14. Romeo

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C H A S E

—¡Feliz cumpleaños, mellizos!

Empecé a reír mientras que los chicos nos abrazaban y nos entregaban sus pequeñas tarjetas deseándonos uno de los mejores cumpleaños de toda nuestra existencia. Solté una pequeña sonrisa desde mis labios, tratando de pretender que todo se encontraba bien y que estaba con ellos en el círculo que acabábamos de formar.

En realidad, no me encontraba con ellos entre las risas que soltaban entre sí gracias a las bromas que estaban realizando. No, estaba pensando en la hermosa muchacha de cabellos castaños dorados que sonreía rodeando a mi hermana melliza con sus brazos, ambas no separándose, aunque la vida les fuese en ello.

Mi mente solo podía regresar al cálido momento en el que sus labios se juntaron con los míos, en como desprendían calor al estar juntos. En la forma en que tímidamente su lengua permitió que la mía jugase con ella. Sus manos en mi cuello, mis brazos alrededor de su cintura. Ella era la única persona en la que me encontraba pensando desde que sus labios tocaron los míos. No podía evitarlo, y no quería poner más barreras entre lo que sentía.

—Después les entregamos sus regalos —nos dijo Leonardo.

Mi mirada se dirigió hacia mi hermana melliza, quien estaba conversando alegremente con Daniela sobre la razón del por qué habían decidido vestirse iguales ella y la castaña que me estaba volviendo loco desde hacía mucho tiempo, más de lo que me gustaba admitir. Ambas tenían puestos unos pantalones de mezclilla rasgados de color celeste claro, y unas camisetas de tirantes hasta arriba del ombligo de una tonalidad beige. Estaban iguales de los pies a la cabeza. Noté que ambas tenían aquellos collares que se hicieron hacía dos años, mostrándomelos emocionadas preguntándome si también quería uno para unirme a su juramento de la amistad.

—Veo que han recuperado sus collares —comenté, a lo que ellas asintieron al mismo tiempo.

Jadeline no me miraba a los ojos, evitaba mi mirada a toda costa y eso me hería de una forma que no me había planteado antes. Verla rechazarme en cada intento de robarle un segundo de atención provocaba que me enojase, que no quisiese salir a ningún lado hasta que me diese un segundo de su tiempo para poder preguntarle el por qué se encontraba demasiado distante, aunque sabía la respuesta.

—¡Chase! ¿Nos tomas una fotografía? —Mi hermana me entregó su cámara instantánea y se colocó al lado de su mejor amiga. Ambas hicieron una pose cómica sacando la lengua hacia la cámara en el momento exacto en que tomé la fotografía, ésta saliendo al instante del aparato.

Jade rodeó a mi melliza con un brazo y le sonrió cuando les entregué la fotografía, en la cual lucían demasiado adorables. Decidí conversar con Diego mientras que esperábamos a que mis padres nos recogiesen para irnos al restaurante que mi hermana melliza había escogido para almorzar.

No tenía hambre, si soy honesto. El pensar en todos los errores que tenía el enamorarme de mi mejor amiga me había quitado todo el apetito, cosa que normalmente no pasaba conmigo y mucho menos cuando se trataba de salir a algún lado. Jade definitivamente me estaba trayendo problemas que no me planteé antes de empezar a admitir mis sentimientos por ella.

—Bien hijo, cierra los ojos para tu regalo —pidió papá, a lo que obedecí —. Ahora ábrelos.

Cuando lo hice, las llaves de un auto estaban delante de mí, tomándome completamente desprevenido. Abrí mis ojos y él empezó a reír señalando el deportivo blanco estacionado afuera del restaurante, mi boca abriéndose hasta tocar el suelo. Había pedido un auto desde que empecé a estudiar para mi licencia. Lleno de emoción, lo abracé, más que contento por el inesperado regalo.

Enamorado de mi Mejor Amiga ©Where stories live. Discover now