4. Son raras

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C H A S E

Fruncí mi nariz cuando Diego terminó de pintar mis mejillas con dos líneas negras en cada lado, haciéndolo lucir como un signo de guerra. La tradición de nuestra pijamada era tratar de luchar en contra de los demás, y quien ganaba, recibía diez dólares de cada uno de nosotros.

Nunca me había tomado el tiempo de preguntar el cómo surgió aquella tradición de apuesta, pero, según mi mejor amigo, empezó cuando el moreno de Leonardo apostó diez dólares en contra de Brandon, todos imitando su acto cada vez que jugábamos desde aquel día.

—¡Bien! ¡Empecemos con esto! —anunció Leo.

Todos nos miramos entre sí, esperando por quien sería el que preguntase la primera pregunta o el que decidiese dar el primer reto dependiendo a lo que dijese la botella una vez que la hiciésemos girar.

La habitación se encontraba llena de dulces y bolsas de papás fritas, las cuales eran saqueadas por mis amigos. Mayari estaba concentrada en terminar su paquete de galletas de vainilla, la cual compartía con mi mejor amiga, la castaña de ojos cafés dulces.

—Jessica está aquí —nos informó Jade, parando el juego.

A los diez minutos, la mencionada entró a nuestra habitación ya lista con su ropa de dormir, la cual consistía de un simple pantalón a cuadros y una camiseta blanca de tirantes. Se sentó al lado de Brandon con una sonrisa después de saludarnos a todos. Mi hermana rápidamente dibujó las líneas en sus mejillas después de explicarle la tradición que teníamos con ellas, ocasionando que la pelinegra soltase un par de carcajadas.

—¡Bien! Giremos la botella —dijo Brandon.

La botella cayó directa en Jessica y a mí, lo cual ordenaba que yo escogiese una de las dos opciones y contestase, o realizase, lo que saliera de sus labios. Me preguntaba el por qué la almohada entre mis manos no era una fuente de transporte para así llevarme a un mundo desconocido.

—Reto —respondí, sonriendo.

—Bien, te reto a que me des un corto beso —dijo, a lo que las comisuras de mis labios se bajaron lentamente debido a su reto.

Me incliné hacia Jessica aún sorprendido ante su petición y sus labios se conectaron con los míos por una milésima de segundos, siendo el beso más corto de la historia. Pero, de todas maneras, ella colocó sus manos sobre mis mejillas y juntó nuestros labios una vez más, volviendo el beso mucho más largo. Solo estaba pensando en lo incómodo de la situación ya que todos nos estaban mirando, ni siquiera teniendo tiempo a preguntarme cómo sabían sus labios.

—Tiempo fuera, muchachos —dijo Leo, no conteniendo sus risas.

—Bien, gira —me pidió Maya.

Esta vez la botella cayó en Jade y yo. Sonreí conscientemente y ella se dio cuenta, debido a que comenzó a jugar con sus dedos, mostrándome lo nerviosa que se sentía en este momento. Se veía bonita cuando hacía esos juegos con su larga melena castaña, la cual era suave cuando acariciabas los mechones entre tus dedos. Parecía tener ciertos mechones dorados, lo cual hacía su cabello aun más especial.

—Verdad —contestó ella, segura.

—¿Te gusta alguien de aquí? Y si es así, ¿quién? —pregunté sin rodeos, cruzándome de brazos.

—Reto —cambió al instante.

—Te reto a que me contestes la pregunta —la reté, mirándole superior.

Los chicos y yo la miramos atentamente mientras que ella se sonrojaba, negando con la cabeza al mismo tiempo que trataba de buscar una manera de escapar, no teniendo resultado. No iba a dejar ir la pregunta así de fácil, no cuando me moría de la curiosidad al igual que los demás. Reí al ver cómo empezaba a soltar maldiciones por lo bajo, haciendo que los demás chicos le mirasen divertidos.

Enamorado de mi Mejor Amiga ©Where stories live. Discover now