24 pesadillas

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Kerr tuvo pesadillas, se sentía asfixiado, asustado y con frío, para cuando despertó, solo pudo pensar en su hermana, algo debió pasarle.

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Duncan llegó de nuevo para hacerle sentir los demandantes besos, aquella lengua que la invadía sin compasión, las piernas ligeramente separadas con la visión encima y el enorme hombre acomodándose entre las piernas, sintió su cuerpo desgarrándose dolorosamente y gritó suplicando que se detuviera.

Estaba destapada, sudando frío y llorando, sola, una pesadilla demasiado real; se hizo un ovillo llorando asustada, él no estaba ahí pero volvería, cuánto tiempo más podría aplazar aquel momento. ¿Qué tan terrible sería? Se quedó dormida nuevamente y este vez después contener el llanto reprochándose el ser cobarde, él era su esposo, y ella tenía el deber de cumplir como esposa aunque él no la tratara con cariño, tal vez algún día lo hiciera al menos eso le había dicho su nana.
Mientras dormía se sintió en los brazos cálidos que entre sueños le habían envuelto después de que la envolvieran en edredones después del baño, en el suelo Duncan estaba frente a ella pero no parecía molesto más bien sereno como cuando curaba su espalda, entonces lo miro, llevaba el pecho descubierto y ella podía apreciar sus anchos y gruesos hombros, sus marcados pectorales, los musculosos brazos, su abdomen trabajado, las pequeñas cicatrices salpicadas aquí y allá, y que tuvo curiosidad de tocar, entonces se reprendió a sí misma, al mismo tiempo que se sentía sonreír nerviosa, miró hacia abajo ruborizada pensando en que ella podía tocarlo pero era vergonzoso entonces vio que el Kilt era muy corto, demasiado, y se preguntó cómo debajo del diminuto Kilt se podía ocultar semejante cosa, se distrajo de aquello que la aterraba para observar la fibrosas piernas masculinas, no es que no viera muchas pero él era único o así le parecía, por alguna razón su piel morena era atrayente, deseaba tocar sus piernas, se asustó de sus pensamientos y volvió a mirarlo a los ojos no estaba enojado, no parecía que abriría la boca para insultarla y apareció aquella risa torcida cuando hablaba con sarcasmo, entonces descubrió que ella quería besarlo tímidamente, pero sintió miedo de su lengua abrasadora y demandante, se hizo más pequeña buscando los brazos tibios y protectores que seguían envolviéndola, tuvo curiosidad de saber quién era, así que volteo el rostro, parecía ser Duncan y volteo a ver al otro que tenía enfrente pero ya no estaba, sus pensamientos con Duncan se calmaron poco a poco cayendo en un sueño más lejano, corriendo con Dave y Kerr y su padre llamándolos.

Al despertar recordó aquellos días cuando emprendió camino a las tierras donde le aguardaba su prisión, aquella a la que ahora debía llamar hogar, recordaba aquellas discusiones que Duncan y Kerr tenían acaloradamente, Duncan tenía la costumbre de mirarlos de arriba abajo con cierto desprecio, ella no devolvía el gesto esperaba paciente a que sus ojos conectarán para dejar en claro que el sentimiento era mutuo, pero había también llegado a su mente aquella mañana en que se había levantado temprano para sus necesidades físicas temerosa de encontrarlo y quisiera aprovecharse cuando la encontrara lejos de su hermano, había sido precavida y su nana no le había dejado ni un momento pero Duncan le esperaba a la entrada de la tienda mientras discutía con Kerr y ella le había visto de espaldas, aquella espalda morena con un cicatriz que aparentaba un rasguño pero que viajaba hasta perderse debajo del kilt se le había hecho impropio, se dejaba ver en la forma de la cadera un hoyuelo de la cadera y la forma de sus trasero, la imponente presencia, sus piernas que había visto en su esplendor mientras montaba a caballo, aquel cabello salvaje como todo él, ese era el obscuro guerrero, aquella leyenda de la que se hablaría durante generaciones, muchas pequeñas e insignificantes cicatrices daban muestra de sus batallas, como era posible que él fuera aquel que alguna vez su padre había dicho que era un muchacho demasiado noble, como para ser un Laird que hiciera frente a los enemigos de su padre, a pesar de tener las influencias cristianas quedaban aún muchas luchas de poderes, creencias y leyendas, él era parte de una.
Se recordó admirando la dualidad de aquel personaje y dándole una atención a su aspecto de hombre como raras veces lo hacía con algún hombre, después de que Airan le diera aquella plática sobre el matrimonio no había podido evitar estudiar a su esposo, su nana misma le había pedido que lo hiciera, que pensara en que al menos su esposo era un joven atractivo, con antecedentes tan malos como buenos, le había dicho:

La Obscuridad Del LairdWhere stories live. Discover now