Capítulo 18

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Hoy hace un espléndido día.
Los pajaritos cantan, las nubes se levanta...y no habrá ningún chaparrón que moje cristal alguno.

Hace ya una semana de mi última llamada con Daimon.

Estoy con Jack, esta vez en la colina al lado del lago, peleando. Damián, Zafrina, Senna y su madre Charlotte están sentadas mirándonos.
Llevamos ya tres horas y las puntuaciones son: él, cinco victorias y yo, tres.

Jack me da una patada pero yo le agarro la pierna y él salta golpeándome con la otra. Ahora me tiene inmóvil abrazándose por detrás.

Escucho un ruido en la lejanía, una camioneta y un sonido de una campana pequeña.
¡Tenemos correo!
Tengo que salir de aquí.

Le doy un codazo en la barriga para que se separe de mí y me doy la vuelta. Rápidamente me agacho y doy una vuelta sobre mí misma con la pierna derecha estirada. Golpeo en sus piernas y cae al suelo por su costado. Me acerco a su cuerpo y hago que le pego en el cuello pero freno a unos centímetros.

-¡Te Gané! Le sonrío.

Me pongo en pié y salgo volando al buzón enorme que tenemos en el límite de la selva, al lado del coche escondido.
Mi padre y amigos se quedan sorprendidos.

-¿A dónde irá? Pregunta Senna.

El mensajero ya se ha ido, abro el buzón y saco una cajita envuelta en papel negro con dibujos de Rosas, igual que las paredes de la mansión de Caleb.
Vuelvo a cerrar el buzón y corro hasta la colina, me siento en la hierva y lo abro cuidadosamente, no sé si lo que hay dentro es frágil.
Es un anillo sensillo, de plata que tiene en el centro un diamante pequeño y algo alargado.
¡Ohh demonios es hermoso!
En el fondo de la cajita hay una nota:

(Para la diablita que invade todos mis pensamientos sin darle permiso.
Un diamante de nuestra cueva que, sin ti, ya no brilla con la misma intensidad.
Te sigo esperando. DAIMON)

¡Muero de amor por él!
Me coloco el anillo en mi anular que encaja perfectamente y me hecho hacia atrás, quedando tendida en la hierva. Observo mi mano adornada con la fina joya de mi amado y con una cara de tonta que no se me quitaría aunque me cortasen la cabeza ahora mismo.

-¿Se encuentra bien? Le pregunta Charlotte a mi padre.

-El amor es su enfermedad, no hay por qué preocuparse. Se ríe él.

Salem se acerca a mí y se tumba encima, miro mi reloj.
¡Las siete de la tarde! Que tarde es, llevo cuatro horas aquí tirada como una idiota.
Me levando y veo que los demás están en el lago, pero no presto atención a lo que hacen.

Voy hacia la casa y subo de un salto al balcón. Entro, cojo el teléfono y marco el número de la mansión.

-¿Quién habla? Pregunta Jhon.

-¿Me puedes pasar con Daimon, por favor?

-¡Al fin te ha llegado! Escucho por la otra línea.

-Eres un estúpido si piensas que con esto me tendrás comiendo de tu mano. Le digo sonriendo.

-No era esa mi intención. Sinceramente el anillo era para Damián. Me dice con orgullo.

Nos reímos.

-Ahora lo entiendo todo... Añado. ¿Qué tal todo por allí?

-Bueno, mi padre últimamente está muy alterado. Los humanos están pensando en hacer una revolución.

-Vaya, ¿pero no ha pasado nada no?

-No, todavía. Tengo que ir a Perú a convencer a los rebeldes de que se calmen, todavía no conviene una guerra.

-¿A Perú? Eso significa que estará cerca de la selva y podré verlo, con un poco de suerte.

-¿No te alegras? Puedo ir a verte. Me dice.

-Bueno, si insistes te haré un hueco en mi apretada agenda... Le digo como si nada y noto que se ríe.

-Vale, a ver si me da tiempo. Dentro de tres días habré solucionado el problema y podré pasar un par de días máximo contigo.

-Me encantaría. Tengo que dejarte Daimon. Me despido de él. Un beso.

-De eso nada. Los besos me los das en persona.

-Te esperaré. Le afirmo.

-Siempre. Me responde.

Y cuelgo.
Me voy con los demás con mi gato, al que he estado acariciando durante toda la llamada.

Damián me ha dado permiso para que Daimon se quede esos dos días.
Sinceramente estoy ansiosa de poder volver a verle, a tocarle, a besarle. Sobre todo a besarle.

Damián ha ido a acompañar a nuestros amigos a su zona. Yo le espero en una zona que llamo "el jardín de las flores". Es una zona con una gran variedad de flores y colores, rodeada de un círculo de árboles.
Mi peludito está saltando de flor en flor, haciendo flotar una gran cantidad de polen al aire que le hace estornudar contínuamente.

Escucho un ruido entre la oscuridad de la noche, son cinco humanos haciendo una fogata y se riéndose.
Decido ir a investigar, ¡nadie va a prenderle fuego a mi selva!.
Me acerco y los observo, tienen a un lobo en una jaula.

-Bueno, ya está listo, nos comemos al chucho y a dormir. Mañana tenemos que quemar todo esto.

Si, claro. Eso pasará solo si yo lo permito. Nunca puedo encontrarme con mortales que respeten la naturaleza.
Me acerco a ellos y se quedan asombrados.
Uno me silva. Menudo descarado.

-Hola guapa. ¿Quieres unirte a la fiesta? Me invita otro.

Claro, como no tengo neuronas dejaré que me violeis todos, uno tras otro, y me mateis aquí, donde nadie me encontrará. Estúpidos humanos.
Los miro a todos a los ojos y les respondo amablemente:
-No, gracias. Pero vais a levantaros y a recoger vuestras cosas, y os iréis a vuestra casa para no volver nunca a la selva. Les convenzo fácilmente. Ahh, el lobo se queda aquí y a mí no me habéis visto.

Los cinco hacen lo que les digo como si fueran zombies.
Yo apago el fuego y suelto al lobo que, curiosamente me mira con agradecimiento y cariño con sis ojos marrón miel.
Vuelvo al jardín, donde dejé a Salem esperándome y me tumbo.

Cuando llega Damián nos vamos a ver el despertar del sol.

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