1. El comienzo

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C H A S E

Subí la mirada encontrándome con aquellos ojos cafés, mordiendo mi labio inferior al pensar en que probablemente la mayoría de los estudiantes en los asientos estaban murmurando sobre lo tonto que era tener al capitán del equipo de fútbol americano participando para una obra teatral.

—Te amo desde el primer momento en que te vi —pronuncié, leyendo el libreto, decidiendo que era mejor empezar de una vez por todas.

—Oh Romeo, mis palabras son como estrellas con las cuales no puedo formar constelaciones —continuó diciendo, leyendo los papeles entre sus manos.

—El amor es como un árbol de fruto, puedes tener un manzano, pero deseas un durazno, pero tendrás un manzano —agregué, confundido.

Arqueé una de mis cejas al mismo tiempo que ella lo hacía; los estudiantes en los cómodos asientos del teatro se encontraban riendo disimuladamente ante las tontas oraciones que poseía el libreto. Bien, estaba más que dispuesto a renunciar a esta misión suicida. La única razón por la que estaba haciendo el ridículo delante de chicos expertos en teatro era por mi mejor amigo, Brandon, quién amaba todo lo que tenía que ver con la música y la actividad teatral.

—¿Profesora Martínez? —preguntó ella, confundida —. Estoy cien por ciento segura que Romeo y Julieta no se dijeron esto.

—Sí, niños, sigan con la obra —comentó nuestra profesora, algo frustrada con nuestra actuación.

Siendo honestos, yo no hubiera pagado ni un solo centavo por verme actuar a mí mismo.

—Julieta, mi Julieta. Ni los diamantes más finos se comparan con la belleza de tu rostro —continué, sonriendo. Una onda de risas se estaba acumulando en mi garganta, la cual estallaría en cualquier segundo si seguía escuchando más de estas tontas oraciones.

—Romeo, mi Romeo. Si la belleza tuviera dueño, aquel amo de tanta hermosura serias tú —dijo, y no pudimos evitar reírnos.

Molestarme por algo tan gracioso como este guion era un pecado. Visualicé a mi grupo de amigos sentados a lo lejos en los asientos en la segunda zona, todos ellos hechos un mar de risas, incluyendo al tonto de Brandon, culpable de todo esto. Las risas cesaron cuando vimos el rostro irritado de la profesora de drama, quien después de mostrarnos una sonrisa forzada, nos dejó ir sin decir palabra alguna.

Bajé las escaleras siguiendo los pasos de mi divertida mejor amiga, cuyo cuerpo seguía sacudiéndose gracias a las carcajadas que salían de su boca. Le rodeé con mis brazos por atrás mientras esperábamos a que el resto de nuestros amigos bajaran de la segunda planta.

—Vaya, esa es la peor actuación que he visto en toda mi vida —comentó Brandon, quien había participado de las audiciones un día anterior.

Giré mi rostro encontrándome con aquellos ojos cafés que conocía demasiado bien, debido a que los apreciaba todos los días. Jadeline Lancaster era una de las personas más maravillosas que había podido conocer en toda mi vida. Probablemente podía ser la única persona la cual me hacía cometer miles de locuras por el simple hecho de tener más memorias compartidas con ella.

Su castaño cabello se encontraba recogido en una trenza francesa, las pálidas mejillas teñidas de un rosado color gracias a la adrenalina del momento. Era una de esas personas las cuales sufrían de pánico escénico, pero de la misma manera en que escondía miles de miedos, era la única que se esforzaba por superarlos.

Al lado de ella se encontraba la rubia adolescente más engreída de todas, aquella la cual poseía una autoestima demasiada alta y que muchas de las chicas de su edad envidiaban. Su rubia cabellera se encontraba cayendo en perfectas ondas por sus hombros. Me pilló mirándola y alzó una ceja mientras me ofrecía una sonrisa.

Enamorado de mi Mejor Amiga ©Where stories live. Discover now