28 enemiga o no

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Kendrew miró a Merebith Cornbac mientras tocaba el piano como un ángel caído del cielo y no pudo más que emitir su veredicto sobre ella mientras Thorpe babeaba como un bebé.

— Es una figura angelical, con un talento nato, quien en su sano juicio deja un ángel suelto por ahí.

No la veía desde que era un crío así, era prácticamente una desconocida.

-—no lo sé, pero debe tener dueño. - dijo con desilusión Thorpe.
— Es una estúpida damita aburrida, una clásica dama de esas que sirven como muñecas de aparador.
— ¿Qué te pasa Ferris? Tú siempre alabas a las damas.
— No es auténtica.
— Me parece que es lo que es, me atrevo a decir que es como Cait, claro en su propio estilo.

Una carcajada fue lo que gano, Duncan las comparaba y eso le molestaba por qué Cait tenía una esencia pura y esta chica era pura apariencia.

— No deberías de expresar cosa semejante de una dama tan dulce - dijo Thorpe, que en realidad tenía puesta su atención en su dama de compañía.
—Tanto dulce me da asco.

Merebith Cornbac se sentía a gusto, su dama de compañía Tania y su doncella Coira se alegraban por su señora, los hombres que se encontraban presentes eran muy guapos y agradables y estaban seguras que alguno de ellos sería su futuro esposo.

Cait se preparó para la cena con un vestido verde esmeralda y el collar con forma de gota que era precisamente una esmeralda, se sentía superficial y se dijo que no era ni la mitad de distinguida que su invitada, se cuestionó de todas las formas posibles, como sucedió que le importara la opinión de su esposo sobre ella, más no tuvo respuestas muy claras, la dulce chica le sonrió en cuanto la vio llegar y se acercó.
— Lady Cait, estoy muy nerviosa me agrada estar aquí pero temo no encajar.
— Eso sería imposible, Lady Merebith Cornbac encajaría en cualquier lugar -le dijo de la forma más​ sincera pues la chica parecía necesitar esas palabras-.
—Gracias miladi.
—Solo Cait o Ailein según prefieras.
—Me gusta Cait.
"Dulce" "dulce" "dulce" fue todo lo que pudo pensar Cait, Merebith Cornbac era dulce, talentosa, sencilla, respetuosa, cariñosa, inocente, seguramente nunca nadie en su vida había visto siquiera sus tobillos, seguramente su piel era perfecta sin rastros de raspones en las rodillas, no podía odiarla por ello, debía odiarse así misma por no hacer caso a las recomendaciones de su padre. Paso su tiempo en la cena callada apenas respondiendo con monosílabos, ni siquiera Kendrew logró sacarla de sus pensamientos.

Su pensamiento más insistente era ¿por qué ahora importaba tanto el rechazo de su esposo?, ¿por qué quería gustarle más que Merebith? pero ella no sabía ser dulce, distinguida y femenina.

— Duncan, Cait es muy hermosa, tendrán hijos muy bellos, ya los imagino, morenos de ojos verdes -dijo en el tono más dulce y sincero que pudo, pero el grado de confianza entre ellos molesto sobremanera​ a Cait y Ferris que lo notó inmediato sintió un animadversión hacia Merebith-.

—Seguramente, aunque déjame decirte un secreto -dijo en tono confidencial pero que Cait podía escuchar que estaba entre ellos- me gustan más los ojos azules.

Un intenso sonrojo fue la reacción de Merebith, estaba acostumbrada a sus galanteos pero era incómodo ahora que estaba casado. Cait le dio un mirada de "sé que lo dice por ser encantador" aunque por dentro se estuviera muriendo.
—Eres insufrible Duncan Ervyn Mackenzie. ¿Dejarás eso algún día?
—Ni cuando te cases.

Rieron tanto que les dolió la panza pues Kendrew y Thorpe escucharon todo, al igual que Ferris solo Coira la doncella de Merebith y la dama de compañía desconocían el motivo de las risas.
Para cuando Cait llegó a su habitación estaba deshecha. Hablar de bebés nunca fue tema y que ella tocara el tema no fue para nada malo solo que las cosas que Duncan hacía, como sonreía, su trato con ella, en lo esencial para disimular con Merebith, de vez en cuando escuchaba un "verdad querida" "concuerdo contigo" "Cait sabe lo que me gusta".

Los días pasaron y poco después de una semana, la dulzura de Merebith menguo en una agonía lenta pasaba horas al piano y la música era tan triste que Cait lloró sin poder contenerse, Duncan la llevaba siempre de un brazo y Merebith del otro, Ferris era integrado a la caminata pero poco era lo que decía y por la antipatía que sentía hacia Merebith no era tan agradable, se sentía sola, muy sola y necesitaba afecto.

Sucedió que Merebith se encontró indispuesta por varios días, se dijo que a causa de un resfriado, y Cait se encontró sola comiendo y bebiendo, solo en el desayuno encontraba a su esposo, que apenas y le daba los buenos días, tuvo ganas de preguntar cuando se iría Merebith pero al parecer había llegado para quedarse. No debía pensar cosas que no eran la chica era dulce; le recordaba a Dave con ella, probablemente ni enterada estaba de los sentimientos de su esposo.

— Que te piensas Laird, tenerlas a las dos - dijo molesto Ferris que observaba la mayor parte del tiempo.
— Tal vez.
— Eres un... y esa "señorita" dudo que sea lo que aparenta.
— Te prohíbo que hables en ese tono respecto a Merebith por qué creo que es la candidata perfecta para hacerla tu esposa -dijo en un tono provocador.
—No te atrevas a comprometerme con esa muchachita insípida.
— Es muy hermosa no te has propuesto conocerla es todo.

Ferris no le dio respuesta salió de ahí como alma que lleva el diablo, estaba furioso con la persona equivocada, cuando Merebith estaba sola Duncan no aparecía, solo cuando se encontraba con Cait. Por las noches deseaba ir en busca de su mujer pero se recordaba que está suspiraba por Ferris, muchas noches se preguntó cómo era posible que aún no consumara el matrimonio, lo quisiera ella o no, él era su esposo.

Aquella noche entro a la habitación de su esposa que apenas se estaba quedando dormida, Cait se sorprendió de verlo llevaba una camisa de dormir y una bata gris encima. En su mirada vio que no venía para nada bueno.

Duncan se sentó en la cama y la tomo de los hombros y la beso de la misma forma que aquella vez que se desmayó, sintió las piernas como gelatina y la sensación de estar sucia, no la besaba con cariño como veía a los enamorados, un lamento escapó de sus labios, él se separó y la miró con asco. Esa mirada fue profundamente dolorosa para Cait, como profundamente era doloroso para el Laird sentirse rechazado, había entrado para exigirle que cumpliera con sus deberes de esposa y no se le daba la gana perdirlo tanto como tomarlo pero al sentir esa reacción de Cait, tenía que decir algo.

—Quisiera que mi esposa fuera Merebith, con ella si dormiría todas las noches.
—Todavía puedes anular este estúpido matrimonio - siseó con rabia.
— No te daré ese gusto, mujerzuela.
— ¡Largo!

Se acomodó en la cama para fastidiarla y ella reino dormida en el piso frío, ninguno de los dos cedió ante el otro.

Por la mañana Cait despertó donde se quedó dormida y su esposo se marchó en cuanto la vio despierta; Tania la dama de compañía de Merebith vio a Duncan salir de habitación conyugal muy temprano, para ella era algo natural que no durmieran juntos en la misma habitación, ya que pronto se enteró del porqué del enlace matrimonial de Laird. Se pensó que era mejor partido que Ferris pero por el momento no había nada que ella pudiera hacer.

Cait enfermo nuevamente, Merebith termino su ciclo de horror y pronto estuvo paseándose con su dulzura característica por el castillo, como ella no era prisionera, ni enemiga, paseó por el invernadero con Kendrew que era un excelente anfitrión, no creía que Cait no conociera el invernadero si llevaba más tiempo que ella ahí.

Ken lamentó su indiscreción pero ya estaba hecho, el muchacho de 14 años era alto y su cuerpo empezaba a marcarse debido al entrenamiento, una admiración a la muchacha que lo trabaja como un joven siempre sonriéndole, a poco más de su estadía en el castillo estaba totalmente prendado, Duncan siempre remarcaba sus virtudes y sabía ese juego tirano que tenía con Cait, Merebith no sabía de los problemas del matrimonio y aunque ella tenía dos años menos que Cait seguía siendo bastante mayor para él, claro que en estatura aquello no era tal, así que ahí en el lugar que él consideraba el más romántico, con la sonrisa de Merebith fascinada por las exóticas plantas, le tomó la mano distraídamente y luego la sentó en una banca de madera, la cual en el centro tenía el escudo de la familia.

- Ven siéntate. Ella hizo como dijo mirándolo como si se tratara de un juego y sin siquiera darle tiempo de saber que sucedía la beso.

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¡Uyy! Me tome la molestia de madrugar jajaja. ¿Se imaginan lo que viene?
Como ven a esta antagonista, Cait y Duncan que encuentro más estresante.

Dejen sus votos y comentarios que me hacen muy feliz, se descargó mi laptop y no pudiendo avanzar en mis me dije un capítulo más.

La Obscuridad Del LairdOnde histórias criam vida. Descubra agora