Capítulo 44

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Estoy vistiéndome con mi nuevo vestido rosa pálido corto y con un poco de vuelo.
Esta noche es la fiesta de la graduación, ayer conseguí mi diploma y todos los alumnos hemos pagado para alquilar la discoteca "Roma" para celebrar el fin de los exámenes.
Me maquillo y me pongo unas sandalias de cuerda que suben por mis gemelos hasta las rodillas.

-¡Estás preciosa! Me dice Damián.

Desde que no puedo confiar en él he dejado de llamarle "padre".
Le dedico una sonrisa por el cumplido.

-Quizás me busqué un novio nuevo...alguien que no tenga miedo de besarme porque pueda quedarme embarazada. Digo mirando de reojo a mi lobo que estaba comiendo y se atraganta con una galleta.

Cuando consigue tragarsela pasa por mi lado y me da una palmadita en el culo, haciéndome dar un respingo.

-Más te vale portarte bien. Me amenaza y sube las escaleras a su habitación.

Yo beso a mi peludo, el cuál ahora es de color violeta.
Hace una semana que le hice a mi amiga Kate unas mechas de ese color y quisimos comprobar si se podían teñir a los animales. Como Salem es negro no ha cogido mucho el color pero tiene reflejos muy llamativos.
Esperemos que no tarde en mudar el pelo porque cada vez que se lame se le queda la lengua morada.

Cojo mis llaves y mi móvil y me voy a por Kate.

-¡Vaya! Lilith, estás muy guapa. Me dice la madre de Kate y el padre me sonríe desde el sofá.

Kate le da un beso en la frente y otro a su madre antes de salir a abrazarme.

-Hoy es una gran noche. Me asegura y nos ponemos en camino hasta la discoteca.

Llegamos y y nos frenan dos grandes guardaespaldas en la entrada para mirar nuestros carnets y ponernos un sello con forma de flor en la parte superior de la mano.
Entramos y nos pomemos a bailar.

Pasan dos horas muy rápido, demasiado, pero el Dj pone muy buena música.
Han habido muchas peleas donde han tenido que intervenir los seguratas: dos chicos porque se habían chocado, un chico le pegó a su novia porque estaba celoso, dos chicas porque una derramó sin querer un vaso en el vestido de la otra,... En fin, tonterías.
Kate y yo nos acercamos a la barra para pedir algo de beber.

-¡¡Lilith!! Tienes la pantalla del móvil encendida. Me grita mi amiga en el oído para que pueda enterarme.

Con tanto ruido y movimiento no noté que me habían escrito mensajes.
~Lilith, ¿podemos hablar?.
Es Dylan.
~¿Estás bien?
~Te necesito.
~¿Donde estás?
~En el tejado de la casa 19,a dos calles de donde estás.

Dylan no me molesta nunca cuando estoy de fiesta o en el instituto, tiene que ser algo importante.

-Kate, me voy no sé cuanto tiempo, mi primo me necesita.

-Vale, volveré a casa con los gemelos si no vuelves.

-Ni se te ocurra beber. Le advierto.

Empujo a la multitud para lograr llegar a la salida.
Si no tuviera que hacerme la humana les aportaría a todos con un solo dedo.
Cuando nadie me ve salgo volando hasta donde Dylan me dijo que estaba y al llegar a la calle busco en los tejados.
-Espero no haberte molestado. Me pregunta desde arriba con un susurro que escucho perfectamente.

-Tú nunca molestas. Doy un salto y me siento en el borde del tejado, a su lado. ¿Ya te has dado cuenta que no puedes vivir sin sexo? Me muestra una pequeña sonrisa y niega con la cabeza para volver a ponerse serio.

-Ha llamado mi madre. Se queda en silencio unos segundos. Mi padre ha... Se detiene.

Yo solo le abrazo y le beso en el cabello.
-Un intruso llegó a la a la manada y él los defendió pero...

-Ya paso. Se recuesta con la cabeza en mi regazo. Yo estoy aquí. Le acaricio el pelo mientras siento su corazón temblar. Siempre estaré aquí. Agarra en un puño con fuerza el vuelo de mi vestido y siento unas lágrimas caer a mi muslo.

Es la primera vez que le veo llorar.
Las manadas de animales suelen estar muy unidas y la falta de uno de ellos, si encima es un familiar cercano, es muy doloroso.
Hace unos años avisaron que un tal Robin había muerto en una batalla y mi sensible lobo pasó tres noches aullando a la luz de la luna.

Pasamos toda la noche así, juntos. Solo le acompañaba mientras él poco a poco iba quedándose dormido.
Estaba tan tranquilo y todavía con las lágrimas resecas en los ojos que me entraban ganas de resucitar a su padre para evitarle este dolor.
Yo tuve la suerte de no conocer al mío y de no tener buen trato con los demás miembros de mi familia.

Bienvenida Al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora