64. Accidentes

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CHASE

Miraba a pequeño Alexander de tres meses mientras que trataba de hacerlo dormir para ponerlo en su cuna. Jade y William se habían ido de viajó a Nueva York dejándome de niñero con su bebé, pero no me importaba. Amaba a los niños y cuidar del bebé de mi mejor amiga era todo un honor.

—Te pareces mucho a tu madre — le susurré a Alexander —. A veces me pregunto que hubiera sucedido si ambos nos hubiéramos quedado juntos.

—Te amo —susurró Maya, sonriéndome —. ¿Lo sabes, hermanito?

—Si lo se, May —dije, sonriéndole—. Yo también te amo.

Sentí una punzada en el pecho, preocupación. Me sentí raro por unos momentos mientras que miraba a Alexander. Decidí no pensar en aquello, y me concentré en el pequeñín. Jade no me había llamado para preguntar sobre él, así que supuse de que estaban ocupados en la carretera.

William había decidido que era mejor irse manejando, ya que así podrían tener más tiempo para conversar y ver cosas que no lo harían estando en un avión.

Salí a la sala y mis amigos me sonrieron cuando me senté en el sofá con el pequeño entre mis brazos.

—Es hermoso —dijo Leo, riendo.

—Mi turno —me informó Summer, abriendo sus brazos.

Se lo di y ella empezó a moverse por toda la sala con Alexander.
Saqué mi celular para ver si tenía aunque sea un mensaje de la castaña. Me estaba preocupando a decir verdad, ya que me dijo que me llamaría a cada minuto si le era posible. Solamente tenía un mensaje de mi padre.

Frank: ¿Todo bien con Alex?

Rodeé los ojos divertido.

Chase: Todo bien.

Empecé a escribir en mi celular; aquella punzada seguía en mi pecho y no sabía el por qué
Solo sabía que tenía que ver con Jade, lo cual no era nada bueno.

Cuando era de noche, acosté al pequeño en su cuna y me eché en mi cama. A penas cerré mis ojos Alexander empezó a llorar, haciéndome fruncir el ceño. Había estado normal hacia unos cuantos minutos.

—Shhh, ya... —pedí, moviéndolo.

Hice de todo: le di de comer, le cambié el pañal, lo deje dormir conmigo; pero nada. Él seguía llorando y derramaba lágrimas muy seguido. Pensé que era una rabieta por un momento, pero descarté la idea. Eso no estaba bien.

Alexander no se durmió hasta las tres de la mañana, y yo ya estaba agotado. Me eché en mi cama, y cerré mis ojos, sintiendo cómo era invadido por el sueño.

El celular empezó a sonar.

— ¡Ah! ¿Que tienen contra el derecho de tener un buen sueño? —exclamé, contestando malhumorado —. ¿Aló?

¡Chase! —Era la voz de mi tía Sara.

Tuve que alejar el celular de mi oído ya que su grito había desaparecido el sueño de mi organismo. Me volví a acercar el teléfono lentamente.

— ¿Tía? Dime, ¿qué sucede? — pregunté, bostezando.

De seguro se había equivocado y me llamó a mí por equivocación, ya que eran las tres de la mañana. Debía de ser algo importante.

Enamorado de mi Mejor Amiga ©Where stories live. Discover now