23 Huida

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Corrió con todas sus fuerzas y pronto salió de los corredores por un pasillo donde veía que alguna de las mujeres salían para limpiar las ventanas. Permanecer dentro de la casa, o salir a los jardines no le serviría de mucho si su esposo mandaba a sus hombres con los perros a buscarla fuera, nunca se imaginó siendo tan cobarde, no creía que fuera posible soportar ni por las buenas la penetración de su esposo entre sus piernas. Estaba temblando, las noches eran muy frías, pronto se encontró temblando pero esta vez de frío y no podía cerrar los ojos o se podía caer y la distancia era una muerte segura, escuchó a su esposo gritando y pronto a más personas buscándola. Escucho a Nerys Beath pero dudaba que ella pudiera salvarla, incluso a Ferris después de mucho rato, pero la mañana llegó, muy de madrugada, temblando se escondió bajo una cama pero aun adentro el frío era tremendo ya que no había fuego, paso escondida ahí mucho tiempo pero sabía que no podía permanecer más en aquella habitación.

En otra parte de la fortaleza después de una mala noche y de una primera campaña para encontrarla fuera​ de casa Nerys y Ferris entraron al salón donde él se paseaba iracundo.

— ¿Que sucedió esta vez, que le hiciste?

— No le he hecho nada... aún, pero en cuanto la tenga en mis manos...

— Estas loco de celos, porque son celos o qué demonios, ¿qué te pasa Duncan? estas mal mírate, antes de irte parecías sereno dispuesto a llevar la fiesta en paz con ella.

— Estaba contigo a solas con las faldas alzadas.

—Es la primera vez que la encuentro ahí, le ofrecí decirte que la llevaras al lugar secreto y de no querer ir con ella solicitar tu permiso para llevarla yo la hice prometer que me acompañaría, no me he metido con ella (era la segunda vez que escuchaba eso de que era la primera vez que ocurría, siempre era la primera vez cuando él se encontraba precisamente ahí, sería muy estúpido si le creía).

Duncan estaba molesto escuchaba a Ferris pero lo veía de arriba abajo el hombre tenía apenas 10 centímetros más bajo que él del mismo porte pero con los cabellos rubios y los ojos azules como el cielo, de rostro atractivo y sí por si eso fuera poco tenía un talento especial con las mujeres, algo atrayente, ni siquiera tenía que mirarlas. El estómago se le contrajo, no soportaba la idea de que ella deseara a su amigo, porque otra razón se rehusaba. Luego recordó lo que deseaba, su pequeña boca probando su miembro, necesitaba encontrarla, hacerla su mujer. Tal vez, solo tal vez, eso calmara su ira.

— Salió con la ropa que llevaba puesta, Duncan, podría tener hipotermia si paso la noche afuera en esas condiciones, no estaba en los establos -comento Nerys realmente preocupada por la muchacha y con la culpa arraigada en el pecho-.

— En algún lugar de la casa debe de estar, maldita sea.

— Nadie conoce la casa como tú Duncan.

— Es una sirvienta sabe tanto de esta casa como yo.

— Así que te salió el tiro por la culata -comento Ferris.

Una de las mujeres de la cocina se puso nerviosa pero tenía que decir que Cait necesitaba a Nerys tenía muy mal aspecto, no era difícil adivinar qué había pasado gran parte de la noche a la intemperie, toco la puerta donde estaban reunidos e informó sin preámbulos:

— La señora apareció mi Laird, solicita ayuda a Nerys, se ve muy mal -dijo con auténtica angustia así que salió a la par con Nerys y Ferris siguiéndole los pasos.

— ¡Dónde demonios te metiste!- arremetió Duncan con furia jalándole los brazos ella se veía muy mal y en sus ojos se reflejaba un temor indescriptible.

— Laird cálmate, no lo ves, está muy mal. Dijo Nerys.

— Necesita un baño caliente urgente, Ferris se fue a ver si ya le estaban preparando el baño la mujer que le aviso sobre Cait era eficiente, no había tiempo que perder.

La Obscuridad Del LairdWhere stories live. Discover now