62: Rojo y dorado

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Pov Alice

—¿Y a dónde se supone que vamos?—Pregunté. 

—Hay que meternos en una ciudad, básicamente.—Me contestó el rubio, a mi lado. Yo alcé una ceja, dándole a entender que quería más información—Tenemos que destruir el castillo y las pertenencias de un señor feudal.

Vaya, una misión fuerte. 

—¿Por qué nos lo han pedido? ¿Y quién?

—Una de sus esposas.—Ahora, me hablaba Sasori, dentro de Hiruko—Nos contrató para que acabásemos con él y todo lo que adora. Según parece, es un pervertido que hostiga a las mujeres jóvenes para que hagan lo que él quiera.

Me quedaría corta al decir que lo que sentí al escuchar las palabras del pelirrojo fue un asco puro y duro. Mi ceño se frunció y me puse de mal humor. De muy mal humor.

—¿Una de sus esposas? ¿Cuántas quiere? ¿Se piensa que son objetos o qué?—Dije, indignada. Deidara me miraba con una mueca divertida—No tiene suficiente con las que tiene, que encima tiene que acosar a otras. Y decidme, ¿Qué les pide que hagan?

—Lo que desee, Yuki.—Volvió a decirme el de la arena, serio—Es un depravado, les hará hacer cualquier cosa que se le antoje. Y usa su poder para conseguirlo.

Bufé para tranquilizarme y apreté mis puños. Seguía molesta, y ahora todavía más. ¿Había que matarlo? Pues con gusto lo haría.

—Qué hombre más asqueroso...

—Estoy contigo, Shiro.—Afirmó el de las explosiones—Por eso su esposa nos mandó a por él, imagino que estaría harta de ver algo así. 

—Sí, pero parece que también es porque sus hobbies no son demasiado honestos. Ese señor feudal también ha tratado con ninjas renegados para que hicieran un trabajo sucio.—Explicó el marionetista, mirándome de reojo. 

Cada vez lo odio más. Me da igual que se muera, ¿Hay que matarlo, no? Pues bien, a por él. 

Acaricié a Tomoe mientras estaba tumbado en mi barriga—sí, yo también estaba tumbada—para recobrar la tranquilidad y no pensar demasiado en alguien tan miserable. Suspiré y apoyé mi cabeza la tela, observando el cielo. 

—¿Por qué estás ahí subida, Shiro?—Habló Deidara, con un tono de voz de interés y una expresión similar. Lo miré, sonriente—Hemos caminado bastante, pero hace un momento te has subido encima y no has bajado.

—Oh, ¿Celoso, Dei-chan? Si no quieres caminar más, crea una de tus obras y súbete en ella.

—No, no lo necesito.—Dijo, arrogante. Como si no le afectase a él—Pero puede que Danna te envenene si no bajas de una vez. 

—Me carece de importancia que esté sentada encima, casi ni la siento.—Pronunció. Pero momentos después, su voz se puso más severa—Siempre y cuando no me destroces la marioneta, porque entonces sí que se me pasará por la cabeza convertirte en mi propia muñeca.

En efecto, estaba sentada—bueno, ahora tumbada—encima de Hiruko. Como era una marioneta consistente, era como un carro pequeño.

—Tranquilo, pelirrojo.—Hablé, con tranquilidad—No hará falta que me conviertas en nada, no le haré ningún rasguño. Si me puedo subir y descansar, entonces tú eres como mi propio Inuyasha. 

—¿Hmm? ¿Quién es ese?

El rubio también me observó confundido, sabía lo que significaba esa mirada. 

Uf...Es demasiado tentador jugar con estos dos.

—¿Es algún chico que conociste?—Me interrogó Dei-chan. Lo miré con una ceja alzada; Ojalá. 

Mundo deseado|Akatsuki & Naruto|Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin