Capítulo 51

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Caigo en el duro suelo de rocas de un sitio en el que nunca antes habia estado.
Rápidamente me pongo en pié y a la defensiva de lo que sea que me haya traído hasta este lugar.
Ante mí aparece aquel demonio que un día se presentó en mi cocina.

-¿Dónde estoy? Le pregunto.

-Querida Lilith, bienvenida al infierno. Me dice estirando los brazos para que me fije mejor en mi alrededor.

Todo el cielo es de un color rojizo, pero aún, no hay cielo. Es una gran cueva donde se refleja el rojo de los ríos de lava que circulan por una rutas que parecen ser fijas.
De ahí el pestazo a azufre que me va a dañar el olfato. Hace demasiada calor y los únicos seres que puedo ver son demonios junto al río de lava, trabajando en alguna tarea mientras están encadenados por el cuello unos a otros y otro demonio los azota con una vara que tiene hasta doce cuerdas para rasgar sus espaldas dejándoles marcas en la piel que no termino de entender por qué no se curan a gran velocidad.
No alcanzo a divisar el fondo de la caverna.

-Con que el infierno...

-Bueno hay quienes lo llaman el núcleo externo de la Tierra. Se ríe.

-¿Y qué hago yo aquí?

-Cumplir con tu contrato. Tras ponerle cara de "no tiengo ni puta idea de lo que estás hablando, maldito chiflado" siguió explicándome. Tu padre hizo un contrato conmigo, a cambio de darle poder él me cedería a su única descendiente.
Ahora mismo está siendo liberado de sus cadenas.

-Mi padre era un borracho que murió amtes de nacer yo. Muestro mi enfado por las tonterías que me está soltando.

-Mira, no me voy a meter en vuestros problemas familiares, ¡eres mía y punto!

-¿Y qué piensas hacer conmigo? ¿Ponerme a trabajar con esos inútiles? Señalo a los prisioneros.

-Ni lo sueñes. ¡Sígueme! Me ordena y lo hago encantada, mientras antes me enseñe cosas antes los mataré a todos y me iré.

Entramos en una cueva alejada de donde estábamos, de piedra blanca y con menos calor que abajo. La cueva estaba provista de un gran bidón de agua, un baño al fondo y una habitación sencilla con cama, armario y un enorme espejo.

-Serás mi décimotercera esposa. Acostúmbrate. Desaparece de nuevo en ese portal circular y rojo que me trajo hasta aquí.

¿Su esposa? Creo que el azufre le mató las neuronas a ese bastardo.
Yo ya soy la esposa de alguien, de Dylan, y tiene que estar muy preocupado por mí.
Paso horas, puede que un día entero recorriéndome esta gran cueva pero al no dar con el final de ella y ante la mirada de estúpidos y cuernudos bichos me vuelvo a la habitación.
Me tumbo en la cama y me quedo dormida.

Abro los ojos.
Estoy en lo que parece un gran castillo de piedra gris.
La luna refleja su luz sobre mi cuerpo que me toco despacio, sin dar crédito todavía a que pueda moverme al fin.
Entonces descubro que no soy yo, estoy en el cuerpo de Wilson.
Paseo por los pasillos repletos de puertas y ventanas sin prisa.
Me detengo ante una puerta llena de polvo, saco una llave de mi colgante del cuello y abro la puerta. La habitación está de un gris ceniza, hace mucho que nadie ha estado aquí.
Encima de una gran cama de matrimonio con sábanas rojas se encuentra un gran retrato de una pareja.
La mujer es realmente preciosa, con lo ojos azul zafiro y unos labios carnosos. Su piel blanca resalta ante los mechones de pelo que caen de su recogido moño negro azabache.
En la imagen, el hombre no le quita la mirada de encima y su brazo está posado en el hombro de ella, protegiéndola.
Wilson pasa la mano por el rostro de ella y noto que una lágrima derrama por su mejilla.

-Por ti, mi amada, dí mi reino y mi vida...pero no fue suficiente. Dice y se da la vuelta cerrando la puerta tras de sí. ¡¡Shana!!

Aparece la niña velozmente preparada para acatar órdenes.

-A madre le hubiera gustado verte.
Dice la niña con una sonrisa nostálgica.
-Prepárame la vuelta al mundo humano. Acabaremos con esa raza inferior.

Despierto de nuevo en la cama.
¡Está suelto!
Eso dijo Satanas: "ahora mismo lo estarán soltando".
Pero ese hombre no puede ser mi padre...¿o tal vez sí?
¡No! Me quieren confumdir, yo no tengo familia.

-¿Has dormido bien, princesa? Me observa mi captor desde la entrada.

-Ni se te ocurra volver a llamarme así. Le amenazo.

-Claro. Levántate, te vas a ir.

-¿A dónde, si puede saberse?

-Hize una apuesta con mi hijo y...he perdido.

-No me importan tus problemas familiares. Le digo con retintín.

-Pues deberían porque tú fuiste mi apuesta. Dice enfadado.

A continuación me agarra del brazo y yo hago una mueca antes de soltarme de su agarre.

-De verdad lamento haber perdido la apuesta. Muestra una media sonrisa.

Abre uno de sus portales y nos metemos en él, apareciendo en otra dichosa cueva, esta con mejor temperatura y más amplia que la anterior.

-¡Vaya! Es mejor de lo que pensaba. Dice una voz que sale de la penumbra.

Bienvenida Al InfiernoWhere stories live. Discover now