Enamorado de mi Mejor Amiga ©

45. Venganza

CHASE

Lo admito, la ira comenzó a apoderarse de mí en aquel momento. Leslie me abrazó con una sonrisa a lo que yo deposité un beso sobre su frente.

—Margaret y yo iremos por los vinos, en unos momentos regresamos. —Magnus y mi tía salieron de la habitación y fue en donde todo comenzó a tensarse.

—Vaya, han cambiado. —Maya fue la primera en comentar.

—Al parecer, ustedes siguen siendo los mismos —se alzó de hombros Diego. Miró a Jade y le dijo unas palabras en francés las cuales no pude entender —. Señores Efron, ¿cómo han estado?

—Sabemos muy bien que no les agrada nuestra presencia —dijo mi padre, mirándolos seriamente.

—Atinó, ¿es usted adivino? —preguntó Jade, sonriéndole de manera sarcástica.

—Creo que podemos dejar el sarcasmo a un lado, Jadeline —dijo Maya, mirándola enojada.

—Lo mismo digo, Alexandra —le sonrió Jade —. Pero que grata sorpresa estar todos aquí reunidos en la misma casa y bajo el mismo techo. Estas dos semanas serán las mejores, ¿verdad Diego?

—Por supuesto, amor. —Diego depositó un beso sobre sus labios.

Todo se desmoronó en aquel momento. Las ganas de golpearlo se hicieron presente pero me contuve, no podía perder la cordura y mucho menos darles el gusto de verme de esa manera.

— ¡No nos han presentado! Me llamo Jade —la castaña le sonrió a Lucas, quien le devolvió el gesto.

—Tampoco necesita que lo hagan. —Leslie se puso delante de su hermano con una sonrisa.

— ¿Por qué tan a la defensiva? —Jade le sonrió de manera inocente —. No pienso hacerle daño.

—No estaría muy seguro de eso —dije, mirándola con ambas cejas alzadas.

—La señorita Margaret es muy buena —comentó Diego, tomando la mano de Jade —. Pero no por ser la secretaria de Magnus tiene poder sobre lo que se hace o se deshace de la casa. Nosotros sí queremos podemos hacer que los echen, mejor no provocarnos.

—Creo que tú madre te enseñó a no faltarle el respeto a las personas —le dijo mi madre, a lo que Diego negó con una sonrisa.

—También me enseñó que el respeto se gana, señora Efron —hizo una reverencia —. Usted está demasiado lejos de ganarse el mío.

—Les hago acordar que mi tío no sabe que fueron ustedes la razón por la cual nosotros estamos aquí. —Vi a padre tragar saliva con fuerza —. ¿Qué dirían todos sus contactos cuando se enteraran que discriminaron a dos niños enfermos?

— ¡Este vino es perfecto! —Magnus entró a la habitación seguido de Margaret.

Diego y Jade rápidamente se pusieron a su lado y sonrieron inocentemente.

— ¿Niños?

—Estaremos en nuestra habitación, tío Magnus —dijo Jade, sonriéndole —. Olvidé que Diego y yo no hemos terminado de hacer nuestros deberes.

—Por supuesto niños, cuando terminen pueden bajar. —Ellos asintieron para luego mirarnos.

—Un gusto conocerlos —dijeron al unísono —. Haremos que se sientan como en casa.

Oh, esa era la bienvenida a las peores dos semanas de mi vida.

JADE

Cuando entramos a mi habitación lo primero que hice fue llorar, Diego inmediatamente me abrazó tratando de calmarme.

Él estaba con Leslie, eso explicaba el por qué ya no me escribía o me llamaba. La misma explicación tenía lo de Maya. Menudos mejores amigos.

—Los detesto —sollocé, a lo que Diego sonrió.

—Ellos se han creído esa de que estamos juntos —comentó, a lo que yo solté una risita.

— ¿Viste su cara? Parecía que hubieran visto a un fantasma. —Ambos comenzamos a reír.

—Frank y Amanda saben que Magnus los echaría de la casa al enterarse de que ellos fueron los que nos hicieron daño —dijo Diego, a lo que yo asentí —. Pero yo tengo una mejor idea.

—Soy toda oídos.

Cuando fue la hora de la cena, ambos bajamos al comedor. La mesa estaba llena de varios aperitivos los cuales habían sido preparados por Beatriz, la señora de la cocina.

Cuando los invitados bajaron, estaban vestidos más elegantes. Creo que se dieron cuenta de la forma en que todos nos vestíamos aquí. Diego y yo les sonreímos hipócritamente, no se esperaban lo que les teníamos planeado.

— ¿Entonces, son ellos? —Diego y yo dimos un respingo al escuchar la voz de mi tío detrás nuestro.

Ambos nos volteamos a ver a mi tío, quien nos hizo una seña con su dedo índice. Lo seguimos hasta salir del salón y entrar a su oficina.

— ¿Ellos son los señores por los cuales ustedes están aquí? —Diego y yo asentimos —. Pobre Margaret, no fue su intención hacerles sentir incómodos.

—Lo sabemos —dije, sonriendo.

—Por sus caras han hecho algo malo, ¿qué cosa? —Los tres comenzamos a reír y mi tío negó con la cabeza —. Bien, sé que está mal, pero, ellos se lo merecen. ¿Qué tal hacerlos sufrir un poquito?

Salimos de la oficina y entramos al comedor con una sonrisa. Diego y yo nos sentamos al costado de mi tío ante la atenta mirada de todos.

—Por favor, pueden comenzar a comer.

Diego y yo estábamos esperando la hora del postre con muchas ansias. Así que cuando llegó, ambos no dudamos en ayudar a las señoritas a servir el pastel.

—Sabe delicioso —sonrió Chase, a lo que yo miré a Diego.

—Está rico —dijo Maya, metiéndose una cucharada a la boca.

No pasaron menos de dos minutos y los mellizos comenzaron a sudar, y a ponerse rojos. Pude ver cómo mi tío se hacia el sorprendido al igual que Diego y yo.

— ¿El pastel tiene canela?

—Sí Amanda —respondió Margaret —. Es un pastel de canela.

— ¡Los mellizos son alérgicos a la canela! —dijo Leslie, haciéndole aire a Chase.

—Llamen a Ramón —le pidió mi tío a una de las señoritas, quien salió corriendo a buscar al enfermero.

Diego y yo nos sonreímos rápidamente para luego comenzar a fingir estar preocupados por ellos. Sabíamos que los mellizos eran alérgicos a la canela, así que, ¿qué mejor que darles un pastel puro de ello?

Después de que Ramón les pusiera unas inyecciones contra la alergia, todos empezaron a estar más tranquilos. Antes de que se fueran a sus habitaciones, la mirada de ellos se fue hacia nosotros. Diego y yo les sonreímos sarcásticamente, dándoles a entender que nosotros éramos los responsables.

Esas dos semanas iban a ser las mejores de mi vida, y eso que la venganza solamente estaba empezando.