7 vulnerable

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Espero les guste este capítulo.

Al llegar a la tienda sintió que era su deber resguardarla mantenerse al margen de su feminidad no sería cosa fácil, en cuanto llegó la hora de dormir ella lloró en sus brazos deseando que fuera el hombre que le había procurado mucho placer sin herirla, ahora sabía la diferencia entre el amor y el deseo.

Duncan pensó que la mujer realmente le amaba y que de verdad deseaba un hijo suyo no de la leyenda, como una pequeña llama en el corazón frío, le proporciono caricias que deseo darle antes olvidando lo otro, la volvió a poseer esta vez sin tanta prisa y al parecer reconfortó a la chica.

Muchos días después....

Ella dejó de tener contacto con él, hasta el día en que supo que había terminado con su venganza a los Menzeis.

Los guerreros vitoreaban su victoria y él regreso a casa antes de su siguiente objetivo Hamish MacNeils​, era el momento de partir, de hacerse extrañar. Dejó dicho que volvería a su familia antes de continuar y que ella sabía dónde hallarlo.

Duncan estaba cansado pero satisfecho, cuando quiso abrazar a su mujer y aplacar todo la adrenalina que corría en su sangre se encontró solo; se había ido diciendo que ella llegaría a la casa de su padre, eso no le gustó pero no le dio importancia, si ella volvía la aceptaría y si no, no era su destino, pronto los tormentos llegaron a su corazón y el motivo que apaciguaba su ira se había ido.

*******

Un mes después...

— Nerys, ¿por qué​ siempre está todo tan triste en la habitación de mi padre coloca flores no esas varas secas?
— Duncan Ervyn Mackenzie ¿aún no has calmado tu sed de venganza?
— Cada vez falta menos.
— Me aterra pensar que cuando acabes con tu venganza esa sed de muerte no se acabe.
— ¿A qué te refieres? -No hacía falta que dijera nada realmente él también se lo preguntaba, a veces sentía que odiaba al mundo entero y después buscaría venganza en los hijos o nietos y cada uno que llevara los mismos apellidos, hasta ahora procuraba hacer el mayor daño a aquellos que estuvieron conspirando en contra de su padre pero solo a ellos; mientras que ahora parecía que cada uno de los familiares debía pagar por ello.

Solo abrazar a su padre calmaba su ira, ahora el miedo de perderle y perderse cada vez es más grande.

— Quiero que te cases antes de que yo muera -dijo con la voz cortada por el esfuerzo.
— ¿Quieres estar en mi boda?-bromeó.
—Tal vez, ¿por qué no?
— Bien hay una bribona por ahí que me dejó sin decir adiós después de mi triunfo en Menzeis, ya has leído la carta.
—Ya. Fue muy emotiva.
— Lloras por tus enemigos.
— Lloras por el valor de mis enemigos.

—Yo ya les he perdonado.

— Yo no.

Al día siguiente partió rumbo McNeils.

— Vamos.


El ambiente era como si de un fiesta se tratara todo y cada uno de sus hombres procuraban evitar pensar en cosas tristes y la aventura de luchar por el honor ayudaba a sopesar la agonía de su Laird, era tan grande el respeto por él y por su hijo aquel que como un igual luchaba por ellos y con ellos y viceversa. Todo esto cambiaba cuando llegaba al receptor de su ira.

*****

Año 1568.

Fortaleza de los MacLane.

— ¿Por qué no pedir ayuda de mis tíos? -pregunto Kerr.
— Ya la ofrecieron Payton y me negué, ya han muerto suficientes.
— Deja ya esa maldita carta.
— Quiero mandar a tu hermana Ailein lejos, se resiste; dice que quiere pasar conmigo hasta el último día de mi vida.
— Yo la entiendo.

Quería decirle que Laird Kenzie Gilmer Mackenzie quería ayudarlo algo que no era difícil de creer pero... Lo consideraba poco probable, ahora estaba perdido y la opción que le ofrecía el Laird Kenzie Gilmer era peor que la muerte.
— Los amo, y no deseo que sufran, más tengo que pagar las consecuencias de mis actos.
— ¡No fueron tus actos! -gritó.
— Estuve ahí, tuve mis dudas pero accedí por apoyar a mis amigos.
— Pero no estuviste de acuerdo.
— Nada evite con no estarlo.
— A ti también te engañaron.
— Sí y no. Hasta cierto punto.

*****
Después de perder a casi doscientos hombres y casi trescientos heridos, lo tenía frente a él...

Hamish MacNeils sabía que si su hija no aparecía pronto perdería su única oportunidad de salvar su vida...

Una sonrisa macabra dibujo en su rostro el hombre taciturno, había logrado dar una de las mejores batallas al guerrero Obscuro que después de las batallas anteriores aunque representaban grandes victorias también presentaba bajas definitivas mantuvo sus esperanzas, ahora llegaba su turno. Duncan estaba a un paso menos de culminar con su venganza y cumplir su promesa.

— Te diría que si estáis preparado para morir, más lo correcto es decir que si estáis preparado para sufrir por lo que tan vilmente maquinaste. Mereces un trato -levantó una ceja- más que especial.

Hamish McNeils tragó seco, esas palabras ocupó para con Laird Kenzie Gilmer Mackenzie.

— Quítenle la ropa ordenó. -Se acercó al gran ventanal y fue convocando a la gente a presenciar la muerte de su Laird, para que aprendieran a tener honor y no cambiarlo por ambición.

—Sé que tienes una hija, ¡¿Dónde está?!
— No lo sé.
— Bien, espero no esté cerca no me gustaría que sufra por alguien tan bajo como tú.

Al escuchar sus palabras pensó que si su hija acudía a tiempo estaría salvado.

— Sabes uno de los placeres es ver el terror antes de experimentarlo. Así que te contaré tu final pero breve o se torna aburrido.

Ahí estaba el terror asomando a sus ojos. No era como él lo esperaba, era como si en el fondo esperara algo que le salvará de su destino, fue como destello que no pudo entender.

Una vez expuesto a los latigazos que abrieron su piel, cercenaron uno de sus dedos y por momentos suplicaba con vehemencia. Duncan Ervyn Mackenzie gozaba con sus lamentos ya no veía ese brillo de esperanza así como esa esperanza de que su padre volviera a ser el mismo.

Los llantos de una mujer lo interrumpieron y una mujer con el vestido desgarrado asomó su rostro y le impactó reconocer a la bribona que pretendía fuera su esposa. Algo en el corazón como una herida sangrante se instaló ella, estaba deshecha pero... no era por Duncan que estaba bien y entonces lo supo.
— Perdónalo. Es mi padre y yo llevo tu hijo en mi vientre.
Un sabor a hiel se instaló en la boca de Duncan Ervyn el Obscuro, entonces se recordó las veces que Anabella deseaba que se derramará dentro de ella, desde la primera vez, desde siempre fue su objetivo, no lo había amado sino timado pero... de nada le serviría. Entonces tomó su espada y se dirigió a Hamish (más se molestó al recordar que Caileas y Thorpe siempre mantuvieron sus reservas para con ella).


— Ni siquiera pudiste resignarte a morir con un poco honor que has vuelto a tu hija una prostituta. Y ahora espera un hijo de tu asesino.
El rostro de padre como el de la hija igual se mostraron impactados, Duncan aferró su mano a la espada y le atravesó el corazón sin clemencia a la vista de todos y luego dijo:

— Bien, tienes mi benevolencia puesto que pensaba despellejarlo.

Gritos dolorosos salían de la chica. Que pronto se apagaron, le había llamado prostituta y eso no auguraba nada bueno, si antes ella misma se había despreciado, ahora de sentía miserable porque su cuerpo no había valido de nada para salvar la vida de su padre.

Si algo bueno en Duncan podía quedar pronto moriría por causa de Lorna.


La Obscuridad Del LairdWhere stories live. Discover now