minutos.

Despues cojemos a Salem y volvemos a casa, esta vez nos aseguramos que está cerrada a cal y canto y disfrutamos de la pacífica noche que nos queda, relajándonos tras la pelea.

He conseguido sacar varias conclusiones de este último suceso:
1. Nadie da regalos gratis.
2. Debo vigilar a mi gato de cerca.
3. Los demonios tienen corazón, poderes y son horríblemente feos.
4. No volveremos a salir de la casa cuando la luna no sea blanca o negra.

Observo a Salem durante las semanas siguientes, ya no tendré que verle envejecer, y sigue comiendo como antes, aunque el cambio no ha sido como yo hubiera querido.

Doy gracias al destino por cumplir mi deseo de permanecer a su lado para siempre.
Me imagino un futuro en el que yo y Daimon no nos separemos y vivamos en una casa grande con un cuarto para mi peludito y otro para Damián.

Demonios que tonterías se me ocurren.

Bienvenida Al InfiernoWhere stories live. Discover now