Capítulo 13

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Segundo día en la mansión.

¡Aquí no hay nada que hacer!
Me indigno: ¡Aaarggg!
Damián está leyendo en el sofá.
Yo estoy tirada en la cama boca arriba con la cabeza por fuera.
Mi peludito está saltando de la mesa a la cama y viceversa repetidas veces.

Tercer día en la mansión.

Damián sigue leyendo. Ya casi ha acabado el libro.

-Me abuuuuurro. Suelto.

Damián se ríe.
Al gato le suenan las tripas y es música celestial para mis oídos porque se han acabado los ratones y significa SALIDA.
Dejo a Salem y a Damián solos y salgo a por la comida con la mochila.

En diez minutos tengo la cajita llena y la guardo.
La ciudad está llena de ratas, pero son asquerosas y podrían morder a Salem.

Doy un paseo y entro a un cine que encuentro a dos calles del café. Entro y le pido una entrada en taquilla para la película que vaya a empezar ahora y la chica después de extrañarse me la da para "Avatar 2".

La película termina una hora y cuarenta minutos y no ha estado nada mal.
Vuelvo a casa para alimentar al peludo.
Damián no está pero ni siquiera lo busco, estará estirando las piernas.
Suelto al ratón y observo divertida la cacería de mi hábil felino.

Han pasado tres horas.
Estoy de rodillas en la cama sentada sobre mis talones. Salem está justo delante mía panza arriba.
Cuando le acerco el dedo me agarra con sus pequeñas patitas y me chupa.
Llevo quince minutos haciéndolo pero es que me encanta mirarle.
Noto que vienen dos hombres pero no me distraigo y sigo con mi gato.
Mi pelo cae completamente liso por mi hombro izquierdo, Salem deja mi dedo y se agarra con las zarpas a él.

-Ahh! Me voy a vengaaaar. Le amenazo y le tapo toda la carita con mi mano para sacudirle la cabeza.
Escucho reirse a los dos vampiros que han entrado y los miro.
Son Damián y...el estúpido.

-Lilith, este es Daimon, un buen y viejo amigo.

-Ya nos conocemos... Dice él.

-Si, intentó cenarse a mi pobre gato hace unas noches.

-Y me disculpé por ello. Me sonríe levemente.

¡Demonios! Esa sonrisa hace que me derrita. Tengo que ser fuerte.

-Vamos lilith, yo también intenté comérmelo cuando lo encontramos. Intenta calmarme mi padre. No dices siempre que mis amigos...

-Son también mis amigos. De acuerdo, pero por un tiempo te mantendrás lejos del gato.

-Prometido. Añade él.

Los dos se sientan en el sofá y se ponen a charlar y como no podía ser de otra forma...sale el temita.
Damián le está contando al apuesto invitado el motivo por el que estamos aquí.

-Y ahora esperamos a que tu padre decida [...]

¿Cómo que "su padre"?
Ahora sí que le tengo una espinita clavada, su padre me arruinará la vida si me declara culpable.

-¿Te apetece lilith? Me pregunta mi padre.

¡Mierda! He perdido el hilo de la conversación.

-¿El qué?

-Salir a ver algo con Daimon. Te enseñará un lugar bonito para que no te dé un ataque de aburrimiento aquí dentro.

-Por mí no hay problema. Me suelta con tono picarón.

¡Dios! Me pone histérica, pero es tan mono...

- Bueno si insistes...

-Venga, si no te sorprende el lugar te dejo que me pegues por lo del gato.

Esto cambia completamente las cosas.
Asiento con la cabeza. Será interesante.

Salimos del café. Ya son casi las dos de la tarde y corremos hacia el centro del National Park. La verdad es que el parque me recuerda mucho a la selva.
Parece que lleve en esta ciudad más de una semana.
Llegamos a un lago de agua cristalina con rocas sobresalientes en la superficie que acaba en una gran pared de unas tiras de tallos verdes con muchas hojas.

-Sígueme. Sus ojos se reflejan con la luz del sol.

Salta sobre las rocas del pequeño lago y yo lo sigo, están resbalosas así que tengo cuidado. Cuando llega a la última abre las tiras de plantas y se ve la entrada a una cueva. Entramos.
La cueva no es muy grande, casi totalmente redonda y tiene diamantes incrustados en las paredes.
En el centro de la cueva hay un diamante más grande que el resto y arriba de él el techo de la cueva tiene un agujero de unos diez centímetros de diámetro que muestra el cielo.

-Ven. Me ofrece su mano y me guía hasta una pared de la cueva y se coloca detrás mía. Me tapa los ojos.

-Ya casi es la hora. Me susurra al oído.

Me pongo nerviosa. Está muy pegado a mí y...¡mmmm! huele tan rico.
De repente me destapa los ojos y lo que veo me deja sin palabras.
El sol ha debido llegar a lo alto, justo arriba del agujero. Por él entra un montón de rayos de luz que caen directamente en el diamante central y como por arte de magia los refleja hacia los cristales de las paredes.
Parece que divide la luz del sol en todos sus colores.
Los mini diamantes de las paredes parecen estrellas, cada una de un color.

-He visto que solo sales a pasear de noche. Quería demostrarte que el día también tiene su propia belleza.

Me quedo mirándole asombrada y admito que estoy embobada porque sus labios me llaman a gritos.

-Veo que me he librado de la paliza.

-Te ves muy seguro y todavía no he dicho nada. Intento hacerme la dura.

-No hace falta que lo digas. Lo veo en tus ojos.

Nos miramos fijamente unos segundos pero giro la cabeza hacia un lado con cara de duda.

-¿Por qué pones esa cara?

-Puede que tu padre me mande a matar o me separe de Damián. No puedo evitar pensar en eso.

-Mi padre se hace el duro porque tiene que hacerse respetar pero al final siempre toma la decisión correcta, Lilith. Me coge de la barbilla con la mano delicadamente y vuelve a dirijir mi rostro hacia el suyo. No te va a pasar nada.

Se acerca hacia mí y entreabro los labios un poco. Él hace lo mismo y pongo las manos en su pecho fuerte y marcado, él coloca las suyas en mi cintura y...se para.
¿Por qué se para?
Me besa en la mejilla y agacha la cabeza.

-Deberíamos volver.

-¿Por qué no...? Me tapa los labios con el índice.

-Tenemos muchísimo tiempo. Quiero hacerlo bien, despacio.

Eso significa que quiere pasar más tiempo conmigo. Pero yo solo pido un beso.
Lo odio.

Salimos de la cueva y vuelvo a seguirle por las rocas pero me resbalo y empiezo a caer cuando él me agarra del brazo y me pega a su cuerpo sobre una roca no muy ancha.
Me arde el pecho cada vez que se me acerca tanto.
Esta vez soy yo la que se acerca y, al rozar nuestras narices, me detengo.

-Deberíamos...volver. Le digo bajito, a solo unos milímetros de besarle.

Suelto una sonrisa pícara y le empujo al agua, que le llega por los hombros.

-Que rencorosa lilith. Eso no se hace...

Está mojado y riéndose mientras me persigue por el parque de vuelta a casa.
Este idiota es especial, me hace sentir...diferente.

Bienvenida Al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora