41. Perdidos

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CHASE

—Chase Sebastian, ¿estás seguro? —preguntó mi madre por décima vez, a lo que yo asentí también por décima vez.

—Mamá, iremos los cuatro. Los demás no quieren ir a la isla y no entiendo el por qué.

—Exacto tía Amanda, todo saldrá bien —le aseguró Jade, sonriéndole.

Diego, Maya, Jade y yo iríamos a pasear a una isla cercana los cuatro solos para pasar un buen rato. El único problema era que los chicos no querían ir con nosotros debido a que tenían miedo de perderse.

— ¡Adiós, chicos! ¡Cuídense por favor!

Con los chicos habíamos rentado un pequeño yate, así nos iríamos a la isla por un par de horas y luego regresaríamos. La vista era espectacular mientras que los cuatro estábamos en el transporte. El agua era de un celeste claro y el aire que despeinaba mi cabello levantaba el olor de la brisa marina.

— ¡Es hermoso! —exclamó Maya, dando saltitos.

Los cuatro habíamos llegado a la isla y mi hermana estaba emocionada. Diego y yo comenzamos a bajar las dos mochilas y mantas que habíamos traído por si nos quedábamos a dormir en la isla. Una sonrisa se posó en mis labios cuando vi a Maya y a Jade jugando en la arena.

—Wow, si que es hermoso —admitió Diego, haciéndome reír.

—Venga, exploremos el lugar.

Estuvimos caminando por varios minutos. Las chicas encontraron varios árboles con frutas, las cuales comenzaron a comer después de lavarlas con el agua que contenía sus botellas. La isla era muy grande.

— ¿Qué tan grande es? —preguntó Maya, una vez que nos dimos cuenta que no teníamos cuando regresar.

—No lo sé. —Jade me dio su mochila —. Déjame  ver.

Abrí mis ojos cuando la vi treparse a un árbol, para luego comenzar a subir poco a poco. Veía como sus manos y pies se ponían delicadamente sobre las ramas más finas, logrando que éstas no se rompieran. Por un momento la perdimos, pero a los minutos bajó.

—Todavía falta demasiado —dijo, alzándose de hombros —. Pero sí hay agua. Tenemos una laguna.

— ¿Trajiste el yodo? —Asentí ante la pregunta de mi hermana y seguimos caminando.

Cuando llegamos a la laguna, los cuatro estábamos deshidratados y el sudor estaba presente en nuestros cuerpos. Estaba haciendo demasiado calor y lo único que quería era tirarme en el agua.

Miré a Diego y ambos nos sonreímos. Ambos nos quitamos nuestras camisetas para luego correr hacia el agua y tirarnos. Estaba helada, lo cual lo hacía muy reconfortante. Las chicas comenzaron a rellenar sus botellas de agua y a purificarla con el yodo.

—Viviendo la aventura —comentó Jade, entre risas.

Ellas se quitaron sus shorts, ambas se habían quitado su camiseta cuando comenzamos a adentrarnos más a la isla. El calor comenzaba a crecer y ellas no podían aguantarlo. Maya y Jade se metieron al agua con nosotros, pude apreciar cómo sus ojos se abrían al sentir el frío.

—Se acostumbrarán —les aseguró Diego, a lo que Jade asintió aún temblando.

De un momento a otro los cuatro nos encontrábamos jugando en el agua. Estaba pensando en lo tontos que habían sido los demás por no venir, era un lugar hermoso y lo estábamos pasando muy bien.

— ¡Tengo hambre! —exclamó Diego, a lo que Jade le dio uno de los sándwiches que habíamos traído.

Decidimos acampar ahí, debido a que la caminata sería larga y oscurecería antes de que nosotros llegáramos al yate. Debo admitir que las chicas se encargaron de acomodar las cosas, mientras que Diego y yo simplemente hicimos la fogata.

—Estos mangos están muy buenos —comentó Maya, mientras comía uno.

Diego rió para luego besar su frente. Sonreí ya que me gustaba la idea de verlos a ambos felices juntos. Sé que debería ser un hermano celoso y sobre protector, pero si mi hermana era feliz, ¿quién era yo para impedírselo?

Jade me sonrió para luego besar mis labios, todo estaba saliendo de maravilla.

Claro, después nos dimos cuenta del pequeño detalle al amanecer.

JADE

— ¡¿Cómo demonios te olvidaste de anclar el yate?! —Maya estaba histérica, mientras que yo trataba de calmarla.

Resumiré que sucedió, por qué la verdad es que la historia es muy divertida y estúpida. Diego y Chase se olvidaron de anclar el maldito yate y ahora nosotros cuatro estábamos perdidos en medio de la nada.

—May, cálmate, de seguro no está tan lejos —le dijo Diego, aunque él tampoco se la creía.

— ¡¿Cómo que me calme?! ¡¿Cómo que me calme?! —Maya lo tomó de los hombros —. ¡Estamos en medio de la nada! ¡Perdidos y sin comida! ¡Nuestros teléfonos no funcionan maldita sea! ¡¿Crees que aquí hay wifi?!

— ¡Maya Alexandra! ¡Me estás poniendo más nervioso! —Chase se jaló de los cabellos mientras caminaba de lado a lado —. ¿Quieren la verdad?

— ¡Sí!

— ¡Pues resulta que estamos perdidos en medio de la nada sin medios de comunicación! ¡Listo! ¡Ahí lo tienes! —Maya abrió la boca y comenzó a gritar, mientras que yo pensaba en que moriría al lado de mi mejor amiga, mi mejor amigo, y mi novio.

Estábamos perdidos en medio del océano Atlántico. Simplemente genial.

— ¡Voy a morir al lado de dos idiotas! —gritó mi amiga —. ¡Moriré sin casarme con Justin Bieber! ¡Moriré sin pisar Harvard!

— ¡Por Dios, mujer! ¡Cállate!

—Y lo peor de todo... —La rubia miró a su novio con los ojos hechos dos líneas —. ¡Moriré a tu lado!

Entre los tres comenzaron a pelearse. Chase trataba de separar a Maya de su amigo, el cual estaba siendo asfixiado por la rubia. Yo me dediqué a pensar en una solución.

Caí en la cuenta de que no había solución. Por más inteligente que fuera yo en las matemáticas, ninguna ecuación sería correcta. Lo único que todos sabíamos con certeza era que estábamos perdidos en medio de la nada gracias a los idiotas de nuestros novios.

Habían tres malas noticias lo cual empeoraba todo:

1. No teníamos comida.

2. No teníamos cómo comunicarnos.

3. Estábamos en medio de la nada con la ropa mojada y llena de arena.

Fue donde comencé a gritar, había perdido la cordura. La ansiedad me estaba carcomiendo.

— ¿Por qué gritas?

Miré a los tres de manera histérica para luego gritarles la dolorosa y cruda verdad.

— ¡Estamos perdidos en medio de la nada!

Enamorado de mi Mejor Amiga ©Where stories live. Discover now