16. San Valentín

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JADE

— ¿Cómo dices? —Maya soltó una risita mientras que yo me limité a acomodar mis gafas —. May, ya hemos quedado que el catorce de Febrero no es para chicas cómo yo.

— ¡Hey! Que seas una nerd moderna no significa que no puedas celebrar San Valentín —replicó con una sonrisa a lo que yo la miré alzando ambas cejas —. Jade, que estemos más solteras que mi tía Wendy no significa que no podamos salir a divertirnos.

—Pero me voy a divertir con mi novio —repliqué, a lo que ella me miró divertida.

—Jacob Black es un personaje de un libro y no cuenta ya que es ficticio —comentó riendo, a lo que yo solté una risita nerviosa —. Venga, nos vamos a divertir mucho en la fiesta que están organizando. Daniela va a ir, ¿verdad Dani?

— ¡Por supuesto! Será muy divertido y todos vamos a ir. Además, ¿quién sabe? Puede que encuentres a tu Romeo —comentó pícara, haciéndome reír —. Venga Jade, no puedes estar de ermitaña en este día tan especial.

—Se supone que San Valentín es el día de los enamorados, quienes demuestran su amor por el otro —expliqué —. Hasta lo que yo sé, yo estoy más soltera que una planta, y no tengo a ningún chico atrás mío.

—En eso te equivocas —me aseguró Maya —. Está el chico más especial de todos atrás tuyo.

— ¿Quién?

—Chase Efron —dijeron al unísono, a lo que yo me saqué mis gafas para mirarlas incrédula.

Desde que Chase terminó con Jessica —de eso hacía dos semanas —, ellas han estado tratando de juntarnos. Puedo incluir a los chicos a la lista, y lo más gracioso es que Chase y yo nos hemos dado cuenta varias veces. Hacía dos días, nos habían encerrado a ambos en salón de música de Shue, quien cuando nos encontró, empezó a reírse.

Durante esas tres horas, Chase y yo estuvimos tocando los instrumentos del salón. Aunque tenía que contarle a Maya y a Daniela el detalle más importante de aquello:

Chase había tratado de besarme.

—Chase y yo solamente somos mejores amigos —repetí por septuagésima vez.

—Mejores amigos con derecho —especificó Daniela, a lo que Maya rió —. Jade, ambos se quieren desde que se vieron aquel día en su escuela, ¿por qué no le aceptas de una vez y vas a decirle que estás perdidamente enamorada de él?

Suspiré y negué abrazando a mi almohada. Tenía miedo de que él no me quisiera de la misma manera. O mucho peor, que ya no quisiera ser mi amigo debido a ello.

—Él no me quiere de esa forma, Daniela —susurré, mirando a mis pies —. No me quiere de esa manera y nunca lo hará.

— ¿Por qué eres tan pesimista? —preguntó Maya, irritada —. Jade, eres hermosa y debes aceptar que de seguro no eres una modelo o una súper cantante —dijo, a lo que yo alcé una ceja —. Pero tienes un gran corazón, el cual está esperando a que tú te dignes a dejarlo salir al mundo.

Suspiré y asentí con una sonrisa. Tenían razón, que estuviera soltera no significaba que no pudiera salir a divertirme con mis amigas en el día de San Valentín.

—Déjenme vestirme y vamos a esa fiesta que tanto quieren —anuncié, a lo que ellas empezaron a saltar de felicidad —. Pero ayúdenme a escoger mi ropa.

Terminé con unos pantalones de mezclilla y una camiseta azul. Me estaba terminando de atar mis zapatillas en cuanto me percaté que no estaba el estuche de mis lentes de contacto.

—Usarás tus gafas —me dijeron, a lo que yo comencé a protestar —. ¡Te ves linda con tus gafas!

—Pero...

—Nada de peros, irás con tus gafas por qué te ves muy linda con o sin ellas —replicó Daniela —. Ahora, vámonos a la cocina.

Alcé una ceja y luego caí en la cuenta de que le había prometido a Maya ayudarle con nuestro pastel de San Valentín. Una vez en la cocina, las tres comenzamos a hacer la mezcla del dulce.

— ¡Se ve increíble! Tengo que tomarle una fotografía —dijo Maya, una vez que habíamos terminado.

Con mucho cuidado, las tres caminamos hacia el jardín trasero, el cual había sido decorado por Cintia y los demás chicos en el club de arte. Puse el pastel en uno de los reposteros y sonreí al verlo.

Todo el lugar estaba decorado con adornos con respecto al día festivo. Habían cadenas de corazones colgando por todos lados mientras que las mesas tenían de estos. Los arbustos estaban decorados de luces y de pequeños corazones. Lo que más llamaba la atención era el gran cartel blanco con letras rojas que decía: «¡Feliz día de San Valentín!».

— ¡Hey! —Chase y los chicos se acercaron a nosotras —. ¿Listas para ser flechadas por cupido?

Entendí lo que dijeron cuando Cintia empezó a darnos unos corazones con un número en él. El mío tenía un 9 y se suponía que tenía que encontrar a la persona que tenía mi número para pasar todo el día con él.

—Tienes que ponértelo en tu camiseta —me indicó Maya, para luego ponérmelo.

Cuando uno de los chicos pitó un silbato, toda la gente comenzó a buscar a su pareja. Por Dios, parecían tigres peleándose por un pedazo de carne.

Empecé a reír cuando lo vi, al igual que él. Me acerqué y le mostré mi corazón, a lo que él imitó mi acto. Tenía que vérmelo venir.

— ¿Por qué, eh? —pregunté, a lo que él rió —. ¡Chase, deja de reírte!

—Lo siento, me parece una situación muy graciosa —comentó —. Quiero decir, quieren juntarnos pero nosotros siempre seremos hermanos, ¿verdad? —Asentí con dificultad —. Venga castaña, quiero una sonrisa

Sonreí con falsedad, pero él pareció creérsela ya que me devolvió la sonrisa. No puedo creer que no vea que estoy enamorada de él, ¿por qué me tiene que pasar esto a mí?

La historia más cliché me tuvo que pasar a mí. La mejor amiga que se enamora del mejor amigo pero que él nunca se llega a dar cuenta hasta el final de la historia.

El problema es que yo estoy desesperada por llegar a ese final. Quiero saber sí él en realidad se quedaría conmigo después de que le confiese mis sentimientos, por qué sé que en cualquier momento explotaré y se lo diré.

— ¡Hey! Soy pareja de Dani —comentó Brandon, a lo que nosotros asentimos riendo.

Brandon ha superado a Cintia muy rápido desde que conoció a Daniela. Sé muy bien que a ella le gusta mi amigo pero él también es muy idiota cómo para notarlo a tiempo.

—A mí me tocó un martirio —bufó Maya, a lo que Diego rodó los ojos.

—Yo que tú no me quejo, ¿sabes cuántas chicas quisieran ser mi pareja?

—El ego hasta arriba, Bolton —se burló May, haciéndome reír —. Venga, vamos a bailar.

Rodé los ojos pero los abrí cuando sentí cómo Chase entrelazaba nuestras manos. Nerviosa y más roja que un tomate, caminé con él hacia el centro del jardín. Los demás estaban bailando al ritmo de una canción desconocida para mí pero de igual manera seguí bailando ante la atenta mirada del rubio.

— ¿Te puedo hacer una pregunta? —Asentí y él sonrió —. ¿Vas a admitir que me quieres de una vez?

Enamorado de mi Mejor Amiga ©Where stories live. Discover now